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Educo, luego existo

Virtualidad vs. Presencialidad ¿Cómo seguimos?

Por Alexis Aguetti

Virtualidad vs presencialidad. El 2020 llegó como trompada y nos dijo, cambien, no hay otra. Asustados por la situación epidemiológica y enfrentando un contexto que jamás hubiésemos pensado vivir, la pandemia del Coronavirus nos obligó a cambiar nuestra forma de vida adaptándonos semana tras semana.

2020: Virtualidad Plena

El sistema educativo se vio obligado a replantear la forma de transmitir conocimientos y saberes.  los docentes debimos enfrentar la educación a distancia con muchas dificultades y, sobre todo, sostenerla con recursos propios. No estábamos preparados para las contingencias de esta nueva realidad, nadie lo estaba para una “PANDEMIA”; pero, tampoco estábamos aptos para enfrentar situaciones complejas como sociedad, estado y país.

La virtualidad comenzó con muchas improvisaciones y, a la vez con grandes deseos de resolver la problemática y entre reuniones virtuales y clases por wsp, zoom o classroom fuimos resistiendo y los problemas de conectividad comenzaron. Cada quien debió pagar de su bolsillo internet desgastando además los dispositivos propios. En un país con más del 40% de pobreza (según INDEC), era lógico pensar que pocos podrían sostener la educación a distancia. Sobre todo, teniendo en cuenta que la mitad de esos pobres son niños.

Por eso, encuestas privadas (argentinos por la Educación) marcaban que el 40% de los alumnos no contaban con wifi. En las escuelas de gestión pública, el 56% contaba únicamente con celulares para realizar sus actividades escolares y apenas el 12% tenía netbooks, tablets o pc. Más de un 10% no contaba con nada. Las cifras son algo mejores en las escuelas de gestión privada: casi un 5% no tiene dispositivos y el 23% solo tiene celulares; fue así que en la sociedad comenzó a instalarse la opinión de que la virtualidad era perversa y muy mala para todos los actores de la sociedad educativa.

¿La VIRTUALIDAD fue mala o, la implementación fue mala?, ¿La VIRTUALIDAD fue un reemplazo o un “complemento” útil para el sistema educativo? Para responder estas preguntas pienso que antes deberíamos resolver los problemas básicos de pobreza estructural, de conectividad y de planificación.

2021: Presencialidad Plena

Tras el 2020 y la experiencia adquirida, volvimos a la presencialidad plena, o algo así. Recordemos que al principio del año escolar se comenzó con burbujas lo que implicó ver a cada una de ellas cada 15 días. Esto nos enfrentó a repetir la misma secuencia didáctica, y que una clase demorara mínimo 15 días. Todo ello retrasó o acortó los contenidos, sumado a un cierre de 2 semanas en escuelas de ciudades grandes y continuando con presencial en escuelas de ciudades pequeñas o comunas. Una situación que para los docentes en particular fue complejo ya que muchos tenemos más de 2 escuelas. Las universidades continuaban en virtualidad. Los papás y mamás debían reorganizar sus vidas completas para esta “nueva normalidad”, mas aún si la familia se conformaba por 2 o más hermanitos en distintas edades escolares.

Pasado el receso invernal, se comenzó a desestimar lo aprendido con la virtualidad y se juntaron algunas burbujas para tener las aulas con el total del alumnado (con tapabocas y algunas escuelas con máscara protectora… obvio teníamos que repetir los conceptos varias veces); algunos años o cursos lograron unirse y en otros casos permanecieron las burbujas ya que la estructura edilicia de ciertas escuelas no lo permitieron.

En 2021, 8 de cada 10 escuelas estatales combinaron clases presenciales y virtuales. Aunque hubo un incremento de la presencialidad tras el receso invernal, en la segunda mitad del año aún había un 47,5% de escuelas que mantenían la bimodalidad. 7 de cada 10 familias prefirieron que la escuela volviese a ser únicamente presencial, mientras que el 23% prefirió la combinación de presencialidad y virtualidad y, un 5,2% continuar de manera virtual. Así lo indicó el informe del Radar Educativo, elaborado por el Observatorio Argentinos por la Educación.

¿La presencialidad fue útil o no? ¿La presencialidad debería repensarse junto con la virtualidad como complemento? Para responder estas preguntas pienso que debemos hacer hincapié en las mismas propuestas que nombramos en el punto anterior por sobre todo en la “planificación” y en el reordenamiento del sistema educativo.

nakasone