Pese a los anuncios y al inicio de los trabajos, todo marcha bastante lento. Los plazos se acortan y se hace poco probable que este año se habilite el natatorio mayor de la ciudad.
Los avances en las obras de la Pileta Olímpica van demasiado lentos como para correr a la par de un almanaque que muestra que la temporada de verano está a la vuelta de la esquina. A pesar que el intendente Torres anunciara hace algunas semanas que el natatorio iba a poder ser utilizado este verano, todo parece indicar que el tema se quedaría solo en anuncios.
La obra -ambiciosa por cierto- contemplaba, al menos en el proyecto original, una remodelación del natatorio. La construcción de un solarium y la conversión de la gran pileta en dos espacios. Ello serviría no solo para fines prácticos, sino que solucionaría el viejo problema de grietas y filtraciones que tiene la Olímpica. Todo ello, acompañado de una nueva parquización y de instalaciones remozadas en lo referido a sanitarios y servicios de distintos tipos.
En un primer momento, la obra se iba a encarar con dineros provenientes de Nación. Estos fueron gestionados desde Alta Gracia, y prometidos en Buenos Aires, pero nunca llegaron. «Igual, vamos a encarar la obra con fondos propios», declaró el intendente ante el evidente no arribo de los dineros de Nación.
Pues bien, ya en la recta final de octubre, las obras marchan a paso lento, casi como determinando que el final de historia podría no llegar a ser el deseado. ¿Será tan así? ¿Volveremos a tener un verano sin la Olímpica funcionando?
