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Crónicas al Voleo

El Código Choctaw

El Código Choctaw
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

1918. La fría noche otoñal en el bosque de Argonne anunciaba el pronto arribo del crudo invierno característico en esa región del noreste de Francia, a orillas del Mosa. En los vivacs del 142º Regimiento de Infantería de los Estados Unidos los soldados rancheaban alrededor de temblorosas fogatas. Un capitán que recorría el campamento escuchó a dos hombres que hablaban en un idioma que desconocía. Cuando les preguntó de qué lengua se trataba, los dos soldados se cuadraron y le explicaron que se trataba del idioma choctaw, una lengua nativa propia del sureste de Estados Unidos.

Aquellos soldados habrán temido algún tipo de sanción, toda vez que los niños de esa etnia eran severamente castigados en los colegios blancos cuando utilizaban su idioma ancestral. Pero en realidad se convirtieron en la solución al severo problema de comunicaciones que enfrentaban las tropas aliadas en la preparación de la ofensiva de Meuse-Argonne en lo que a la postre sería uno de los actos finales de la gran guerra. Los alemanes habían interferido las líneas telefónicas norteamericanas, descifraban con facilidad los códigos y capturaban a los mensajeros enviados a entregar instrucciones directamente.

Pueblo originario

Los Choctaw son una nación amerindia descubierta por Hernando de Soto en 1540 (sí, ya sé que ese pueblo –como todos los de la América precolombina– existía desde miles de años atrás; pero el significado de «descubrimiento» es «encuentro o hallazgo de lo desconocido u oculto hasta el momento». Y el tal de Soto no conocía la nación choctaw con anterioridad, así que no nos pongamos tiquismiquis).

Vivían en las orillas del río Yazoo (Misisipi inferior) y al oeste de los ríos Alabama y Tombigbee (centro y sur de Misisipi), en un área de 63.000 millas cuadradas (más de 16 millones de hectáreas, casi la superficie de la provincia de Córdoba). Actualmente, un grupo vive en siete reservas en el estado de Misisipi (Redwater, Standing Pine, Pearl River, Tucker, Bogue Chito, Conehatta y Bogue Homa) con un total de 21.000 acres (menos de 8500 hectáreas), algunos en Luisiana, y el resto en Oklahoma.

Lo cierto es que a pesar de haber sido sometidos a múltiples penurias por parte del hombre blanco, no fueron pocos los choctaw que se alistaron para ir a pelear por su país más allá del océano. Y por pura casualidad, aquella noche de otoño los jefes norteamericanos se enteraron de que había soldados de esa tribu en varios destacamentos de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense.

Esa noche nació un código secreto imposible de descifrar para los analistas alemanes. Y el «escuadrón telefónico choctaw» que cumpliría un papel vital para la victoria final de las fuerzas aliadas.

Un código indescifrable

Para William Meadows, académico de la Universidad Estatal de Missouri, «usar el lenguaje choctaw tenía unas enormes ventajas: Era una lengua prácticamente desconocida, sólo unas pocas tribus amerindias tenían poblaciones superiores a 20.000 personas, y en la mayoría de los casos no había registros escritos. Y lo que había era sólo la Biblia y unos himnos, que se usaban localmente». El escuadrón fue puesto en acción casi inmediatamente y en pocas horas, una decena de soldados que hablaban choctaw fueron desplazados a posiciones estratégicas.

Como quedó dicho, los alemanes que escuchaban las comunicaciones del enemigo no podían descifrar aquel incomprensible código y llegaron a pensar que los norteamericanos habían inventado algún tipo de artilugio para hablar debajo del agua.

Sin embargo, el idioma choctaw casi no tiene términos militares, así que se crearon expresiones descriptivas para designar algunos elementos. Las armas automáticas eran «las pequeñas armas que disparan rápido» y los batallones eran identificados por el número de granos en una mazorca de maíz. Esto creó un «código dentro del código» e hizo el lenguaje aún más impenetrable.

