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Molossia, un pequeño país en medio del desierto

Molossia, un pequeño país en medio del desierto
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

A principios del siglo pasado, un gangster de Brooklin imaginó, en medio del desierto de Nevada, un hotel casino de lujo. Allí donde solamente había un pequeño poblado que en épocas de la colonización del Oeste había servido de posta para las caravanas de colonos que iban a buscar fortuna en las costas del Pacífico.  Así, Benjamin «Bugsy» Siegel puso la piedra fundamental de ese fenomenal centro de entretenimientos a cielo abierto conocido mundialmente como Las Vegas (https://www.altagracianoticias.com/el-inventor-de-las-vegas/).

Sin el glamour y el luminoso lujo de esta disneylandia para millonarios y ludópatas, en 1999 Kevin Baugh fundó su propia república. En los suburbios de Dayton –un pequeño poblado atravesado por el río Carson y ubicado a poco más de 50 km. de Reno, capital del estado de Nevada– se levanta la República de Molossia.

Baugh invirtió apenas diez lucas verdes para fundar su propia nación, la que había imaginado en la infancia junto a su amigo James Spielman. Se trata de unas seis hectáreas en las que se puede hallar tres propiedades, la residencia de Baugh, la de su esposa y una que se encuentra vacía y, se supone, es la residencia de un eventual gobernador.

Pero a pesar de su pequeño territorio y su muy limitada población (apenas 34 habitantes, 30 personas y 4 perros. Todos pertenecientes a la familia de Baugh), al parecer Molossia tiene ambiciones expansionistas, toda vez que pertenecen a esta república el Protectorado de New Antrin, ubicado en una locación desconocida en Pensilvania y la provincia de Desert Homestead, en el Sur de California, además de Vespería (territorio reclamado en Venus) y Neptune Deep en el lecho del océano Pacífico.

Un honesto dictador

Sin tapujos, Baugh reconoce que la forma de gobierno de Molossia es una dictadura, aunque se apura en aclarar que él es un dictador honesto (que es lo que dicen todos). «Yo gobierno de cierto modo con mano dura. En realidad, no tan así. Soy una especie de buen dictador. Con guante de terciopelo», dijo Baugh. Un poco como Pinochet, que sostenía que la suya era una «dictablanda» mientras le mandaba a cortar las manos a Víctor Jara.

El dictador, cuyo título oficial es «Su Excelencia el Presidente Gran Almirante Coronel Doctor, Protector de la Nación y Guardián del Pueblo», afirma que a menudo consulta los asuntos de gobierno a la primera dama (su esposa, Adrianne) y a la jefe de la policía (su hija de 11 años, Alexis), pero finalmente a las decisiones las toma él. De hecho, la constitución de Molossia (si, tienen una!) prevé una Asamblea Nacional y otras instituciones republicanas. Sin embargo, «debido a la constante amenaza extranjera desde las fronteras», Baugh impuso la ley marcial, según la cual él ejerce la suma del poder público.

Armada de botes inflables

A esta altura es indispensable dejar en claro (por si aún queda alguien que no lo sospeche) que casi todo lo relacionado con Molossia es decididamente delirante. Por ejemplo, su moneda oficial es el Valora y está conformada por fichas de póker. Por otra parte, su principal fuerza de defensa es la Marina de Guerra, compuesta por un bote inflable, dos bananas inflables y una campana de buceo.

Según el sitio de la Armada de Molossia, las tareas de esta fuerza se centran en la exploración y la investigación, y opera casi de forma exclusiva en el lago Tahoe y otras lagunas de la región. El armamento militar está compuesto por algunos fusiles Enfield 1853 (del tipo utilizado en la Guerra de Secesión), un cañón de defensa marítima y uniformes tradicionales y de combate.

Todo lo dicho en el párrafo anterior parece descabellado si no se tiene en cuenta que desde 1983 ésta micronación está en guerra con Alemania Oriental. No están claras las razones del conflicto ni por qué se mantiene aún después de la reunificación alemana en 1989.

Atracción turística

Molossia tiene 25 días festivos (en Argentina solamente tenemos 19 y algunos creen que es demasiado) y la celebración más importante es la del 4 de febrero, cuando se celebra el día de Jack, en honor al Primer Perro del dictador. También se destaca el día del Presidente. Aunque Kevin Baugh aclara que «de hecho, se celebra todas las veces que sean posible durante julio, el cual culmina con un viaje a Olive Garden (una cadena de restaurantes italianos), el 30 de julio». Ese es el día del cumpleaños de Su Excelencia.

En los últimos años ha crecido la afluencia de turistas. La viralización de las particulares características del lugar, su vistoso gobernante y algunas instalaciones artísticas de dudoso gusto generaron el interés de los viajeros. Cada año llegan a Molossia un promedio de… 14 visitantes.

Para visitar Molossia se debe sacar turno previo y el paseo consiste en una visita guiada de 45 minutos a cargo de Baugh (vestido con uniforme militar). Los visitantes deben poseer un pasaporte y cambio en efectivo para ser admitidos, aunque esta disposición no se aplica a los ciudadanos de Andorra, Liechtenstein, San Marino, Mónaco, Seborga y «cualquier otro país reconocido por Molossia».

Rigurosa legislación

Como ocurre en cualquier país del mundo, el visitante deberá allanarse a la legislación local, que prohíbe la portación de armas, municiones, explosivos, drogas ni tabaco. Tampoco se pueden utilizar bombillas incandescentes o bolsas de plástico. También está prohibida la importación de cebollas, morsas, espinaca fresca y bagres. Esta última medida fue adoptada cuando una revista decidió a última hora sustituir un reportaje previsto sobre Molossia por otro sobre la captura de ese tipo de pez.

Los turistas sólo podrán utilizar botas tejanas si demuestran poseer al menos dos vacas. No se permite pasear elefantes, y para mantener un rinoceronte como mascota deberá comprarse una licencia. A cambio de todo ello, en Molossia son legales el matrimonio homosexual, el aborto y el suicidio asistido.

Más que capitán de su propio barco, Kevin Baugh es el dictador de su propia nación. Orgulloso se pasea por la única calle del país mientras le habla a los turistas que pagaron el tour en riguroso efectivo (la economía de Molossa es barrani 100×100), saluda a la jefa de  policía y le aconseja que haga los deberes. Llega al final del recorrido, despide a los visitantes y le pregunta a la primera dama si ya está lista la comida.

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