Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)
¿Qué fue el Partido Bromo Sódico Independiente?. Mientras hacemos cola para votar, o bien esperamos los primeros resultados de la elecciones que se realizan en el día de la fecha, vamos a tratar de recordar uno de los episodios más curiosos, y tal vez desopilantes, de la historia política del siglo pasado en Córdoba.
En 1921 el gobernador de la provincia, Rafael Núñez, convocó a elecciones para Gobernador, Diputados y Senadores provinciales. Eran tiempos convulsos en Córdoba, con un radicalismo, que ante la elección de Núñez en 1918, estaba decidido, inclusive, a logar la intervención de la provincia. Paso al cual se negó rotundamente el presidente Hipólito Yrigoyen.
En las elecciones a gobernador, el principal candidato era el oficialista Julio Argentino Pascual Roca, hijo del expresidente Julio A. Roca. Ante la sospecha (por no decir la seguridad) de que los comicios no gozarían de absoluta credibilidad, la Unión Cívica Radical decidió no presentarse. Hecho que dejó allanado el camino para que Roca ganara las elecciones caminando.

Con los radicales fuera de la conversación, los que participaron en las elecciones fueron el Partido Socialista, el Partido Comunista, un partido que respondía a los intereses de la curia, que obtuvieron muy pocos votos. Y el sorprendente Partido Bromo Sódico Independiente, definido como una (lista satírica/estudiantil, que terminó siendo la gran sorpresa de los comicios.
De Tucumán a las islas del sur
El líder y primer candidato a diputado de la singular agrupación era Enrique Badessich un farmacéutico, periodista y poeta tucumano que se radicó en Córdoba con su familia cuando era niño. Aquí llevó a cabo sus estudios y luego se enroló en el Ejército, en donde alcanzó el grado de cabo en el servicio de telégrafos. En calidad de tal fue destinado a la base antártica de las Islas Orcadas del Sur.
De regreso en Córdoba, en 1919, abrió una librería y publicó «Versos de sobremesa», un pequeño volumen de poemas breves, de tono irónico y costumbrista. El libro reunía algunas poesías publicadas en diversos diarios de la ciudad. La obra no tuvo ningún suceso y en la actualidad es muy difícil conseguir más referencias.
También publicó «El Arlequín». n periódico más o menos quincenal que salió a la calle en formato de folletín de pequeño tamaño con el subtítulo «Ríe para no llorar». Con una clara influencia de los semanarios porteños «Caras y Caretas» y «Don Goyo», abordaba satíricamente la actualidad sociopolítica del país y de la provincia con artículos que ironizaban sobre los dirigentes, los periodistas y la vida universitaria.

Codearse con la intelectualidad
El estilo literario de El Arlequín era zumbón pero culto. Si bien no adhería explícitamente a ningún partido, era evidente su simpatía con las corrientes liberales que iban apareciendo, firmemente republicanas y anticlericales. Las frecuentes irreverencias, que firmaba con los seudónimos de «Bromo Sócrates» o «Doctor Bromo», lo llevaron a tener algunos entredichos con las autoridades, tanto policiales como eclesiásticas. Incluso se retiró de circulación a varios números de la publicación.
Apalancado en la publicación, Badessich –a quien apodaban, no sin tino, «el Loco»– tomó contacto con sectores intelectuales de la sociedad cordobesa. Compartió tertulias con Deodoro Roca, Saúl Taborda e incluso con el filósofo, escritor y docente José Ingenieros.
Fue en esos ámbitos en los que empezó a moldear su Partido Bromo Sódico Independiente. Contó con el apoyo de profesores y estudiantes de la Facultad de Medicina. Su particular y disruptiva plataforma electoral le hizo ganar la simpatía de una cantidad de público que no se hubiera imaginado al principio. Para ese entonces, en los círculos que frecuentaba era conocido como «el rebelde número 1».
Una plataforma de avanzada
«Propugnaré el amor libre, la separación de la Iglesia del Estado y también la supresión del ejército: porque el ejército es antisocial y es anacrónico». De esta manera comenzaban sus discursos durante la campaña, que consistió en más de 300 actos (no disponía de fondos para pagar publicidad en los medios o imprimir afiches). Actos en los que no se cansó de repetir: «Ciudadanos: Hay que practicar el amor libre…. si queréis tener una buena mujer, paz, sosiego y tranquilidad en vuestro hogar, no la mandéis a la iglesia. En Córdoba, yo y 199 muchachos hemos puesto en práctica nuestras teorías; y puedo afirmar que, como me llamo Badessich, lo que se llama cuerno no existe». Evidentemente la Curia no veía con agrado este tipo de discursos.
Pero las propuestas de Badessich iban más allá. Proponía electrocutar las aguas para eliminar los gérmenes del tifus. También prometía acortar las sotanas de los sacerdotes y con el sobrante de la tela confeccionar ropa para los niños humildes. En otro orden de cosas, recomendaba suprimir las esquinas en la ciudad, a fin de evitar los accidentes de tránsito. Aunque quizás, su proyecto más ambicioso consistía en fundar la República Cordobesa, independiente del resto de la Argentina.