Marcando el rumbo

En total, 19 soldados choctaw fueron reclutados para el escuadrón telefónico. Venían de los Regimientos de Infantería 141º, 142º y 143º. Muchos se conocían desde Oklahoma. La ofensiva de Meuse-Argonne terminó siendo parte de la campaña final de los aliados en el Frente Occidental y fundamental para ganar la guerra. Pero el trabajo de los choctaw determinaría las comunicaciones militares en conflictos subsiguientes. Los locutores de claves navajo y comanche de la II Guerra Mundial están entre los más distinguidos.

En ambas guerras se utilizaron dos tipos de locutores de claves de esta naturaleza. Los primeros utilizaron términos militares especiales recreados en su lengua nativa; los segundos, sólo el vocabulario nativo existente. Se cree que ninguno de los lenguajes o códigos utilizados fueron jamás descifrados por el enemigo.

Pelear por USA, a pesar de todo

«La idea de hablar en código usando lenguas originarias fue copiada una y otra vez, pero podría no haber ocurrido nunca de no haber sido por los choctaw –afirma Nuchi Nashoba, presidente de la Asociación de Locutores en Clave Choctaw – Fueron los locutores de claves originales y siempre serán una fuente de inmenso orgullo para nuestra tribu» completa Nashoba, bisnieto de  Ben Carterby, uno de los hombres que participó en la primera prueba que se hizo para enviar un mensaje al Frente Occidental.

El modo de vida de los choctaw se encontraba amenazado, como el de todas las naciones originarias en América. Casi 100 años antes los habían retirado a la fuerza de su tierra ancestral. En virtud de una ley de 1830, fueron sacados de áreas alrededor de Misisipi hacia lo que hoy es Oklahoma. Fue lo que se conoce como el «Camino de las lágrimas». De los aproximadamente 12.000 choctaws que iniciaron el éxido, unos 2.500 murieron de hambre, enfermedad y agotamiento antes de llegar a destino.

Sin embargo, cuando el gobierno los necesitó, ellos respondieron. Para Williams Meadows «los soldados choctaw fueron increíblemente gentiles y dispuestos a compartir su lengua. No tenían que hacerlo, pero lo hicieron. Tenían algo que era único y estaban increíblemente orgullosos de ello».

Los amerindios no obtuvieron la nacionalidad estadounidense hasta 1924. Aún cuando más de 12.000 de ellos lucharon en los campos de Europa durante la Primera Guerra. Se ofrecieron como voluntarios para luchar porque defender a su pueblo y su tierra era parte de su cultura y su tradición.

El reconocimiento, tarde y mal

Sin embargo los reconocimientos oficiales llegaron mucho más tarde y en cuentagotas. Por décadas, el papel del Escuadrón Telefónico fue prácticamente desconocido fuera de la tribu. Incluso sus propias familias sabían muy poco del asunto.

El Congreso de los Estados Unidos reconoció la tarea en la Segunda Guerra de los locutores de claves navajos y los condecoró con medallas de plata recién en 2001. Los choctaw siguieron invisibilizados en su país hasta 2008; aun cuando en 1989 el gobierno francés les otorgó la Orden Nacional al Mérito en forma póstuma.

La Ley de Reconocimiento de Locutores de Claves, en 2012 rindió justo y tardío homenaje a cientos de locutores de claves de diferentes tribus, hasta ese entonces ignorados, incluidos los choctaw. Cada gobierno tribal recibió medallas de oro del Congreso, la distinción civil de más alto nivel en Estados Unidos. Llevaban grabado un diseño exclusivo que representaba a su tribu. Las familias de cada locutor de claves recibió una versión similar en plata.

En la ceremonia, el senador Harry Reid, en un mea culpa en nombre del gobierno de los blancos, reconoció que «en la hora de mayor necesidad de esta nación, los lenguajes nativos americanos demostraron tener un gran valor. El gobierno de Estados Unidos recurrió a la gente y a la lengua que había tratado de erradicar».

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