Por Gustavo Gutiérrez
Belgrano omite la última materia, la más importante. Gesta generosamente, el arquero rival es figura, pero también marra. Erra un montón; cuando el partido es gobernado por el juego, el acierto final de la conversión te permite empezar a poseerlo.
Talleres no gesta, no crea, no genera espacios; avanza siempre, pero no ataca nunca. Tiene tres delanteros que en el pizarrón son una promesa ofensiva, pero sin alimento, se mueren de hambre.
Belgrano presenta a Denis Rodríguez. Punzante, todoterreno; sociedad con Alaniz que te hace de lateral y volante todo al mismo precio. Brunetta está más concentrado en el juego, además de su capacidad para manejar la pelotita. Sequeira pasado de vueltas pero presencia siempre amenazante, aunque a vece se reciba de morfón. Suárez es un toque de distinción, aunque a aparezca tres veces en el partido. Lértora labura por él y por Rivero (que hasta ahora es chiquito, intrascendente). Le abolla el arco a San Martín, lo convierte en figura a Ardente, pero no convierte.
Talleres tiene dos volantes iguales. ¿Prescindirá de Guiñazú o de Cubas, o seguirá jugando por los dos? Porque para pasar al plan de creación ofensiva, va a tener que buscar otra alternativa; porque no alcanza con el irregular Giménez. Si los laterales tampoco suben con decisión, los delanteros quedan absolutamente aislados. Hoy Araujo, Montenegro y Sosa como antes Arias, Chelo Torres, Silva… y siguen la firmas. Quizás Pochettino -que para mí debe ser titular de acá a la China- y Maroni (con 19 años, y ésto hay que ponerlo en un recuadro como para no ponerle la mochila de conductor ni de líder ni de referente) entre ellos le den al equipo la frescura creativa que hoy no tiene. Casi no le pateó a Andrada y sí, tiene derecho a quejarse por el penal de Pablo Pérez no cobrado. Pero si pesamos todo su juego, la balanza marcaría poquitos gramos a la hora de tratar de meter una pelota profunda. Fue casi nada ante un Boca discreto, pero que ganó bien.
Cuando al celeste lo inundaron las dudas, sufrió. Su arquero fue héroe. Ganó un punto pues estuvo cerca de perderlo, aunque pudo ganarlo en la primera parte de la película.
El pecado de gol es común a celestes y albiazules. Uno, Belgrano, que no convirtió cuando tuvo el partido casi, casi en bandeja. El otro, Talleres, fue demasiado tibio. Solo avanzó, que no es lo mismo que atacar.
Por eso los dos, a su modo, tienen el mismo pecado de gol.