En esta sección te invitamos a conocer las historias de aquellos altagracienses viviendo en diferentes partes del mundo. AGNoticias dialogó con Franco quien, luego de años dedicados al mundo del vino y la gastronomía, decidió dar un giro a su vida profesional. Ahora estudia programación en Andorra, mientras mantiene viva su conexión con la cocina argentina y el arte del sommelier.
En AGNoticias la sección «Altagracienses por el Mundo» ya es un clásico de nuestro portal informativo. Un espacio dónde les acercamos a los lectores historias de vecinos, amigos o familiares que dejaron su ciudad natal y que ahora están viviendo diferentes experiencias alrededor del mundo. En esta oportunidad, conocemos más al altagraciense Franco Lobos.


Franco siempre había soñado con viajar, pero durante años sus compromisos lo mantuvieron en su lugar, dedicándose a proyectos como un restaurante y «Lemm On». Sin embargo, la pandemia marcó un antes y un después en su vida profesional: la industria gastronómica, su mayor especialidad, quedó profundamente afectada. Al salir a buscar trabajo, enfrentó una dura realidad de salarios bajos y oportunidades limitadas, lo que lo llevó a una creciente frustración.
Con 25 años, comenzó a reflexionar sobre su futuro y cómo sería su vida a los 30 o 40 años si no cambiaba de rumbo. “Sabía que construir un nuevo currículum llevaría tiempo, pero lo que sí podía hacer era cambiar de contexto”, recuerda. Su decisión final se dio tras una entrevista laboral en gastronomía que ofrecía un salario equivalente a un dólar la hora y requería viajar diariamente a Córdoba, una situación insostenible. Esa experiencia lo impulsó a dar el salto y emprender un viaje que redefiniría su vida.


Actualmente vive en Andorra desde hace casi tres años, una experiencia que comenzó en abril de 2022. Antes de establecerse allí, pasó dos meses en Falset, un pintoresco pueblo español en el corazón del Priorato, una de las denominaciones de origen vitivinícolas más prestigiosas de España. Allí se alojó con un colega con quien estudió sommelier en 2016 y tuvo la oportunidad de profundizar su conexión con el mundo del vino europeo.
Durante su estadía, Franco colaboró en las podas de viñedos del centro de formación profesional local, compartió sus conocimientos sobre vinos argentinos en una clase especial y participó en la organización de una exposición de vinos blancos en el castillo de Falset junto a un productor local.


Sommelier, programador y amante de la gastronomía
En Argentina, Franco comenzó a trabajar en la gastronomía desde el 2015, cuando tenía 19 años. A lo largo de casi una década, acumuló experiencia como cocinero, camarero y sommelier, explorando diversas áreas dentro del rubro. A los 25 años, decidió dar un giro en su vida profesional y embarcarse en un nuevo camino.
Hoy en Andorra, combina su pasión por la gastronomía con su interés en la informática. Mientras trabaja en un restaurante argentino, también cursa una carrera universitaria a distancia en una universidad española, habiendo completado ya la mitad del programa y acercándose al 60% de avance en este semestre.


Este cambio le perimitió expandir sus habilidades, aunque se mantiene conectado con el mundo del vino y la gastronomía que lo acompañó desde el inicio de su trayectoria laboral.
¿Cómo es la realidad de conseguir trabajo y vivienda en el extranjero?
Emigrar en busca de nuevas oportunidades lleva tiempo. La incertidumbre de no saber si se podrá conseguir trabajo y vivir con una mínima seguridad pesa a la hora de tomar la decisión.
En relación a esto, Franco señaló que mientras conseguir empleo es relativamente más sencillo, encontrar dónde vivir presenta muchas complicaciones. “El tema de la vivienda es muy complicado, por lo que no es recomendable venir sin una planificación adecuada”, advierte.


El costo inicial para alquilar una propiedad en Andorra es elevado. “Para un alquiler de 1.600 euros, es necesario disponer de unos 5.000 euros solo para empezar, considerando el mes de preaviso, depósito, comisión de inmobiliaria y, en algunos casos, hasta dos meses de depósito”, explicó. Además, la disponibilidad es limitada, lo que agrava la situación. Para quienes llegan por temporadas, una opción viable es el alojamiento ofrecido por los hoteles, mientras que otras personas, como él, logran alquilar una habitación y adaptarse.
En cuanto al trabajo, comentó que es más accesible que la vivienda, aunque las regulaciones migratorias han aumentado en comparación con años anteriores. Esto incluye requisitos estrictos para cruzar la frontera y salir de España con la documentación necesaria. A pesar de las dificultades, planificar con antelación y adaptarse son claves para establecerse con éxito en este pequeño país europeo.


