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¿Vos cómo lo ves?

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: «El lado ´B´ de la sobrexigencia»

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: "El lado ´B´ de la sobrexigencia".
Lic. Patricia Orofino (*) Psicopedagoga Psicoterapeuta Familiar
Mat. 5108-76

Hablemos primero de la exigencia.

Creo que todos de algún modo nos hemos exigido para realizar una tarea o cumplir una meta. Y esta exigencia nos ha brindado el impulso para llevar adelante lo que deseábamos en forma idónea.

Nos hace sentir que somos muy responsables, inteligentes y que lo que hacemos será con un alto grado de calidad. ¡Valió la pena el esfuerzo!

Todo ello es cierto. El punto es, cuando esa exigencia traspasa el límite de lo esperable;  es un ir más allá de nuestro potencial y que todo sea perfecto!!

Y aquí es cuando se transforma sin darnos cuenta en el lado “B”… la Sobre exigencia.

¿Sabes qué pasa cuando uno se sobre exige?

Tendemos a desvalorizarnos cuando no llegamos al objetivo que nos hemos propuesto; marcamos el faltante sintiéndonos así, en deuda y culpables. ¡¡No se tolera el error!!

¿Dónde queda entonces el disfrute de haber logrado lo que esperábamos?

Parece que no existe tal disfrute porque siempre el vaso está medio vacío; y al estar permanentemente pendientes de las metas y resultados, vamos dejando de lado el vincularnos con otros. Y así, nos volvemos personas críticas, autoritarias, negativas para uno mismo y para con el entorno.

Entonces pareciera que ser sobre exigente, más que una virtud… ¡es una tortura!

Cabe preguntarse ¿valió la pena?; ¿lo disfruté? ¿Qué dejé en el camino?

Es justo decir también que la sociedad actual impone estándares de rendimiento lo más eficientes posibles. Se valora la excelencia, se premia al que consigue destacar.

Y así surgen los “tengo que obtener ese ascenso”; “tengo que ganar ese torneo”…

La imposición deteriora y violenta, incluso cuando viene de nuestro propio interior.

Esa actividad frenética es el camino hacia lo inalcanzable; termina siendo una relación interior muy tóxica.

Llevada a un estrés extremo puede derivar en el llamado “burnt out” o el síndrome del quemado; el que lo padece siente un agotamiento extremo mental, físico y emocional.

Muchas veces hemos escuchado que “querer es poder”. El querer es imprescindible porque nos brinda energía, motivación, pero también hay que saber si contamos con los recursos y capacidades para realizar lo deseado. Si no se tiene en cuenta que el deseo no es todo, luego el costo será muy alto.

¿Qué les pasa a los niños y adolescentes con la sobrexigencia?

¡Los desborda! No solo está la exigencia lógica por parte de la escuela sino que a veces, contribuye a esta situación, el tener padres hipercríticos y exigentes.

Estos padres que generalmente son autoritarios, dominantes, severos, les imponen estándares a veces inalcanzables en el ansia de que su hijo sea sobresaliente e intachable en rendimiento académico, deportes, etc…

Un ejemplo de esta situación, es una película llamada «King Richard”. El método William

Trata de un padre con sus dos hijas tenistas que han sido muy exigidas para ser campeonas en todos los torneos. Su padre se transforma en su propio entrenador cuando ellas eran niñas y luego al llegar éstas a la adolescencia, contrata al mejor entrenador para llevarlas al éxito.

Transcribo algunas frases que dan cuenta de la sobre exigencia hacia estas niñas:

Padre a sus hijas: …”No hay nada que no puedan hacer”

Padre: “¿Quién es tu mejor amigo? Niñas: “Vos papá”

Padre a un entrevistador: “Somos estrictos con nuestras niñas… antes que nacieran diseñé un plan de entrenamiento para que sean estrellas del tenis”

Hijas: “No te vamos a fallar”

Padre a su esposa: “Ellas van a revolucionar el mundo”

¿Imaginan la presión que les significó a esas niñas? Su padre de alguna manera les ha privado de vivenciar su infancia, acelerando los procesos de aprendizaje propios de su edad, como así también alejándolas de la convivencia con sus pares y de sus propios sueños.

Esa expectativa exagerada trae como resultado en un niño o adolescente serios problemas que pueden ir desde dificultad en las relaciones interpersonales, sensación de fracaso… culpa entre otros. Aparecen también sentimientos de angustia, retraimiento, desesperanza, apatía, rabia.

Y en casos más severos, como he llegado a comprobar en algunos adolescentes, cuando ya no toleran ni saben manejar tanta presión, pueden llegar a recurrir al “cutting”.

Esta práctica se trata de es hacerse pequeños cortes en la piel del cuerpo. Al preguntar por qué lo hace la respuesta es porque los alivia de tanta exigencia. Como mencioné antes, esto ocurre en casos extremos.

Por eso es muy importante observar los cambios de los hijos tanto en el hogar como en el rendimiento escolar…ver si no puede dormir, si tiene una ansiedad desmedida, si está apático, si no se relaciona con los amigos y toda aquella conducta que exceda la habitual. Es también prioritario propiciar la comunicación y la expresión por medio de la palabra, dentro del grupo familiar.

Otra mirada acerca de la sobrexigencia tiene que ver con el tema de las cirugías estéticas.

En estos días, los medios de comunicación  hablan continuamente de los trastornos físicos y emocionales, causados por una mala práxis del cirujano plástico Lotocki hacia la modelo Silvina Luna.

Se sabe de los serios riesgos de muerte que ella está corriendo día a día y estamos informados por diferentes cirujanos y abogados desde el punto de vista legal, acerca de los productos prohibidos que dicho médico utiliza.

Ahora bien… ¿Qué impulsa a las personas, que sabiendo los riesgos continúan exponiéndose?

A modo de posibles hipótesis, estimo que puede tener relación con el hecho de los estándares de belleza y juventud eterna, promovidos socialmente como un valor importante a alcanzar.

La industria de la belleza y las figuras ideales que promueven los medios de comunicación, hacen deseable la necesidad de “encajar” y “pertenecer” a ese mundo que muestra como ideal del éxito el ser joven y atractivo. Y esto significa una gran presión y exigencia para cumplir ese mandato, aún a riesgo de la propia salud.

Resumiendo… el sobre exigirse no es una actitud que merezca ser celebrada; es mucho más saludable tratar de tener un equilibrio entre el querer lograr un objetivo y el saber si contamos con los recursos y potencialidades para llevarlo a cabo.

Les comparto  el pensamiento del filósofo Byung-Chul Han autor del libro: “La sociedad del cansancio´”:

“Vivimos en una sociedad del rendimiento que nos ha convertido en esclavos de nosotros mismos. No concebimos el fracaso, llevamos nuestro cuerpo al límite para conseguir nuestros objetivos, y eso acaba desembocando en todo tipo de trastornos neuronales.

Vivimos en una sociedad  aparentemente libre marcada por el lema: “Sí, se puede”. Primero crea una sensación de libertad, pero después genera el “tú deberías”…

Pienso que es una interesante reflexión para darnos cuenta en qué punto estamos parados. Podemos preguntarnos ¿Cuántos más de los “deberías” soportaríamos?

                                                                            ¡Que tengan una buena semana!

nakasone