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Crónicas al Voleo

Badfinger, una triste historia de rock

Badfinger, una triste historia de rock
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Cuando a Paul McCartney le preguntan por la banda galesa Badfinger, sus habitualmente sonrientes ojos adquieren un dejo de nostálgica tristeza y suele murmurar: «Oh, Badfinger. Su historia es una tragedia de Shakespeare». Y no le falta razón al zurdo de Liverpool.

Y es que la banda de Swansea tenía todo para ser la más exitosa de la década del ’70 en adelante. Tanto que encandiló a los cuatro Beatles cuando los fab four iban camino a la disolución. John, George, Paul y Ringo estaban en el tumultuoso proceso que desembocaría en el histórico titular del Daily Mirror del que por estos días se ha cumplido medio siglo y un año más («Paul quit The Beatles»). McCartney, que no se hablaba con Lennon, los fichó para Apple Records y les cedió una canción que sería uno de sus más grandes éxitos. Harrison, que a veces estaba más preocupado por dónde estaban su gran amigo Eric Clapton y su esposa de entonces que por el devenir de la banda, invitó al guitarrista Pete Ham a participar en el épico «Concierto para Bangladesh» en el Madison Square Garden y Ringo… grababa y se volvía a su casa a contestar las cartas de sus fans.

Pero volvamos al asunto que nos ocupa. En la primera mitad de la década del ’60, en Swansea  –que a pesar de su poético nombre («mar de cisnes») es un centro industrial y portuario y parece tener un clima del demonio con el mayor porcentaje de humedad promedio en Gran Bretaña– se formó The Iveys, integrado por los guitarristas Pete Ham y Dai Jenkins, el bajista Ron Griffiths, y el baterista Mike Gibbins. Unos años más tarde, Tom Evans reemplazó a Jenkins y conformó la dupla creativa junto a Ham.

Badfinger junto a George Harrison
Una banda en ascenso

Tras varias actuaciones en Gales y algunas giras por el resto de la isla entraron en el radar de varias discográficas y por indicación de Paul McCartney Apple Records, la aventura empresarial de The Beatles, los fichó y en 1969 grabaron «Maybe tomorrow», su primer «larga duración» (si sabés a que me refiero ya tendrías que haber recibido la vacuna del COVID) que pasó sin pena ni gloria. Sin embargo, McCartney no perdió la fe en su instinto y un año más tarde impulsó la edición de un single con una canción de su autoría. «Come and get it» que se convirtió en un éxito instantáneo, un millón de copias vendidas, número 4 en las listas británicas y 7 en la revista Billboard.

Para entonces ya se llamaban Badfinger y comenzaba a ser el aspirante número uno del trono que acababan de dejar los fabulosos de Liverpool. Luego de editado el single, Griffiths dejó la banda, por lo que Tom Evans pasó a tocar el bajo y sumaron a Joey Molland como como segundo guitarrista.

De su primer LP firmado con el nombre definitivo, «Magic Christian Music», la revista Rolling Stone dijo que era «una buena forma de limpiar el aire después del paso de Led Zeppelin» (no quedó en claro si era un elogio para los galeses o un denuesto para Robert Plant y compañía). En 1970 editaron «No Dice» que es considerado el mejor trabajo de la banda y que incluye el exitoso sencillo «No Matter What», al igual que «Without You» («la canción más increíble de todos los tiempos» según Paul McCartney), que posteriormente Harry Nilsson convertiría en un hit en todo el mundo y de todos los tiempos (¿quién no chapó, o intentó hacerlo, apretando con la melosa versión de Nilsson?).

Parecía que el cielo estaba diáfano y el sol brillaba en el destino de la banda, pero empezaron a aparecer nubarrones. En realidad apareció una enorme nube negra en el horizonte de Badfinger llamada Stan Polley.

Se viene la tormenta

Polley era un neoyorquino que en 1968 había fundado Five Arts Management y en 1970, con presión, insistencia y también algunas poco sutiles amenazas, desbancó a Bill Collins, el manager original, se hizo con la representación de los galeses y reorganizó las finanzas de la banda.

