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Yo muero con la mía

Jorge Sampaoli

Por Gustavo Gutiérrez

«Yo muero con la mía», decía el Coco Basile antes de Colombia. «¿Cómo voy a marcar al hombre si siempre marqué en zona». Yo muero con la mía, y murió nomás… Balderrama y sus boys nos pegaron un flor de bailongo humillante en el mismísimo Monumental.

«Ahora Sampaoli va a jugar como él quiere», era la previa antes de Croacia. Los que le escriben el diario lo aseveraban. Limpieza para históricos: afuera Biglia, afuera Rojo, afuera el mismísimo Di María. No pongo a Armani porque soy un tozudo, no incluyo a Pavón porque soy un terco. El poder de los jugadores pulverizado por el poder del técnico. Lucha de egos, vanidades… total, el fútbol puede esperar.

Pero el fútbol  no espera. El juego no espera, porque eso es lo que posibilita seguir o volverte sin más trámites. El equipo de Messi se trasnformó en el equipo del «dolape», sin un mísera idea. Messi en un estado de abulia, sin arquero, casi un combo explosivo.

Rakitic y Modric nos mostraron flor de lección, nos mostraron cómo se juega en el mundo con dos «cincos» modernos, a contramano de un fútbol antiguo, que atrasa, con intérpretes repetidos. Mascherano y Biglia. ¿Hasta cuándo Mascherano y Biglia? Sin siquiera al menos la cuota espiritual para pegar un suelazo intimidante o un par de gritos…

Pero el Mundial duró un suspiro y Nigeria después de vencer a Islandia nos posibilita una vida más. Obligados a ganar sin juego, es casi una utopía. Esperar que Croacia con algunos suplentes le empate aunque sea los vikingos y disfrutar de Octavos después de haber hecho casi todo mal.

Armani al arco. Ahora si, después del blooper de Caballero. Y resucitarlo a Messi, que aparece sin alma, en pena. ¿Podrá Argentina aprovechar esta última chance?

Al menos, depende en principio de sí mismo. El poder de Sampaoli, el poder de los jugadores. Demasiados egos, vanidades ridículas…

En San Petersburgo se va la última bola. Es cierto, casi sin guita futbolera, pero con ilusión, con esperanza, con expectativa. A lo mejor, ¿quién te dice? con un poquito de juego alcance para empezar a creer que «morir con la de uno», no sirve para nada.

nakasone