Por Gustavo Gutiérrez
Si los brazos amplían el volumen del cuerpo, el jugador se expone a un riesgo si la pelota impacta en uno de sus brazos. Ahí es penal. La recomendación parece clara, contundente, menos para los árbitros, que siguen cobrando con el reglamento viejo sin tener en cuenta el agregado de Don Elizondo.
Por eso Nico Lamolina, tan frágil como su papi, dice «penal de Godoy» porque amplía la superficie, pero dice «no» cuando el defensor de San Lorenzo hace lo mismo, luego de que el balón le pega en su pierna y estalla contra su manito que está… Oh! re despegada de su cuerpo.
Por eso Mauro Vigliano tampoco cobra mano de un defensor de Huracán que para la pelota en el piso como si fuera Marcos Díaz… pero no es Marcos Díaz.
Sumemos la mano de Barbieri, defensor de Racing que recibe el pelotazo luego de un mal pique del balón en un pozazo. Los árbitros tienen criterios disímiles. Unos se aferran a la recomendación: cualquier mano, es penal. Otros, otros están analizando la intención, desconociendo la orden, y se equivocan peor.
Querido VAR, debemos decirte que te necesitamos. Y no me vengan con que el fútbol debe convivir con el error humano porque acá estamos hablando de despojo, de injusticia mayúscula, de que te metieron la mano en el bolso, ¿impericia, o soberbia, a propósito.
Evitemos teorías conspirativas que viven en bares de dudosa alcurnia. El VAR no nos va a salvar, pero evitará las metidas de pata al por mayor que vamos sufriendo fin de semana a fin de semana.