Lo que empezó como una joda, quedó. Como ocurriría en otros lugares del mundo en los que una candidatura nacida en broma era convalidada por el público, tal como ocurrió en Uruguay a fines de los años 80 con el comediante Ricardo Espalter y su personaje Pinchinatti. También vale traer el caso del payaso Tiririca, el personaje del actor Francisco Everardo Oliveira Silva, que en la actualidad es diputado por el estado de São Paulo en el Congreso de Brasil.
La última banca
Pero volviendo a Córdoba y a la elección, los resultados de los comicios no dejaron muchas sorpresas. Solamente una sorpresa. Como se suponía, la lista del partido Demócrata, que llevaba como primer candidato a Diputado a Granillo Barrios, quedando segundo el conservador Manuel Paz.
Con estos números, solo quedaba una banca disponible y Bardessich se impuso sobre los socialistas y los comunistas y fue electo Diputado por el voto popular. Antes de conocer los resultados, el particular candidato se acuarteló en la Legislatura a fin de evitar ser detenido. Para mayor furia de los sectores religiosos, el hombre que proponía cortarle la sotana a los curas también aventajó, por solamente 16 votos, a Manuel Maciel, del Partido Tradicional Católico.
Conocidos los resultados, el Loco Bardessich prometió construir 716 casas, una para cada uno de sus votantes, y afirmó que su «próximo paso es la Gobernación de Córdoba». La Voz del Interior afirmó que «se ha plantado en el recinto mismo del templo republicano de la “Docta” el anarquista amenazador de curas ricachos. El futurista rebelde y cubista propiciador de todas las rupturas con el caduco mundo burgués… El Poetrasto ridículo y de mal gusto».

Pero el conservadurismo es más fuerte
Pero Bardessich no pudo asumir su banca. El poder de las fuerzas conservadoras, enquistadas en el arzobispado y en el Poder Judicial, no permitió tamaña afrenta. Alegando una supuesta incapacidad mental y falta de decoro, rechazaron su diploma y le regalaron su banca a Maciel.
A pesar de contar con el apoyo explícito de figuras nacionales como José Ingenieros –«Las ideas de Badesich son más sensatas y armónicas que cualquier discurso parlamentario»– y de mover cielo y tierra para recuperar su banca (incluso llegó a solicitar la intervención de la provincia), pesó más el concepto que sostuvo el diario La Nación, que lo consideraba un «personaje fuera de la razón».
Millonario en libertad

Luego de esta epopeya su figura se fue disolviendo en los entresijos en los que la memoria se confunde con el olvido. Se sabe que fue detenido por, supuestamente, haber intentado asesinar al presidente de facto José Félix Uriburu. Y que un año después presentó un recurso de habeas corpus para pedir por la libertad de Juan Domingo Perón.
Murió en 1961, a los 65 años de edad, solo y pobre. No emitió queja alguna por esto, sino más bien lo resaltó orgulloso: «No vendo mi pluma ni cerceno mi avanzado y sano idealismo por el vil metal. No tengo la baja escuela de la envidia ni de la calumnia ni de la ruin y traicionera venganza (…). No soy artesano ni esclavo blanco, negro ni amarillo y nadie me manda, nadie me subyuga ni a nadie temo. Las tumbas, los destierros, las cárceles, el hambre y la miseria matan el cuerpo únicamente. Pero a la verdadera vida eterna del espíritu y a las avanzadas, razonables, justas, humanas y nobles ideas no las mataran jamás. Yo soy pobre de metálica fortuna pero millonario en libertad».






