Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)
Alberto Samid es uno de esos personajes que solamente la política y la farándula argentina pueden engendrar cuando mantienen relaciones poco aconsejables. Dueño de una cadena de carnicerías y de una franquicia de comidas rápidas, este hijo de inmigrantes sirios también fue asesor de Carlos Menem y siempre estuvo vinculado al PJ bonaerense, del que fue Diputado provincial.
Pero su salto a la popularidad absoluta fue cuando, un 10 de febrero de 2002 se agarró a trompadas en vivo con el conductor Mauro Viale. La televisión por aire, desde mediados de la década de 1990, debía competir con la naciente TV por cable, y el periodismo amarillo, el escándalo y las aspirantes a famosas agarrándose de las mechas parecían ser el camino favorito de los productores de aquellos años. Aquella pelea se convirtió en el epítome del formato. Hace un par de semanas se estrenó la primera temporada del podcast «Efecto iceberg», que en cuatro episodios apasionantes analiza profundamente esta escena histórica de la televisión vernácula.
El deporte – ciencia en la sangre
Pero de Samid, en este caso, nos interesa otro aspecto, menos conocido y –si se quiere– inesperado. Y es que más allá de las piñas mediáticas, alguna que otra condena y su periódica reaparición, especialmente en las redes sociales, el autoproclamado «Rey de la Carne» es un avezado jugador de ajedrez.
El ajedrez es un juego milenario (en el siglo pasado se lo denominó como deporte) que nació en Persia. Y que en pocos siglos se extendió por todo el mundo conocido –particularmente Europa– a través del Imperio Bizantino.
Entonces no debería ser sorpresivo que un descendiente de sirios, con fuerte vínculo con su cultura y su tradición, tenga, al menos, nociones de ajedrez (hay que tener en cuenta que una cosa es saber jugar al ajedrez y otra, muy distinta, es saber mover las piezas).
Lo cierto es que Samid juega al ajedrez desde adolescente. Y a lo largo de su vida ha participado en torneos y –eventualmente– en partidas simultáneas contra grandes carteludos internacionales que periódicamente visitaban nuestro país. Y en este rubro se encuentra invicto enfrentando a dos de los ajedrecistas más importantes de la última mitad del siglo pasado.
Ajedrez, pasión de multitudes
Durante la segunda mitad de la década de 1980, el ruso Anatoly Evgenievich Kárpov y el azerbaiyano Garry Kimovich Kaspárov monopolizaron el mundo del ajedrez internacional. En aquellos años, el deporte – ciencia ganó primeras planas de los diarios de todo el mundo. Inclusive algunas partidas eran retransmitidas por televisión abierta.
Desde la época del norteamericano Bobby Fischer, que fue campeón del mundo entre 1972 y 1975 y era un verdadero rockstar de las 64 casillas, que el ajedrez no vivía un momento de popularidad de esas características. Fue justamente Kárpov quien le arrebató el título ecuménico a Fischer sin que los jugadores se enfrenten tablero mediante. Discrepancias con el formato de la disputa decidieron a la Federación Internacional de Ajedrez a quitarle el título al norteamericano y ungir al ruso. En Moscú, y en plena guerra fría, se festejó fuerte.
Entre el 10 de septiembre de 1984 y el 7 de noviembre de 1990, Kárpov defendió ante Kaspárov en siete oportunidades el campeonato mundial. Antes de ello el ruso había defendido su título en dos ocasiones ante su compatriota Viktor Korchnoi.
Visitantes ilustres
Dependiendo de las posibilidades económicas, en Argentina se suele invitar a estrellas del deporte a realizar exhibiciones, presentaciones, sesiones de fotos y zalamear a los gobernantes de turno. En estas mismas páginas hemos cronicado las visitas de Muhammad Ali (https://www.altagracianoticias.com/muhammad-ali-en-argentina/) y de Louis Armstrong (https://www.altagracianoticias.com/las-aventuras-de-satchmo-en-buenos-aires/), pero la lista es larguísima e incluye a deportistas, actores y acrices y músicos. Muchos de ellos tienen su foto con el presidente de ese momento (Perón con Gina Lollobrigida, Menem y Macri con los Rolling Stones, Menem y Madonna, De La Rua con…).
Tanto Kárpov como Kaspárov visitaron nuestro país una decena de veces cada uno. En casi todas las ocasiones los Grandes Maestros jugaron partidas simultáneas (eventos en el que un jugador –por lo general un maestro o Gran Maestro– juega distintas partidas a la vez contra varios jugadores, muchas veces aficionados. Es como que en medio de un viaje a LeBron James lo pongan a tirar libres con cualquiera que se anote.
El turco y el campeón del mundo
En 1982, Anatoly Kárpov llegó a Mar del Plata para participar del «IV Torneo Magistral Internacional de Ajedrez Clarín», aunque el tipo venía en plan distendido y terminó el certamen en cuarto lugar. Habrá aprovechado el tiempo y el clima para comer pescado en el puerto, ir a la famosa churrería y comprar alfajores.
Pero también hizo otras presentaciones y jugó algunas partidas simultáneas. El propio Alberto Samid recuerda el momento: «En el año ’82, cuando él era todavía campeón del mundo, vino y jugó unas simultáneas en Ciudadela. Jugó contra 25 mesas y en una sola hizo tablas… conmigo».
El segundo encuentro entre ambos se produjo en agosto de 2010. Kárpov participó en el torneo Magistral del Bicentenario, disputado en Villa Martelli, partido de Vicente López. Obviamente, también aprovecharon y le organizaron unas simultáneas. Había que sacarle el máximo jugo posible al cachet abonado. El ilustre visitante ganó todas las partidas excepto dos en las que hizo tablas. Fueron contra los tableros del ajedrecistas profesional, Emmanuel Pradines, y del matarife de La Matanza, Alberto Samid.
En ese mismo año 2010, y un mes después que su archinémesis, visitó nuestro país Garry Kaspárov (perdió siete series mundiales con Kárpov). Era esta la cuarta oportunidad en que el azerbayano llegaba a Argentina y tenía una apretada agenda que se ocupaba más de lo político que de lo deportivo. Sin embargo hubo tiempo para algunas simultáneas en el ya citado Círculo de Ajedrez de Villa Martelli.
Como no podía ser de otra manera, allí estuvo Samid. Y mantuvo su invicto ante los Grandes Maestros (aunque algunas versiones afirman que recibió ayuda externa, algo que está prohibido en este juego). Cuando lo consultaron por las dificultades de enfrentar a jugadores de este nivel, el carnicero –con mal disimulada humildad– dice que «no fue difícil. Yo soy un aficionado del ajedrez, pero lo juego hace 50 años. Toda la vida jugué al ajedrez. Con amigos, etc. Y también soy muy estudioso de esto y me di cuenta que cuando juegan partidas simultáneas (Kárpov y Kaspárov) siempre juegan de la misma manera. Entonces dije ‘bueno, vamos a jugarle así’. Y por suerte salió bien».
Y vos, ¿con cuántos grandes maestros hiciste tablas?