La seducción es un arte milenario. Ante su embrujo han caído príncipes, reyes, políticos. Ha acabado con imperios, ganado elecciones presidenciales y ha atrapado a las mentes más brillantes.
De alguna manera en más o en menos, todos hemos sido seducidos y hechizados bajo su influjo.
El encanto, la persuasión y el talento para crear un mundo de ilusión, son algunas de las características de esa persona irresistible, capaz de manipular con engaños y dar placer a su vez.
Ahora bien, el poder de la seducción no radica en la belleza física, sino en la capacidad de generar en el otro un interés y un deseo de abrirse; se trata de dominar los varios signos corporales que activan inconscientemente ese deseo.
No depende entonces por ejemplo, de qué ojos tenga la persona, sino de cómo mira con ellos.
¡La seducción nunca está en el lugar donde se la cree ver!
Se manifiesta a través de ilusiones y secretos, por lo cual no puede ser predecible.
Se esconde… se desvanece.
Una frase de una conocida canción de Gustavo Cerati dice:
“Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa”
La seducción es un estado emocional, una experiencia universal que a veces se confunde con atracción.
Cuando uno es seducido, siente que su objeto de seducción ejerce un gran magnetismo; aunque no se puede explicar que es lo seductor de esa persona.
¿Alguna vez te ha pasado?
El ser seducido es la condición que posibilita la seducción.
Se puede decir que el amor romántico vendría a ser una de las formas de la admiración y atracción y la seducción, la manera de desencadenarlo.
¿Es erótica la seducción?
En realidad no hay seducción cuando dos personas se encuentran para tener una relación sexual; falta ese condimento que es como un juego previo donde se muestra el deseo de ambos y puede ocurrir que luego, la relación sexual se dé o no.
Actualmente es cada vez más difícil relacionarse con los otros; apenas se muestra el deseo y éste es para obtener un propósito… no es solamente el sexo sino que pueden conformarse con un “like”.
Hay que reconocer que las relaciones íntimas dejaron de ser justamente “íntimas”; el sexo se ve por todos lados pero sin existir el erotismo, la seducción.
Una canción llamada “Everybody Knows” dice:
“Todo el mundo sabe que un hombre y una mujer desnudos son un brillante artefacto del pasado”
Respecto a esto, en una ocasión leí lo siguiente: “El pan se consume fresco en el día, al día siguiente se hacen tostadas y luego budín de pan. Nunca se tira. Hoy en día se lo freeza y luego se recalienta en el microondas, quedando así gomoso y después se tira. Así son algunos de nuestros amores, recalentados y gomosos”.
Como se observa, el comentario hace referencia a que las relaciones actuales son rápidas y a veces descartables.
Una canción de Virus dice:
«Este mundo tan sensual que no puede aliviarme”…
Y el escritor irlandés Oscar Wilde cita:
“Todo tiene que ver con el sexo, menos el sexo que tiene que ver con el poder”
La política y la seducción
En este campo, la seducción se manifiesta en el uso de las palabras y la elaboración de un discurso para convencer al público. Así se llega a influir en millones de personas como por ejemplo, el caso de Martin Luther King con su “I Have a Dream” (yo tengo un sueño) o Salvador Allende con su decir “Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”.
También nuestros políticos definidos actualmente como “líderes seductores,” nos endulzan los oídos con promesas que saben que son a veces, imposibles de cumplir. Se trata de convencer con palabras más que con hechos.
Y las palabras pueden ser muy poderosas más aún, acompañadas con elocuentes y enfáticos gestos.
Armar discursos para captar adeptos… ¡es todo un arte!
La seducción tiene su lado B
Puede llegar a ser muy peligrosa porque seducir también es engañar a alguien para persuadirlo a cometer algún delito.
Los mafiosos, los narcos… siempre están tendiendo redes de seducción, para captar jóvenes dispuestos a hacer el trabajo sucio por dinero.
Adolfo Hitler diseñó una política de manipulación social construyendo una realidad mentirosa. Como decía Goebbel, su Ministro de Propaganda:
“Una mentira repetida se convierte en una verdad”
Así también desde la antigüedad ha habido hombres y mujeres considerados grandes seductores.
Cleopatra, última reina de Egipto era una hábil estratega, que poseía el don de atraer a los hombres y era muy consciente de ello. Quería seducir a Julio César, su rival, haciéndose aliada de él. La estrategia que utilizó fue ingresar como un regalo para el César envuelta en una alfombra. Esta artimaña funcionó a la perfección. César quedó deslumbrado ante la joven. Finalmente la ayudó a establecerse en el trono.
Otro seductor histórico fue el veneciano Casanova. Su técnica de seducción era ser cauteloso y misterioso; se entregaba en cuerpo y alma ante cada conquista. Conquistaba por igual a hombres y mujeres. Sabía perfectamente lo que decía y cómo lo decía.
Se podría decir sin temor a equivocarnos que la seducción es el arma más poderosa de la humanidad.
Hasta la próxima semana. ¡Disfruten cada día!
