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El contexto en que vivimos nos presenta un escenario de incertidumbre, con la necesidad de tomar decisiones todo el tiempo, sin saber cuál sería el resultado correcto… Entonces es ahí cuando los seres humanos tendemos a controlar lo que nos rodea, esas pequeñas cosas de la cotidianidad que nos brindan la oportunidad de planificar el festejo de un cumpleaños; ir al cine; brindar una cena con amigos…
La sensación de tener todo el control en esos pequeños actos, puede ilusionarnos y creer que somos poderosos y que podemos solucionar todo. Aún aquello que no depende de nosotros.
¿Podemos tener todo controlado?
Claramente la respuesta es No. Pero entonces aun sabiéndolo ¿por qué queremos hacerlo?
Uno de los motivos es que vivimos durante muchas décadas bajo el lema de que hay que buscar la seguridad y elegir lo estable… un empleo fijo que asegure el bienestar para la familia; un oficio o profesión; el techo propio…etc.
Pero el mundo y la vida no son estáticos, todo evoluciona, cambia casi todo el tiempo; surgen contingencias impredecibles como una enfermedad, un divorcio… la muerte. Y entonces, ¿dónde quedó esa seguridad?
El punto es que la vida como la conocíamos, con esas creencias y mandatos ha dado un giro exponencial; evoluciona y cambia todo el tiempo.
El control es rígido… se piensa que algo es así y así tendría que seguir aunque la evidencia de lo contrario esté frente a sus narices. Es como cuando uno se aferra al pasado sin darse cuenta que las circunstancias son otras y ya lo que uno tenía apegado a ese dolor… no se acomoda a la actual realidad.
Mantenerse rígido, sin soltar el control… aísla a la persona sin poder liberarse del rencor y obsesión.
Por el contrario, la flexibilidad tiene el poder de adaptarse a lo nuevo, a los cambios.
Ahora bien, es una realidad que es necesario mantener un cierto marco de seguridad para mantener la estabilidad y el equilibrio.
No hay dudas que el control es útil y normal en ciertas circunstancias de la vida, pero cuando este comportamiento determina y absorbe tu día a día, e incluso se lo impones a otros, estaríamos hablando de una conducta perjudicial e insana.
¿Cómo saber si estás cerca de una persona controladora?
Cuando intenta a toda costa mantener el control y la autoridad para tomar decisiones sobre la vida de los demás o de las situaciones. Y si además, no tiene demasiado en cuenta las opiniones de las personas con que se relaciona. Podríamos decir que esta actitud encierra bastante soberbia y autosuficiencia dentro de sí.
Detrás de estas personas suele esconderse el miedo que le ocasiona la incertidumbre, por eso buscan la seguridad a través del control que intentan imponer. Tratan de no dejar nada al azar, piensan en todos los detalles y se adelantan a los posibles imprevistos.
Seguramente se podría confiar en que la vida nos sostiene a pesar de todo. Aprender a soltar las expectativas, lo que va a pasar… concentrarse en que la vida es el presente y que muchas veces nos sorprende con algo inimaginable.
Soltar el control nos permite seguir el flujo de la vida con la flexibilidad necesaria para enfrentar cualquier inconveniente.
Además de lo ya expresado, existen controles que son absolutamente necesarios y que escapan a la manipulación del control de referencia.
Son aquellos controles que deben ser puestos en práctica en forma minuciosa, con un gran nivel de atención y precisión en los distintos trabajos y profesiones, de los cuales depende la vida humana y los avances científicos.
¡Que tengan una buena semana!
