Por Laura Iglesias (Especial para «La Educación sobre la Mesa»)
Algo sucede, un proceso que transforma el estado de un determinado algo, y así vuelve todo a comenzar. Los ciclos implican vida, movimiento, acción, cambios, y en la enseñanza-aprendizaje implican educarnos y re educarnos siempre.
En un abrir y cerrar de ojos, algo pasó, sucedió, atravesó el aula. Un cuaderno se terminó, y pronto otro se abrió; el lápiz se quedó sin punta, y la lapicera sin tinta; el libro de literatura agotó sus capítulos, y los lectores buscan otros entre sus sueños, un poema encuentra su autor en el recreo; la pizarra atesora celosamente los trazos que dieron vida a la clase; los acuerdos de convivencia recorrieron un largo cauce, y ahora anidan en el remanso de un estanque; las actividades activaron estudiantes, y ansiosas esperan la renovación; las capacidades y habilidades en el banco de suplentes, atentas al llamado para el inicio del segundo tiempo.
Pasaron enseñanzas con aprendizajes en andamiajes; vivencias con convivencia; emociones entre encuentros y desencuentros; practicas pedagógicas entre la acción y la repetición. Pasamos de saberes conquistados, a muchos por conquistar, construcción de identidades: individuales, colectivas y sociales, aulas como recintos ideales para debatir y ejercitar el pensamiento crítico; inclusiones que nos incluyeron o en las que no nos incluimos, tal vez por demorarnos en recorrer el laberinto de postulados teóricos que no alcanzan para llegar al resultado de la suma.
Un ciclo de alianzas y estrategias, con el corazón en la mano, la palabra y el buen trato, como estandarte para un fin común: LA ESCUELA y su rol de agente socializador, de sostén de la cultura que nos hace pertenecer a una sociedad, que contiene, promueve y favorece el continuo crecimiento integral de estudiantes y de tod@s.
Autoevaluar para evaluarnos
Resulta imprescindible, en este escenario de ciclos que se renuevan, la posibilidad que debemos darnos de remirar, repensar, deconstruir y resignificar, para continuar transitando este camino infinito del aprendizaje, de esta apertura permanente que nos permite renovar nuestras prácticas pedagógicas, y esta oportunidad la encontramos en la AUTOEVALUACIÓN.
La autoevaluación constituye una oportunidad única para el diálogo, entre docentes y estudiantes, entre estudiantes y docentes, entre docentes y personal directivo, entre institución escolar y familias. Es una ocasión privilegiada para el análisis reflexivo acerca de sus prácticas cotidianas, apareciendo una variedad de puntos de vista sobre los fenómenos que se analizan (Santos Guerra, 1993).
La autoevaluación de las instituciones es una estrategia que genera un proceso de ida y vuelta entre la escuela, el sistema educativo y el contexto sociocultural en el cual la institución se inserta (Nirenberg, Duro 2010).
La mirada colectiva que se construye sobre la escuela a partir de los procesos auto evaluativos implica la integración de diferentes metodologías, técnicas y dinámicas de trabajo, con el propósito de que las instituciones puedan elaborar diagnósticos fundamentados acerca de sus prácticas pedagógicas e institucionales, y retroalimentar así el continuo hacer educativo.
Abriremos un paréntesis para reencontrarnos en un nuevo ciclo. ¡¡Hasta la próxima!!
Les deseo un hermoso domingo
