Mat. 5108-76
Que vivimos desde hace muchos años en crisis no es algo desconocido; la desigualdad económica; la pérdida de empleos; el aumento exponencial de la pobreza y la pérdida de la esperanza son claramente indicadores de que algo más profundo está detrás de todo esto… ¡la pérdida de los valores!
Lo que respalda a la corrupción evidentemente es la falta de honestidad; la codicia de poseer más ganancias y poder en detrimento de la sociedad.
La doble moral y a veces la falta de justicia del sistema judicial, en el que se supone debemos confiar, pero que dado los muchos actos realizados en forma preferencial, ha hecho que perdamos la confianza debida. Es triste reconocer que se absuelven personas que deberían estar procesadas, pero esto ocurre por diversos intereses, entre los cuales están los favores políticos.
Ahora bien, resulta que la sociedad está compuesta por personas que devienen de una familia, seno en el cual, se forjan los valores primarios.
De allí surgen los funcionarios que nos gobiernan y también algunos ciudadanos deshonestos que seguramente, han aprendido esos valores básicos pero que por diversas circunstancias, parecieran haberlos olvidado.
El tema es que sin valores la sociedad se vuelve violenta, corrupta y ambiciosa en demasía.
Da cuenta de ello el aumento de la violencia; la indolencia hacia lo que le pasa al otro; las grietas derivadas de las luchas de poder…
Lo más preocupante es el triste ejemplo que se deja a los niños y jóvenes los cuales quedan inmersos en la desesperanza de un futuro cada vez más incierto.
¿Y qué es lo que se fue perdiendo?
El respeto por la palabra dada, la solidaridad, la práctica de la honestidad, la cordialidad en el trato.
¡Debemos saber que no todo da igual!
Cada acción en desfavor de los valores, trae consecuencias a veces irreparables o que se repiten una y otra vez en la sociedad.
Como ejemplo, valen los actos deshonestos de un gobernante cuyo accionar afecta en general a las personas más carenciadas.
La letra de un tango nos dice: “es lo mismo ser sabio, ignorante, chorro…estafador” “todo es igual, lo mismo un burro que un gran profesor”
¿Cómo definiríamos a los valores?
Son las principales cualidades que caracterizan a cada persona y que los lleva a actuar de acuerdo a sus creencias.
Se van aprendiendo a lo largo de la vida… en la casa, la escuela. Y ellos reflejan la evolución del pensamiento en cada etapa del desarrollo.
Vemos que en el pasado se han seguido diferentes valores en las distintas culturas y aquellos que se habían asumido como despreciables, en otras, eran la base de la educación.
Los espartanos por ejemplo, obligaban a los niños a la obediencia absoluta. En otros pueblos realizaban ritos que incluían la prostitución masculina y femenina; en el antiguo Israel se regían por las leyes dadas por Moisés.
La homosexualidad condenada en la Edad Media, fue tolerada en el Renacimiento Europeo; en Suiza durante la época de la reforma, se estableció un período de rigurosidad moral.
Incluso hoy en día dentro de la misma sociedad, la gente tiene diferentes normas morales.
Los códigos éticos han cambiado rápidamente y cada familia va adoptando aquellos que han aprendido a lo largo de sus vidas.
Los filósofos han discutido por siglos el tema de los valores.
Paul Sartre opinaba que el hombre tiene que ser su propio juez respecto a las normas morales.
Podría ser un desafío para el futuro tratar de recuperar los valores, para que surjan de las próximas generaciones, ciudadanos con apropiada formación de los mismos en las etapas tempranas de la niñez. Y todos debemos tener la obligación de asumir el compromiso de cambiar la conducta y ser un mejor modelo para los niños y jóvenes en formación. Empezar a predicar con el ejemplo y la coherencia entre la palabra y los actos.
Así quizás se pueda ir recuperando la honestidad, la solidaridad, el sentido de justicia y el compromiso social.
Algunos autores opinan que los medios masivos de comunicación tienen también un papel importante como mensajeros de ésta recuperación.
¿Te acordás cuando en pandemia, los medios de comunicación nos hacían reflexionar para ser solidarios con el mensaje repetitivo de: “Pensá en los demás. Lavate las manos”?
Hay también series y películas en Netflix que nos muestran tanto situaciones de valores sociales como de antivalores, tales como el racismo, esclavitud, pérdida de la libertad, discriminación y el machismo.
Ésto puede ser una oportunidad para aplicar el pensamiento crítico y cuestionarse sobre aquello que sería mejor adoptar, para permitirnos vivir en paz.
¡ ¡Hasta la próxima semana! ¡Disfruten la vida!
