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Editorial

Las personas con discapacidad

Una nueva entrega de Claudia Wagher. Esta vez, se pone el foco en el concepto de "personas con discapacidad"

   Una nueva entrega de Claudia Wegher. Esta vez, se pone el foco en el concepto de «personas con discapacidad» 

En la nota anterior, hice referencia al síndrome de Down específicamente, bien sabemos que es una discapacidad innata, es decir, que se produce al momento de la fecundación, como muchas más. Como hay también discapacidades que se manifiestan en algún momento de la vida de una persona. Independientemente de ello, todas son personas.

    Hoy haré hincapié en las personas con discapacidad, desde una mirada abarcativa, luego iré especificando en otras notas siguientes.

Ser Persona:

   Referirse a persona con discapacidad, como primer punto, supone que nos referimos a personas, como todas. El diccionario de la Lengua Española define “persona” en extensión y profundidad, destacándose básicamente que se refiere al “individuo de la especie humana”, “sujeto de derecho”. Mientras que para la filosofía significa “una sustancia individual de naturaleza racional”.

   Y esta aclaración tan sencilla y, en realidad al parecer, hasta redundante, abre una gama de dimensiones que no siempre son tenidas en cuenta.

   Independientemente del tipo de discapacidad (para ver, para oír, para comprender, para comunicarse para desplazarse, …) o del momento y del tiempo de adquisición (innata o adquirida; reciente o de toda la vida), más allá de su grado de severidad (leve, moderada o grave; estacionaria o progresiva; etc), debemos referirnos a ellos como personas, como sujetos de derecho y de obligaciones, acorde a su edad.

Un desarrollo natural

   Entonces, por más que desconozcamos estas características, tal apreciación alude holísticamente al individuo. Orienta más acertadamente en relación al trato, a la interpretación de las posibilidades del sujeto para hacer y para decidir su presente y su futuro, su vocación y sus intereses más allá de lo limitado que se esté o que se vaya a estar. Implica aludir a la persona con discapacidad desde todos y cada uno de los lugares como ciudadano, estudiante, jefe de familia, consumidor, vecino, fanático de algún deporte, socio, espectador, cliente, votante, ocupado o desocupado, … es decir: al miembro potencialmente activo de la comunidad donde nace, crece y debe desarrollarse. Digo “debe” porque no debemos condicionar en absoluto desde otros lugares, y lamentablemente, en la realidad, sucede a menudo.

   Complementariamente ya la OMS es la versión clasificatoria de la CIDDM, 1980 apuntaba lo siguiente que mantiene total vigencia:”Cuando se intenta aplicar el concepto de discapacidad hay que tener mucho cuidado con la forma en que se expresan las ideas. Como se refiere especialmente a las actividades, la discapacidad tiene relación con lo que ocurre – la práctica – en un sentido relativamente neutro, más que con lo absoluto o lo ideal y con cualquier juicio que se pueda hacer al respecto. Decir que alguien tiene una discapacidad (sic) es mantener la neutralidad, ya que son posibles matices e interpretación en relación con su potencial. Sin embargo, las afirmaciones formuladas en el sentido de lo que alguien es en vez de lo que alguien tiene, suelen ser más categóricas y negativas. Por eso, cuando se habla de alguien ´está´ discapacitado, como  si con ello se hiciera una descripción convincente de este individuo, se corre el peligro de resultar ofensivo y de crear un estigma” (CIDDM; página 59)

‘Elementos’ de un todo

   En conclusión, nos referimos a una persona que tiene una discapacidad, por lo cual decimos “persona con discapacidad”. Una expresión que conduce también a reconocer y valorar las capacidades de cada uno e interpretar sus necesidades. Todos tenemos un potencial a desarrollar, desde que nacemos, y todos tenemos en un aspecto de nuestra personalidad algo que nos resulta más dificultoso poder desarrollarlo. Esto se debe simple y valiosamente, a que somos personas, integrantes de una sociedad que necesita de todos funcionando como complementos para crecer desde el aporte que cada uno de nosotros pueda otorgar. Y por sobre todo, humanamente, partiendo del respeto y sentido común, ponernos por un instante en el lugar del otro (esto es algo que reiteraré porque lo considero sumamente importante. Así  y sólo así, podemos entender y comprender al otro).

“Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales.

Hay fuegos grandes y fuegos pequeños.

Y fuegos de todos los colores”

Eduardo Galeano

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