AG Noticias
¿Vos cómo lo ves?

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: ¿De qué te estás quejando hoy?

¿Vos cómo lo ves?. Hoy: ¿De qué te estás quejando hoy?
Lic. Patricia Orofino (*) Psicopedagoga Psicoterapeuta Familiar
Mat. 5108-76

Y sí… todos nos quejamos algunas veces pero, convengamos que hay personas que han hecho de la queja su estilo de vida.

Pasa algo curioso, cuando uno comienza quejándose de algo. Por ejemplo… «nada me sale bien».  De repente, se van sumando un sinfín de pensamientos negativos que se suceden en forma automática, como cascada y que van en crescendo cada vez más…

«No sirvo para nada»; “soy un fracasado”; “seguro me bochan el proyecto”; “tengo mala suerte” Como consecuencia de esto, se suman el enojo, el resentimiento, la angustia.  

Es decir que en una sola queja, se entremezclan un montón de sensaciones y  emociones.

¿Algo de esto te pasa?   Con cuánta frecuencia?

¿De  qué se trata la queja?

Es un interminable diálogo interno con nosotros mismos cuando queremos expresar o aliviar un malestar, dolor o con la intención de criticar algo o a alguien.

En general tenemos una colección de quejas esperando salir a la luz… nos quejamos del trabajo, de cómo nos tratan, de si llueve, de si hace mucho calor…

Un proverbio oriental nos dice:

                                                          “Si tu mal tiene remedio, por qué te quejás?

                                                            Si no lo tiene, ¿por qué  te quejás?

Profecía  Auto cumplida

Cuando digo “nada me sale bien”, se trata de esa profecía ¡y finalmente cada cosa que emprendo efectivamente me sale mal!

El que se queja siente el malestar del problema que lo aqueja “Ay ¡estoy harto de mi trabajo!«

Su diálogo interno se lo confirma y como consecuencia, se apropia de esa conclusión y siente tanta presión que finalmente se paraliza para poder actuar con eficacia y encontrar alternativas de solución.

Es cierto que todo el mundo tiene derecho a quejarse, a pensar que algo no nos gusta y opinar que se tiene que cambiar.

Pero, ¡hay quejas y quejas!

Quejas Justificadas

Se dan cuando en una situación de tensión expresamos en forma de lamento una queja para relajarnos y sentirnos mejor. Nos permite recibir ayuda para vislumbrar posibles soluciones, sentirse escuchado y acompañado.

Dos pacientes están internados en camas vecinas en un Hospital. Uno de ellos se  queja constantemente… ¡”Ay qué sed que tengo!”

Su vecino de cama luego de escucharlo varias veces, le dice: “Bueno, cálmese amigo, voy a levantarme y le busco un vaso de agua”. Se levanta dolorido por su reciente operación, recorre el largo pasillo y le trae el vaso  de agua, que el otro bebe con fruición. “Bueno, ahora podré dormir”

Al poco rato escucha otra vez: ¡Ay, ay, ay! “Qué le pasa ahora” y el otro responde: «Qué sed tenía!«

Ejemplo éste que da cuenta de  la necesidad de ser escuchado y acompañado por otro, que nos puede ayudar a  buscar soluciones.

Un hombre entra en la iglesia quejándose con expresión desesperada para pedir consejo al cura. Le cuenta el problema y el cura le dice que en el campo, la gente mayor tenía muchas quejas. Y que para resolverlas tomaban la Biblia, la arrojaban al suelo y dependiendo de en qué hoja se había abierto creían que Dios les guiaba el dedo para darles la solución. Al hombre le pareció muy ingenuo este consejo por lo que decidió irse.

A los seis meses el hombre volvió a la iglesia bien vestido, con un auto último modelo diciendo que había hecho lo que se le había recomendado… El cura asombrado le preguntó qué había pasado. El hombre le dijo que cuando llegó a su casa, arrojó su Biblia al suelo, se fijó en cuál hoja había caído y se dio cuenta que la hoja señalaba el capítulo 18… pero nunca lo había leído. Entonces pensó que ya el capítulo 17 había terminado por lo que tenía que empezar uno nuevo!!

Claramente en este relato podemos ver cómo la queja funcionó como motor de cambio.

Quejas Nocivas

Surge cuando algo o alguien no cumple nuestras expectativas. Generan un bucle de pensamientos intrusivos que uno mismo los retroalimenta formando así, parte de la vida personal.

Nos cargan de energía negativa produciendo estrés en uno y en quienes nos rodean. Esa negatividad  tiene su repercusión en nuestra salud mental; nuestro cerebro se llena de información negativa y distorsionada y así miramos el mundo que nos rodea.

Estas personas necesitan compartir su negatividad y depositarla en los demás.

 ¡Nos quitan energía y nos agobian!

¿Te preguntaste porqué nos molesta tanto escuchar la queja de otros?

Claudia escuchaba una y otra vez la queja de su pareja respecto a no conseguir trabajo.

Al principio, sintió una gran carga de auto exigencia por brindarle posibles soluciones. Pero, al darse cuenta que en su pareja no surtían ningún efecto pues a cada sugerencia él le contraponía una razón contraria. Claudia comenzó a sentirse impotente y culpable.

Esa mezcla de emociones frustrantes le produjo un gran enojo que terminó diciéndole: «¡Basta! No te quejes más, ¡la culpa es tuya que no hacés nada por cambiar!»

Las quejas, en especial de los demás nos resultan insoportables… nos hacen sentir que nos manipulan o bien, que se victimizan.

Para no quedarnos enganchados en esta situación, lo más sano es compartir ese malestar sin sentir la obligación de dar solución.

Podemos preguntar: “¿Hay algo que se te ocurra para empezar a resolver este tema?«

A un reconocido sabio judío le preguntaron qué haría si tuviera un encuentro con un israelita que se está quejando. El dijo  que lo primero que le diría es: ¡“Oy,oy, oy!¡ Qué problema!» Compartiría su dolor.

Existe otra cara implícita en la queja y es el beneficio secundario que se obtiene de la misma. Esto sería sentirse víctima… seguir en la misma situación y esperar  que otro se compadezca y nos ayude.

Pero en verdad, es un beneficio mentiroso e inútil porque no nos ayuda a resolver el motivo de la queja y favorece el quedarse en la inacción.

Cuando uno dice: “Y bueno, es lo que hay”; “Me tocaron estas cartas”.

En este caso la genética no es una condena, ni excusa; ¡puede modificarse!

La queja nos detiene… nos estresa…y como tal, no sirve para nada. ¡Es contagiosa como el bostezo!

¡Que tengan un lindo fin de semana!

nakasone