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Ser zapatero por tradición: «en el ADN de los Leiva hay zapatos»

AGNoticias trasladó sus cámaras y micrófonos a la zapatería de Orlando Leiva, hijo de Reynaldo Leiva y de Matilde Renda, zapateros históricos de la ciudad. Allí, el zapatero contó que su oficio tiene que ver con la tradición y que está orgulloso de su profesión.

Orlando Leiva comenzó diciendo que, en algún momento, escondió su oficio y quería ser otra cosa. Pero hoy, luego de tener años en el rubro y de haber crecido, considera que los valores y las raíces son muy importantes. «Es para valorar el tiempo que hemos conservadio este oficio. En el ADN de nuestra familia ya hay zapatos.»

El sobrino de Orlando pertenece a la sexta generación de la familia que se va a dedicar a este oficio. La madre de Orlando Matilde Renda se dedicó a esto, al igual que su abuelo Vicente Renda y su bisabuelo Francisco Renda. » Mi madre hoy tiene 86 años. Que mi sobrino se quiera dedicar a esto llena el corazón de cosquillas. Es tremendamente grande. Sabemos de 200 años, pero quizás más para atrás hayan sido zapateros. ¿A quién le habrán arreglado los zapatos mis ancestros?«, agregó.

Orlando también contó que otra de sus grandes pasiones es el fútbol. En base a eso, contó una anécdota que lo marcó hace años. «Mi papá era amigo del padre de Javier Villarreal. Mi sobrino hoy por hoy quiere llegar a primera, y mi hermano que es zapatero desde los 13 años lo acompaña como quizás lo acompañaban a Javier. Es fuerte, como que unos van terminando y otros van empezando.»

A esta historia, Javier agregó que tanto su padre como Orlando viajaban a verlo y a apoyarlo. «Acá hay seis generaciones de zapateros. Acá vienen a arreglar los botines, ambas cosas están muy relacionadas.»

Para finalizar, Orlando dijo que se conformó con mirar el fútbol, acompañar a su sobrino y seguir en su rubro. «Para mí el taller de calzados es como levantar una bandera de mis generaciones. Es un encuentro con mi pasado y con mi presente. Es donde me tomaba un café con mi papá, un lugar de consejos y de resolver problemas.»

A esto, Javier Villarreal, agregó que el taller también es un lugar de encuentro para charlar, compartir cosas y tener experiencias que se pueden aplicar en la vida.

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