Stan Polley

Mientras tanto, los ex Beatles no se habían olvidado de ellos. Colaboraron en dos temas de «All Thing Must Pass» de George Harrison, en el sencillo «It Don’t Come Easy» de Ringo Starr y en «Imagine» de John Lennon. Al mismo tiempo editaban «Straight Up» que llegó al puesto 31 en Estados Unidos y aportaba dos nuevos éxitos en el historial de la banda: «Day After day», que se cansó de vender copias, y «Baby Blue» (que algunas décadas después tomaría nuevo impulso cuando fue incluida en la escena final de la archipopular serie «Breaking bad»).

Sin embargo, a pesar del éxito comercial, Apple no promocionó el álbum lo suficiente. La banda no estaba completamente satisfecha los resultados y sus integrantes no recibían casi nada del dinero que estaban produciendo; en parte debido a los problemas del sello (que se dirigía resueltamente a la quiebra), pero también debido a la intervención de Polley. A esta altura del partido es indispensable decir que el representante era un estafador que estaba explotando a la banda y quedándose ilegítimamente con casi todos los beneficios económicos.

Mientras Apple se hundía, Badfinger publicó «Ass» cumpliendo con su último compromiso con la compañía de la manzana mientras Polley negoció el pase de Badfinger a Warner y arregló un contrato millonario. Todo parecía indicar que los problemas económicos de los músicos iban a terminarse. Pero muchas veces los indicios nos engañan.

La tragedia entra en escena

Luego de sus dos primeros discos con la Warner, «Badfinger» el más Beatle de todos sus trabajos pero sin éxito comercial; y «Wish You Were Here» un disco notable que tuvo buena acogida de la crítica, fue cuando estalló el escándalo que arrasaría con una de las bandas más promisorias de la década de 1970.

Warner Music descubrió que Stan Polley se había encanutado el dinero de los adelantos, había dejado de concurrir a los sitios habituales; no contestaba el teléfono ni se lo veía en su casa. Con el crápula de Polley también habían desaparecido todas las ganancias de los músicos de Badfinger. También pudo saberse que los derechos de autor de «Without You», con el que Nilsson se había hecho millonario, también se los había afanado el manager. Como si esto fuera poco, la quiebra de Apple impedía que pudieran percibir alguna regalía de sus primeros discos. Todo mal.

La última vez que se vieron Tom Evans y Pete Ham hablaron de la frustrante situación que atravesaban. Cuando se despidieron Pete le dijo a Tom : «No te preocupes. Tengo un plan. Sé lo que debo hacer. Adiós». Esa noche, mientras su pareja (embarazada de 8 meses) dormía, se ahorcó en el garaje de su casa. Había compuesto «Whitout you», una de las canciones más bellas de la historia y que hizo millonaria a un centenar de personas, pero él estaba en bancarrota, sin trabajo, sin perspectivas y a punto de perder su casa por no poder pagar al hipoteca.

Era el 24 de abril de 1975. Dejó una nota a su esposa y a su hijo por venir.  «Anne, te quiero. Blair, te quiero. Ya no puedo querer a todo el mundo y confiar en cualquiera. Esto es lo mejor. Pete». Y una posdata que era una advertencia al causante de sus males: «PS: Stan Polley es un cabrón desalmado. Me lo llevaré conmigo». Tenía 27 años.

Pete Ham
Triste, solitario y final

Badfinger ya no existía como banda, pero en 1978 Joey Molland y Tom Evans la revivieron. El álbum «Airwaves» salió un año después y su sencillo «Love is Gonna Come At Last» llegó al puesto 69 de Billboard. Y en 1981 llegó «Say No More», un estrepitoso fracaso que terminó con Molland fuera y Evans arruinado. Ambos salieron de nuevo de gira con dos nuevas reencarnaciones de Badfinger pero los resultados no fueron buenos.

Hundido, Tom Evans comenzó a obsesionarse con Pete Ham. Hablaba todo el tiempo de él y decía que estaba en «un lugar mejor», al que también él preferiría ir. Su situación económica era desesperante y no tenía fortaleza emocional para enfrentarla. El 19 de noviembre de 1983 se ahorcó en el jardín de su casa.

Stan Polley pasó algunos años en la cárcel y murió en 2009, a los 87 años. Ni esa le salió a Pete Ham.

«Tienes que contratar a un abogado y tienes que leerte todos esos contratos. Nosotros no nos leímos un contrato en nuestra vida» (Joey Molland, miembro superviviente de Badfinger).

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