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¿Vos cómo lo ves?

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: «Duelos, pérdidas y ritos»

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: "Duelos, pérdidas y ritos"
Lic. Patricia Orofino (*) Psicopedagoga Psicoterapeuta Familiar
Mat. 5108-76

Hay una verdad incuestionable… tarde o temprano moriremos algún día.

Y  todos duelamos a alguien o algo… inevitablemente.

El duelo y la pérdida son inherentes a la vida y propias de todos los seres humanos, siendo así necesarios los sentimientos de duelo para de esta forma poder adaptarse psicológicamente ante la pérdida de algo tan valioso y poder seguir viviendo a partir de ello.

Sabemos que ya desde el nacimiento el bebé sufre una pérdida cuando ocurre el destete; todo el contacto con el pezón materno desaparece dejándolo con ese vacío. Él también tendrá que realizar ese proceso que incluye el llanto, la angustia y el enojo.

Pero… ¿Qué es el duelo?

Es la reacción a la muerte de un ser querido, en la que algunas personas suelen tener episodios de depresión, tristeza, insomnio, angustia, rabia, soledad, culpa; sensación de perder el sentido a la vida… incluso tener pensamientos de muerte.

El duelo nos conmociona; es un shock que a veces es  difícil de soportar… es como si todo se hubiera desmoronado dejándonos con un enorme sentimiento de soledad y vacío.

Nos angustia también perder el lugar que ocupábamos en la vida de esa persona.

El duelo, a su vez, enseña que hay que aprender a perder pues ante lo inevitable, lo mejor es la aceptación. Nos enseña también a despojarnos de la esperanza, aceptando los hechos tal como son, primando el sentido de realidad. Si no fuera así, moriríamos en el intento de recuperar algo imposible.

¿Qué ocurre cuando el que se muere es un hijo? ¿Es posible hacer ese duelo que pareciera que es algo inconcebible?

Freud escribió lo siguiente, después de la muerte de su hija Sofía:

“Se sabe que el duelo agudo que causa una pérdida semejante, hallará un final; pero que permanecerá inconsolable, sin hallar jamás un sustituto”

“Todo lo que tome ese lugar, aun ocupándolo enteramente, seguirá siendo un sustituto”

Pareciera que para  ese dolor no hay refugio donde aliviar el sufrimiento.

Las pérdidas

Pero no solo el duelo hace referencia a una muerte, sino también a distintas pérdidas. Pero el proceso de pérdida es diferente al duelo por la muerte real.

Cuando se rompe una pareja, es una pérdida relacionada con los sentimientos amorosos. En ese proceso por pérdida de la relación o de alguna decepción, o bien, con la pérdida de la juventud, o de un trabajo, de una ilusión generalmente existen emociones contrapuestas como el enojo, tristeza, nostalgia, etc…

Puede ocurrir una decepción. Por ejemplo, cuando un hijo idealiza en demasía a uno de sus padres y por los avatares de la vida sucede que el mismo comete un gran error que lleva a su familia a un gran derrumbe. Esa decepción se traduce en una conmoción, algo se quiebra en ese hijo por lo que es necesario hacer un proceso de duelo.

Ahora bien, no entran en la categoría de duelo las pérdidas comunes, diarias de objetos que en verdad a todos nos sucede. Sentiremos rabia, pero de ahí no pasa.

Hay otro tipo de duelo que sin que nadie se muera, produce un gran impacto. Y es cuando por ejemplo, el médico le dice a una mujer o a un hombre la imposibilidad de tener un hijo en forma natural. Se produce un shock instantáneo.

Lo mismo ocurre cuando se tiene que amputar una pierna o un brazo a una persona, acá tampoco es una muerte, pero sí, muere una parte del sujeto y sus expectativas de futuro.

Etapas del duelo

La primera, es el impacto que tal hecho produce; en ese momento sobreviene un sentimiento de irrealidad e incredulidad. Es la negación de lo que está sucediendo. 

La segunda, es cuando se atraviesan todos los sufrimientos, la angustia, la culpa, las cosas que no se dijeron, las que quedaron pendientes; el pensar que ya no hay sentido para seguir viviendo. Es la depresión. Un momento difícil de superar.

La tercera, es la aceptación, es empezar el camino para seguir viviendo teniendo la posibilidad de volver a reconstruir su destino. Es como una herida que acaba de cicatrizar, lo cual no implica dejar de recordar, sino poder seguir viviendo con ello. Es aceptar que algo perdimos, pero que hay cosas nuevas que no teníamos y que surgieron con ese proceso.

Los  rituales

Ancestralmente todas las culturas y religiones han creado ceremonias para reconocer el fallecimiento de sus miembros.

Los rituales de despedida ayudan a aceptar la realidad de la muerte; a estructurar el caos emocional y compartir la pérdida y el dolor. Se necesitan estas ceremonias que alivien la angustia de la irrupción de la muerte.

Los discursos o conversaciones recordando hechos de la vida del que murió, fortalecen los vínculos entre los que están de duelo. Se necesitan actos que trasciendan las palabras para poder simbolizar y representar lo que sentimos.

No terminamos de estar preparados ante la muerte porque ella nos deja una sensación de soledad y vacío que es enorme.

Mindfulness lo ejemplifica de esta manera:

“-Deja que se vayan, Lucía -dijo la abuela-

-¿Quiénes?

-¡Las lágrimas! A veces parece que te vas a ahogar en ellas, pero no es así.

-¿Crees que algún día dejarán de salir?

-¡Claro! -dijo la abuela-. Las lágrimas no se quedan demasiado tiempo, cumplen con su trabajo y luego siguen camino.

-¿Qué trabajo cumplen?

-¡Son agua, Lucía! Limpian, aclaran… Como la lluvia. Todo se ve distinto después de la lluvia”.

                                                                               Queridos lectores, ¡hasta la próxima semana!

                                                                                                  ¡Disfruten cada momento!

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