Tres aspectos que, para Franco, son lo mejor de vivir en Andorra
El joven enumeró tres aspectos fundamentales que hacen de Andorra un lugar especial para vivir. El primero es su imponente entorno natural, con montañas mágicas y una red de senderos bien señalizados ideales para el trekking y el hiking.
Aunque el país es pequeño en el mapa, su superficie es extensa y sus paisajes impresionantes. “En solo dos horas de viaje podés recorrer de punta a punta el país y quedar maravillado con las vistas. La nieve en invierno transforma las pistas en una atracción única”, contó.
La seguridad es otro punto fuerte. Franco describió a Andorra como uno de los países más seguros del mundo, donde es común dejar pertenencias sin preocupaciones.


“Podés estar en un bar con el celular sobre la mesa o dejar una patineta eléctrica sin cadenas, y nadie se la lleva. La sensación de tranquilidad es incomparable”, afirmó. Aunque también reconoció que pueden ocurrir incidentes aislados, la constante sensación de inseguridad propia de Argentina no existe allí.
Finalmente, el tercer y último aspecto para el altagraciense es la gran comunidad de argentinos que hacen la vida cotidiana más amena. “Desde el centro hasta las tiendas o los restaurantes, siempre hay alguien de Argentina. En las plazas y senderos, es común ver a gente tomando mate”.
Un símbolo de esta cultura compartida son los «merenderos en la montaña«. Así se conocen en España a los asadores, los cuales son ideales para disfrutar de un buen asado. «Los fines de semana de verano se llena de argentinos con guitarras, parlantes y mates, creando un ambiente familiar que mitiga la distancia de casa».


Descubriendo la cultura andorrana
En lo que respecta al idioma, Franco resaltó la importancia del catalán en Andorra, donde es lengua oficial y se promueve activamente su preservación. Debido a la migración y la proximidad con España y Francia, el idioma ha ido perdiendo terreno en la vida cotidiana.
«Para contrarrestarlo, el gobierno implementará nuevas políticas: a partir de enero, las tiendas deberán atender en catalán, y en 2026, los permisos de residencia estarán condicionados a un nivel básico del idioma».
El joven considera que, aunque estas medidas puedan parecer restrictivas, son necesarias para evitar la desaparición del catalán. “Al ser un país tan pequeño, es comprensible que quieran proteger su lengua”, expresó, agregando que, por su parte, ha decidido aprender catalán para integrarse mejor y valorar la riqueza cultural que representa.


A continuación, sobre la gastronomía, hizo hincapié sobre todo en los calçots, un plato típico local. Se trata de cebollas de verdeo asadas al fuego, acompañadas de una salsa especial hecha con frutos secos y tomates. Además, habló acerca de dos sopas muy características de este país: la escudella y la de Nadal, preparada para Navidad.
También mencionó la diferencia en las parrillas, ya que en Andorra son más altas que las argentinas, lo que complica la cocción de algunos cortes tradicionales, como chinchulines o mollejas.
«Para adaptarse a los ‘merenderos’, lo argentinos suelen llevar sus propias parrillas o elevarlas usando ladrillos. A pesar de estas dificultades, los merenderos son espacios de encuentro y convivencia, donde se comparten comidas y se disfruta de un ambiente muy agradable».


Por último, Franco narró que participar en la primera muestra de fotógrafos argentinos en Andorra significó una gran experiencia de intercambio cultural. «La exposición, realizada en la Casa de la Cultura, permitió a cualquier argentino con una cámara participar, siempre que las fotos fueran tomadas en Andorra».
«La muestra fue preciosa. Se seleccionaron aproximadamente 25 a 30 fotografías y hubo presentaciones de tango, danzas folklóricas y música en vivo. También cantamos el himno argentino que para mí fue, después de más de dos años fuera, muy emocionante. La idea es llevar esta muestra a Argentina, con fotos de andorranos tomadas allí, para seguir fortaleciendo los lazos culturales”, agregó.
Andorra… ¿Invadida por altagracienses?
Estar en Andorra siendo de Alta Gracia ha sido una experiencia que ha conectado al joven con muchas personas de su ciudad natal. Aunque pueda parecer sorprendente, aseguró haber conocido al menos una decena de altagracienses durante su tiempo en el principado europeo.
“Te ponés a hablar con alguien y, de repente, surge el nombre de un conocido en común: un amigo, un primo, o el hermano de alguien que también conocías”, contó.


