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Vida y muerte de Jesse James

Vida y muerte de Jesse James
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Su vida y su imagen inspiraron casi cuarenta películas, centenares de comics, varias canciones, incontables libros e incluso dos videojuegos.

En la pantalla de plata lo personificaron, entre otros, Robert Wagner, Robert Duvall, Kris Kristofferson, Rob Lowe, Colin Farrell y Brad Pitt. Es un verdadero ícono dentro de la cultura del far west, la mitología de la conquista del Oeste y los cow boys como arquetipo del villano popular del norteamericano medio.

Jesse Woodson James había nacido en 1847 en el Condado de Clay, una localidad del Estado de Misuri, en límite con el de Kansas que actualmente es un suburbio de Kansas City. Era el segundo hijo de los tres que tuvo el ministro de la iglesia bautísta Robert James con Zerelda Elizabeth Cole.

Además de predicar la palabra del Señor, Robert era un próspero comerciante, pero cuando Jesse aún no había cumplido tres años de edad, se trasladó a California encandilado por la fiebre del oro. No encontró el preciado metal, pero sí halló una tumba anónima.

Nace la gran banda

En 1862, cuando estalló la Guerra de Secesión, Jesse y su hermano mayor Frank se unieron a las fuerzas irregulares del infame confederado William Quantrill, las que –un año después– perpetraron la masacre de Lawrence: el 21 de agosto de 1863, más de 300 jinetes entraron a sangre y fuego a esta ciudad antiesclavista ubicada en medio del territorio esclavista. Ejecutaron a unos 200 hombres y niños, muchos de ellos a sangre fría.

Finalizada la guerra civil, proscriptos y despojados de sus pertenencias, Jesse y Frank formaron la que sería una de las bandas de forajidos más conocidas en la historia delictiva de Estados Unidos. La James-Younger Band –formada por los James, los hermanos Cole, Jim y Bob Younger y Clell y Ed Miller– se especializó en asaltar bancos y trenes.

Bandido rural

Jesse se transformó en el jefe y cerebro de la banda, cuyos «trabajos» eran cada vez más resonantes y propiciaron la popularización de leyendas en torno a los asaltantes. Una de ellas afirmaba que eran «invencibles», porque sus golpes merodeaban lo temerario y nunca los sheriffs pudieron atrapar a ningún miembro de la pandilla.

Al mismo tiempo empezó a rumorearse que Jesse era una especie de Robin Hood o, lo que por estos lares León Gieco catalogaría como «bandidos rurales». Bueno, ni Robin Hood existió ni los bandidos rurales del cantautor santafesino repartían sus botines entre el pueblo, más bien fidelizaban a algunas comunidades para que les sirvieran de escudo moral y guarida, como hacía Pablo Escobar en Medellín. Pero eso no es tan romántico y no queda bien en las canciones.

Con la Pinkerton detrás

No se ha establecido una estadística precisa de cuántos golpes dio la James – Younger Band (gran nombre para un grupo de música country), pero fueron lo suficientemente numerosos y resonantes para que la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton se ocupara de ellos. Y ya se sabe, si te persiguen los sabuesos de la Pinkerton es porque triunfaste como delincuente.

Y no es para menos, solamente en su primer trabajo (asalto al banco Clay County Savings Association, en Liberty, Missouri, en febrero de 1866) se llevaron un botín de 60.000 dólares –una verdadera fortuna para la época– en un robo realizado en pleno día.

Una década después de aquel golpe inaugural, la cabeza de Jesse valía 10 lucas verdes, así que no solamente las fuerzas de la ley más o menos regulares estaban detrás de él, sino también un verdadero ejército de cazadores de recompensas.

Un ataque fallido

Los muchachos de la Pinkerton quisieron ser expeditivos luego de varios intentos de capturar a los integrantes de la banda que fracasaron. Los forajidos le daban sustento a su fama de «invencibles» y lograban desaparecer minutos antes de que llegaran sus perseguidores. Los tipos se la hacían fácil a los guionistas de cine.

A finales de enero de 1875, un pequeño ejército de agentes de la Pinkerton rodeó la casa de la madre de Jesse. Aunque el bandido no se encontraba en el domicilio, atacaron y fueron rechazados por los guardias que custodiaban la vivienda. Sorprendidos por la inesperada resistencia, los atacantes arrojaron una bomba que mató a un medio hermano de Jesse, de solamente 8 años, y le hizo perder el brazo a su madre.

Fue una pésima publicidad para la Agencia, que se ganó el repudio popular. Por su parte, y contra la opinión de los demás miembros de la banda, Jesse viajó a Chicago con la intención de matar a Allan Pinkerton, el dueño de la organización. Pero el hombre que quería matar estaba custodiado las 24 horas del día y la única manera de asesinarlo era en un ataque suicida, por lo que regresó sin cumplir sus deseos.

Cuando la suerte se acaba

Poco después, la banda perpetró su golpe más ambicioso: el First National Bank en Northfield, Minnesota, un estado donde nunca había actuado. El botín era prometedor y también se podría hacer una especie de reivindicación social, toda vez que los accionistas del banco habían hecho su fortuna a expensas de los granjeros sureños quebrados por la guerra. Para más morbo, la seguridad estaba a cargo de la Pinkerton.

Todo salió mal. Los asaltantes debieron huir sin llevarse ni un mango. En el frenético desbande el grupo se dividió. Por una parte los Younger y por otro los James. Se ve que los que tenían suerte eran estos últimos, porque los hermanos Cole, Jim y Bob fueron atrapados y varios de los cómplices que escapaban con ellos murieron en la acción. Los que cayeron fueron juzgados y condenados a una buena temporada en gayola. La Jesse – Young Band había dado su último show.

Vivir rápido

Después de este fracaso, Jesse vivió escondido. Se fue a vivir a Saint Joseph, en Missouri, pero en 1879 los ahorros producto de sus asaltos se agotaron. Con su hermano Frank convocaron a los hermanos Charley y Bob Ford para formar un nuevo grupo.

En junio de 1881 dieron el último golpe, cuando asaltaron un tren que les procuró un jugoso botín. En esta ocasión Jesse asesinó a sangre fría a William Westfall, hombre de Pinkerton que estaba a cargo de la seguridad del convoy y que había formado parte de la delegación de la agencia que atacó la casa de su madre seis años antes.

Un año después, Bob Ford hizo un arreglo con el gobernador de Missouri para acabar con las correrías de Jesse James. Entregarlo o matarlo era lo mismo. Ford le disparó a James en su casa (la de James) y por la espalda. En su lápida su madre mandó a cincelar: «En memoria de mi hijo amado, asesinado por un traidor y un cobarde cuyo nombre no merece figurar aquí».

Tenía 34 años. «Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver» aconseja Humprey Bogart en la película «Knock on any door». Jesse James no había visto la película, pero cumplió al pie de la letra.

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