Por Belén Montoya – Platea preferencial es una columna pensada para hablar de cine. Saliendo del lado formal de AGNoticias, la columna se propone a recomendar películas, comentar films y a brindar «datos color» de actrices y actores pertenecientes a Hollywood, cine argentino y cine independiente. En esta ocasión, hablaremos de La sociedad de la nieve, una película española dirigida por J.A Bayona y producida por Netflix.
Una trama conocida, con una vuelta de tuerca original
La sociedad de la nieve (2023) es una película dramática española que está protagonizada por actores uruguayos y argentinos. La misma, retrata el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes en 1972. No vamos a mentir, se trata de una trama que ya conocemos en el cine. Sin ir más lejos, ¡Viven! -película de 1993- se basa en el mismo accidente. Además, hay múltiples documentales y libros referidos a este suceso. Sin embargo, me atrevo a decir que esta nueva versión tiene detalles que la hacen novedosa. Vamos a deglosar, uno a uno, esos detalles. Desde acá, activo una alerta de spoiler. Si bien es una historia real ya conocida, habrá quien quiera ver la película directamente.
La atención a los detalles
Un punto clave que destaco de la película, es como está construída la idea. Otros films e incluso libros que se basan en este tipo de acontecimientos reales en los que reina la tragedia, ofrecen largometrajes totalmente morbosos cargados de escenas innecesarias. Pero este no es el caso. La sociedad de la nieve pone su foco en los terribles acontecimientos que estos jóvenes tuvieron que atravesar, sí, pero haciendo un especial hincapié en las ganas de vivir que tenían estos muchachos. Por supuesto, la antropofagia está presente, pues es parte de los hechos. Pero no es el eje principal de la historia. Incluso puedo decir que queda en un segundo plano, lo cual se me hace lógico.
La cantidad de detalles que incluye esta película es abismal. Voy a destacar tres que me parecen un buen puntapié para entender por donde va la cosa. El primero son los grandes planos generales que aparecen luego del accidente de avión. Ahí, se percibe una gran masa blanca -la nieve de la cordillera- y un punto oscuro pequeñísimo en esa masa -el avión destrozado y los sobrevivientes-. De una forma sútil, la película explica que estos jóvenes se encuentran en medio de la nada y no hay una escapatoria sencilla. Un plano es capaz de dar toda la información que necesitamos.
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Otro punto a destacar es el maquillaje. Y aquí cito al estudiante de medicina @_DaniPalma_, quién posteó lo siguiente en X: «Durante el accidente se puede ver cómo Nando Parrado choca con la cabeza y queda en coma durante 3 días. Posteriormente cuando despierta podemos ver sus párpados oscuros (equimosis periorbitaria). Se conoce como «signo del mapache». Es un signo de fractura de la base del cráneo«. Señalando que el director felicitó al joven estudiante por notar eso, quiero destacar el nivel de profundidad de la idea y lo cuidados que están los pormenores, aquellas pequeñas cosas que pudieron pasar desapercibidas pero terminaron dando un toque especial.
Finalmente, hago mención de una cosa más. En una escena, los personajes comienzan a comer cordones de calzado y cigarrillos. No voy a mentir, es una escena ya utilizada, pero me pareció una gran decisión para que la audiencia entendiera el hambre que estaban pasando los sobrevivientes y porqué terminaron recurriendo a la antropofagia. Me parece una escena que da contexto -que, en esta película, nunca está de más-.
El libro homónimo
En una reciente entrevista con Clarín, Pablo Vierci explicó que compartía la misma institución educativa, el colegio Stella Maris, y también la pasión deportiva con aquellos que organizaron el fatídico vuelo del Fairchild 571. Un vínculo especial unía a Vierci con Nando Parrado, ya que eran compañeros de clase desde los seis años, incluso compartían asientos cercanos. Además, compartían la amistad de otro compañero, Guido Magri, quien lamentablemente perdió la vida en el trágico accidente.
Con el paso del tiempo, Vierci, actualmente de 73 años, realizó múltiples abordajes periodísticos en los diarios donde colaboraba. Entre ellos, se destaca un enfoque sociológico sobre la sociedad emergente en los Andes, otro que indagaba en las causas del accidente a través de entrevistas con pilotos y expertos, y un tercer abordaje que le resultaba particularmente conmovedor. Este último fue un pequeño ensayo publicado en el diario El País de Uruguay en diciembre de 2002, titulado «Nosotros, los otros», que narraba la tragedia desde la perspectiva de los fallecidos.
A pesar de sus intentos, cada vez que Vierci consultaba a los sobrevivientes sobre la posibilidad de abordar colectivamente el tema en una obra como La Sociedad de la Nieve, encontraba resistencia. La razón principal de su reticencia residía en el temor de herir a los familiares de aquellos que no regresaron. Sin embargo, este escenario cambió radicalmente al cumplirse cincuenta años del accidente.
“Cuando se publicó el libro de los 50 años del colegio, Ad astra, lo presentamos en el gimnasio del colegio, y en el estrado estaban conmigo casi todos los sobrevivientes. El gimnasio se colmó de gente al punto que hubo que habilitar otra sala con una pantalla. Y lo primero que dije fue que claramente esa multitud no había venido a escucharme a mí, sino a escuchar a los sobrevivientes. O sea a todos los que estaban presentes les sucedía lo mismo que a mí: faltaba contar más capas de esta historia. Estaba claramente inconclusa”
-Pablo Vierci para Clarín
Escribir el libro llevó casi cuatro años. Allí, Vierci hizo un trabajo fantástico en el cual se nota la escucha activa del escritor hacia los sobrevivientes. «Estábamos hablando de la sociedad que ellos crearon y que estuvo pautada por el ejemplo de generosidad más grande que conozco, que es el pacto de entrega mutua, el hecho de decir ‘soy sobreviviente y combustible al mismo tiempo’, y ‘si yo no salgo, te permito que uses mi cuerpo para salir en mi representación’, algo que está incluso documentado en una de las cartas de un chico que murió.»
¿Vale la pena ver La sociedad de la nieve? – Por Belén Montoya
La respuesta corta es sí. La respuesta larga es bastante extensa. Se me hizo una película brillante porque no cae en espacios comunes. No cae en el morbo del canibalismo, no cae en la violencia de sobrevivir 72 días en plena cordillera de los andes. Cae, sin dudas, en el cariño que se tenía este grupo. Cae en las características y el desarrollo de cada personaje. Pero sobre todo, este film descansa en las ganas de vivir que tuvieron todos y cada uno de estos jóvenes. Es una historia muy emotiva, conmovedora, pero sobre todo, respetuosa. Respetuosa con quienes lograron vivir para contarlo y con las familias de aquellos que no sobrevivieron. Desde lo técnico no hay mucho que explayarse, la fotografía, los planos y ángulos son impecables con un guion que denota mucho trabajo detrás. Las actuaciones están totalmente a la altura. Realmente, por mi parte, no hay ni una sola crítica. La escena del accidente es hipnótica -quizás no en el mejor de los sentidos, pero hipnótica en fin-. Vale la pena. Y bueno, hablamos de un film de más de dos horas… Pero no se siente larga. Es una gran historia que se disfruta, se sufre y se vive. Como tiene que ser. La película tiene una duración de 145 minutos.