Recientemente, un amigo suyo lo visitó desde Mallorca, y durante la estadía, también se cruzaron con personas de Alta Gracia. “Resulta que una era hermana de una amiga en común, y apareció alguien más que él conocía”, manifestó, remarcando cómo las conversaciones revelan conexiones inesperadas que los relacionan con la misma ciudad.
Para Franco, lo más llamativo de vivir en Andorra es precisamente la cantidad de altagracienses con quienes se encuentra. “Verte con 10, 12 o hasta 15 personas de Alta Gracia acá es algo increíble. Es un detalle interesante que siempre me sorprende”, concluyó.
Experiencias personales y consejos para aquellos que están pensando en vivir en otro país
Al pedirle un consejo para quienes están pensando en dar el salto y vivir fuera del país, el altagraciense subrayó que lo más importante para viajar es tener la voluntad de hacerlo. «Aunque cada persona tiene sus propios deseos y metas, el primer paso es decidir qué se quiere lograr».
De esta manera, sostuvo que no se siente en posición de dar consejos, ya que él mismo no sabía cómo empezar cuando quería viajar. Para él, este deseo es un proceso interno que requiere reflexión para entender qué significa realmente querer viajar.


«El siguiente paso es proyectar lo que se espera obtener del viaje. Identificar los lugares que mejor se ajusten a esos objetivos y analizar los recursos disponibles. Factores como el pasaporte europeo, las visas requeridas, la situación familiar, los ahorros, la edad, el tiempo disponible y los sacrificios que implica dejar cosas atrás en Argentina son aspectos fundamentales que uno tiene que considerar».
Franco expresó que este proceso es personal y está lleno de variables, pero la clave es encontrar la opción que mejor se adapte a las circunstancias de cada quien.
Por suerte, hoy en día existen innumerables recursos en internet para ayudar a quienes desean viajar. «Desde foros hasta videos, guías sobre visas, permisos y experiencias de otros viajeros, hay una gran cantidad de material disponible que facilita la planificación», explicó el joven.


¿Volver a Argentina?
Toda persona que emprende un viaje para irse a vivir a otro país lejano y ajeno, lleva consigo en su memoria los recuerdos de los seres queridos que dejó atrás. Franco declaró que lo que más extraña es a su gente.
«A mis amigos, mi familia y algunas experiencias compartidas en ciertos lugares, como el río, las fiestas y otros momentos especiales. Por suerte, esto se puede aminorar un poco gracias a los recursos tecnológicos de hoy en día, como llamadas o videollamadas, que permiten mantenerse en contacto».
En cuanto a un regreso a Argentina, no tiene planes de regresar definitivamente a Argentina. Aunque no cierra la puerta a esa posibilidad en el futuro. «Me gustaría mucho volver, sobre todo porque desde que llegué aquí estoy estudiando programación y me imagino trabajando de manera remota, lo que me permitiría ir y venir, tal vez vivir en diferentes lugares temporalmente».

Y añadió: «A veces lo pienso, pero recién ahora siento que estoy construyendo mi identidad en este lugar, creando mi casa, mi círculo, mis amigos y mi trabajo. Es gratificante poder hacer planes y tener con quién compartir momentos».
Finalmente y continuando con lo anterior, el altagraciense se refirió a la dificultad de migrar: «Es complicado dejar atrás todo lo que conoces. A veces me pregunto si realmente extraño o si, si hubiera seguido en Argentina, también habría tomado decisiones que me habrían llevado a perder esos lazos. Pero lo importante es estar presente en el proceso y disfrutar de las experiencias que nos deja».
«Por eso, no me veo dejando todo esto en el corto plazo. Quiero disfrutarlo un poco más antes de pensar seriamente en volver a Argentina. El tiempo dirá», concluyó.

