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¿Vos cómo lo ves?

¿Vos como lo ves?. Hoy: «Los apegos, ¿somos esclavos?»

¿Vos como lo ves?. Hoy: "Los apegos, ¿somos esclavos?"
Lic. Patricia Orofino (*) Psicopedagoga Psicoterapeuta Familiar
Mat. 5108-76

Como en todas las situaciones de la vida, el apego… tiene un comienzo.

Tiene su origen en los primeros lazos que se forjan en nuestra niñez. Ese primer contacto del hijo con su madre que lo abraza, lo pone junto a su pecho, lo alimenta y es con el que comparte esas miradas de reconocimiento y de  amor entre ambos. La madre entonces, es el primer objeto de amor y protección. Luego, ese apego se irá replicando con otras figuras significativas que le irán aportando seguridad a lo largo del desarrollo. Y de esta manera, se va potenciando el vínculo primario y que se crea cada vez que los padres responden a la necesidad del bebé.

Es el “apego seguro” que le permite explorar el universo que lo rodea buscando conservar la proximidad con su figura de apego y a la vez, resistiéndose a su ausencia.

Es a su vez el que le promueve emociones positivas como la confianza, alegría, calma, placer…

El chupete, el osito, la almohada… van siendo los primeros sustitutos del pecho amoroso de su mamá.

Pero, también existe el “apego inseguro”, el que se da cuando por ejemplo por distintas causas, no existe esa contención y protección amorosa en la que el bebé convive, quizás en un ambiente ambivalente o de violencia o indiferencia. Es posible que esto luego, se traduzca en una ansiedad extrema, en rabia, miedo, estrés…

Y tal parece que a los apegos los vamos repitiendo y transitando a lo largo de la vida.

Todos estamos atados por esas cadenas invisibles que no solo provienen de nuestra infancia, sino también de nuestros ancestros, de  la cultura, de las creencias… estos vínculos parecen estar anclados; son viejos apegos que nos impiden avanzar y realizar nuestra propia personalidad.

La tradición budista dice que existen ciertos venenos que causan una vida infeliz: el Apego y la Ignorancia.

 El Apego que viene de que las cosas tienen que ser de una manera y no, como realmente son; de que lo bueno está en alguna parte y no dentro de nosotros.

La Ignorancia, que nos hace adaptarnos y resignarnos en lugar de ser intrépidos y buscar otras posibilidades que mejoren nuestra  vida.

Un cuento acerca del elefante encadenado nos habla de un pequeño elefantito atado con una gruesa cadena a una pequeña y finita estaca. Pareciera obvio que al crecer, un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, también podría tirar de esa pequeña estaca y arrancarla.

Y uno se pregunta ¿por qué no huyó?

Resulta que cuando era chiquito trató de tirar y tirar tratando de liberarse sin lograrlo, hasta que un día aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

A veces a las personas nos pasa lo mismo que al elefante; pensamos que no podemos, porque un día alguien nos dijo que no seríamos capaces y que tendríamos así, que depender de otro.

Hemos escuchado frases que nos condenan a resignarnos y dejar transcurrir las cosas como vienen ya  determinadas. “El destino está escrito”; “esto no es lo tuyo.”

De esta manera dejamos de lado lo que podemos hacer con nuestra vida… y ahí es cuando se pierde la capacidad de disfrutarla.

Un claro ejemplo es el que las mujeres en general hemos crecido leyendo novelas románticas, escuchando a las abuelas, tías… a decir verdades sobre lo que debe ser un matrimonio. Esos mensajes quedaron grabados en nuestra mente y en el corazón: “te va a hacer feliz”; Te va a dar seguridad”

Pero luego, con el tiempo y los avatares de la vida, nos fuimos dando cuenta de que eso no era tan cierto.

El  apego afectivo en la pareja es como una adicción que como tal, con el tiempo, puede generar depresión. Se está en la creencia de que ese vínculo nos dará el placer, bienestar y seguridad que necesitamos. Pero, lejos de ser así, nos somete a la esclavitud y a perder el horizonte de quienes somos en realidad y a veces, perdemos hasta la dignidad.

Algunos lazos son tan negativos que necesitamos sacarlos de nuestra trillada senda para obligarnos  a crecer.

Jean Paul Sartre decía que hay que hacer algo con lo que hicieron de nosotros.

¿A que sentís que estás amarrado?. ¿De qué situaciones te sentís esclavo?

Cuando uno se apega a algo o a alguien le está entregando el poder a otro para que nos domine y esto tiene que ver con el miedo, la inseguridad y la dependencia. Se distorsiona el proceso de información y hace que uno atribuya a esa fuente de apego poderes especiales, idealizándolo.

Para los orientales el apego es una adicción y para los occidentales, una manifestación de cariño o necesidad de éste. En realidad, es la incapacidad de renunciar al placer que ese apego nos brinda.

“El apego restringe nuestra visión para que no podamos ver las cosas desde una perspectiva más amplia”. Dalai Lama

Cuando queremos transformar a la persona que amamos, la alejamos muchas veces de su esencia, de su felicidad.

Vivimos en un mundo de apegos; a los que amamos, al trabajo, a la moda, a las mascotas, al pasado, las posesiones, la belleza, las creencias…

¿Cómo me doy cuenta que tengo un apego?

Porque se manifiesta como un ansia voraz e insuperable hacia una persona u objeto; porque se llega a un límite de descontrol que nos hace perder nuestro horizonte y nuestra individualidad.

Todo ello conlleva a un sufrimiento, cuando no se puede estar con ese objeto de deseo.

Lo opuesto a esta conducta es el «Desapego.” Es estar preparado para las pérdidas; es vincularse sin miedos, sin despersonalizarse al fundirse con otro, siendo así, independiente emocionalmente.

Si uno está desapegado se es libre; uno se pertenece a sí mismo. Y no es egoísmo, sino simplemente tener la libertad de que aun estando en pareja, cada uno respete su individualidad.

Todo el mundo está en movimiento. Si uno está apegado al pasado, no puede crecer. Hacer ese duelo no es fácil, pero ayuda para nuestra evolución.

Tengamos presente que lo único permanente… es el Cambio

Cito un lema de la terapia gestáltica:

Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo;

no estoy en este mundo para llenar tus expectativas

 y no estás en este mundo para llenar las mía.

Tú eres tú y yo soy yo;

 y si por casualidad nos encontramos… será hermoso.

                                                                                                Hasta la próxima; pasen una linda semana.

                                                          Si les interesa algún tema en especial, ¡no duden en pedirlo!

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