Laura tiene 25 años y de verla nada más, uno se da cuenta que se le hace muy complicado seguir una vida normal. Lo que le sucedió hace un tiempo la marcó para siempre.
La historia de Laura es dolorosa. Horrible. Casi salida de un capítulo de alguna serie de investigaciones policiales de la televisión yanqui. Pero no. Laura nació y vive en Alta Gracia. El calvario de abusos y vejaciones comenzó en nuestra ciudad y hoy trata de rehacer su vida también acá.
«Estaba sin techo y sin trabajo»
«Tuve que irme de Córdoba porque sufría violencia familiar. Con mi niño muy chiquito me volvía para Alta Gracia. Si seguía con mi marido, o él me mataba o yo lo mataba a él para defenderme. Seguir ahí era imposible», comienza relatando valientemente Laura.
«Esto pasó hace unos cinco años. Yo estaba acá sola, sin techo y sin trabajo. Fue cuando vino a la ciudad el circo Unión, que buscaba gente. Me ofrecieron un sueldo interesante, un trabajo decente y un lugar donde vivir», sigue contando.
En el circo Laura debía realizar tareas de limpieza, acomodar sillas, trabajar detrás de escenario y otras cosas más. «El primer mes todo fue muy bien, pero luego comenzaron a cambiar las cosas. Me pidieron los DNI mío y de mi hijo (que tenía poco más de un año). Según dijeron, para sacarles fotocopias, pero nunca me los devolvieron».
Así, indocumentada y sin tener donde más ir, Laura siguió junto al circo. Lo peor estaba por llegar.
«Fue un infierno»
«Cada día que pasaba yo pedía mis documentos y me los negaban. Pasaba el tiempo y lo único que recibía era un plato de comida por día. Del sueldo acordado, nada. Además, cuando mi hijo empezó a caminar, lo pintaban de payasito y lo hacían trabajar».
La condiciones de vida no eran dignas. «Vivíamos en una casilla que cuando llovía se llenaba de agua. Mi hijo se enfermó varias veces por las mojaduras que nos agarrábamos cada vez que caía agua.».
Pero, ¿no intentaste irte, abandonar el circo?, es la pregunta que surge. «Si, pero no podía. Nunca me dejaban sola cuando salía del circo. Cuando íbamos a un pueblo y repartía volantes en la calle, a mi hijo me hacían dejarlo en el circo y me amenazaban diciendo que si me iba, que me fuera sola porque a mi hijo lo tenían ellos. Y siempre me hacía acompañar por alguien de su confianza, para que yo no hablara con nadie. Que si un día el nene aparecía en una alcantarilla iba a ser culpa mía por haber hablado o haberme ido, me decían».
Evidentemente, así era muy difícil poder dejar esa situación atrás. Pero esto no fue todo.
«Por las buenas o por la malas»
«Angel, el dueño del circo desde que entré a trabajar se quiso propasar. ´Vos vas a ser mía por las buenas o por las malas´, me dijo luego que me negara a tener sexo con él varias veces. A partir de ahí, abusó de mí muchas veces. Siempre amenazándome con que si hablaba, le iban a pasar cosas feas a mi hijo», siguió narrando Laura.
El diálogo por momentos se entrecorta por la lágrimas que asoman en sus ojos mientras cuenta lo que fue este calvario que duró casi diez meses.
«Yo creo que no fui ni la primera ni la única que sufrió todo esto», agrega. «Por eso quiero justicia, quiero que este hombre pague por lo que me hizo. Yo no puedo vivir pensando en todo lo que viví. Pasaron cuatro años desde aquello, pero todavía cierro los ojos y lo tengo en la cabeza».
El doloroso regreso a casa
Laura, hace casi cuatro años, pudo finalmente volver a Alta Gracia. Pero no fue en circunstancias normales: «Un día quedé embarazada de este tipo, de tantas veces que me forzó a tener sexo. Fue cuando él me propuso dejarme ir, a cambio que yo abortara el bebé. Me dio un jarabe que me produjo una hemorragia y me dijo que en el hospital dijera que me había caído. No me creyeron, claro. Fue cuando me dio el dinero para los pasajes y que me volviera. El pensaba que yo había perdido el embarazo».
El circo estaba, por esos días, en un pueblo de La Pampa, cerca del límite con la provincia de Buenos Aires. Laura volvió a nuestra ciudad y finalmente su embarazo finalizó en forma abrupta en el Hospital Regional. «Ahora el 30 de noviembre es el peor día de mi vida, porque hace justo cuatro años perdí a mi hijo. Yo no sé si iba a poder mirarlo a los ojos, yo no sé si iba a poder criarlo porque se dio de la manera que se dio. Pero quería tenerlo y entregarlo a alguna familia que pudiera darle cariño. No pude, lo perdí», dice Laura ya definitivamente conmovida.
Sobrellevar el día a día
Transitar el día a a día desde aquella jornada, a Laura se le ha hecho muy complicado. Las heridas del alma no cierran, sangran. El ex esposo un día vino a reclamar violentamente vaya uno a saber qué…. y de la denuncia que hace cuatro años realizó en la Unidad Judicial, nunca más se supo nada.
«Yo quiero justicia, no quiero que este tipo siga caminando libre por la vida haciéndole a otras lo que me hizo a mí y que haya más personas necesitadas que sufran y pasen por lo que yo pasé», reclama.
Luego de mucho tiempo, Laura consiguió en los profesionales del Polo Integral de la Mujer de Córdoba, un apoyo que necesitaba largamente. «Ellas me comprendieron y me comprenden. Me apoyan, me brindan lo que necesito y se preocupan por mí. No alcanza, pero sirve para seguir adelante todos los días».
Laura busca trabajo. «Hoy justo me llamaron para limpiar en una casa y me viene muy bien porque lo necesitaba mucho». Alquila una piecita donde vive junto a su hijo, hoy ya crecido y que a a Jardín de Infantes, y allí sobrevive.
Mientras, tuvo la valentía, el coraje de contar su historia. De hacerla pública poniendo la cara frente a una cámara, para que la sociedad lo supiera y juzgara quien debe realmente juzgar. Una vez más Laura, y los ciudadanos de esta bendita ciudad, esperamos por una Justicia que actúe, que investigue, que juzgue y que encuentre responsabilidades y responsables.
No es tanto pedir, ante semejante calvario vivido por una chica que a sus 25 años ya ha padecido demasiado como para no ser escuchada.
El video con la entrevista completa a Laura, podes encontrarlo en el siguiente link:
https://www.facebook.com/AG.NoticiasAltaGracia/videos/379245883512483