AG Noticias
Cosas Nuestras

José Ferrari: el «inventor» de Paravachasca

José Ferrari: el "inventor" de Paravachasca
Del archivo de Cosas Nuestras

José Fernando Ferrari nació en Alta Gracia el 26 de marzo de 1934, y se crio casi en pleno centro conociendo el alma de esta ciudad. Tuvo dos hermanas, las dos dedicadas a la docencia.

José Ferrari. Su historia arranca con una bella historia de amor. Se casó con Hilda Ester Parkkulaimen Hirvonen, «Airi» para todos. Bellísima mujer de origen finlandés, y la vida le dio dos hijas: Andrea y Carolina. Ella un día vino de Oberá, Misiones de vacaciones a la casa de su tío (socio del padre de José).

Una noche, en el Rose Marie se conocieron, bailaron y se enamoraron. «¿Pero vos, mami, no tenías novio?», le preguntó alguna vez su hija mayor. «Si… pero no sabés lo que era tu padre!!!», respondió Airi, eternamente enamorada. Llegó el día de partir, ella se subió al colectivo, y él la siguió en su moto hasta el Arco de Córdoba… eso fue el enganche para seguir carteándose; cada dos por tres, José se tomaba un avión y se iba hasta Misiones. Poco después decidieron hacer su vida juntos.

Día de la inaguración del negocio, en Belgrano y San Martín.
Sus inicios

Una vez casados, José estudiaba Ciencias Económicas y trabajaba con su padre en el negocio Ferrari, Chavero e Hirvonen. Al poco tiempo, el padre falleció y se hizo cargo del emprendimiento. Era un comercio de electrodomésticos que poco después fue mutando a autoservicio, con venta de alimentos . Inspirado en lo que contaban los norteamericanos que llegaban a IKA, con quienes hizo buena amistad, instaló lo que fue el primer intento de supermercado en Alta Gracia.

Aún cuando el negocio no prosperó, Ferrari comenzó a mostrara que era un distinto para la época. El público aún no estaba preparado para eso, tal vez por eso no anduvo. Pero fue un adelantado.

Todos a bailar

En 1965 llegó la etapa de La Sombrilla, confitería bailable que hizo historia. Con un grupo musical estable y espectáculos rotativos, fue uno de los grandes centros de la diversión de la ciudad. El grupo Los Lucky´s, con Mingo Gómez a la cabeza, tocaba cada fin de semana.

Los Lucky´s fueron grupo estable tocando en La Sombrilla
Nace Casablanca

Las cosas le iban bien a José, pero buscaba otros horizontes comerciales. En 1967 arbrió su restaurante parrilla. Nacía una leyenda gastronómica de Alta Gracia: Casablanca.

Su hija Andrea recuerda los tiempos de Casablanca: «Como todo comienzo, me imagino no debe haber sido nada fácil; recuerdo como si fuera hoy cuando papá iba en la motoneta a hacer las compras, ¡tan poquito se compraba!. ¡¡No se puede creer cómo cambiaron las cosas!!».

Todo fue creciendo de a poco y empezaron a almorzar camioneros y viajantes de todos los rubros; las carreras en el Oscar Cabalén los domingos eran muy esperadas, ya que no solo concurría el púbico, sino también los corredores, y todo el que estuviera relacionado con el mundo del automovilismo.

También el Cine Monumental Sierras hacía que el negocio se promocionara con la cena del gente del espectáculo y sus familias. «Fue en los años setenta cuando fueron clientes entre otros, Claudia Lapacó, Guillermo Bredeston, Nora Cárpena, Beatriz Taibo, Antonio Grimau y varimos más…» siguió contando Andrea.

Postales del restaurante

Los recuerdos se agolpan en la memoria de Andrea. Es difícil darle un orden, pero lo intentaremos: «En el año 74 todo iba tan bien que mis padres se hicieron un paseíto por Europa, de tres meses. Luis Medina siempre fue su empleado de confianza y quedó a cargo junto con un amigo, Amador Morante y por ese entonces, catorce empleados: Gladys Polanco y Zulema en la cocina; Oscar Villarreal en la parrilla por épocas reemplazado por Elías; y los mozos, que pasaron muchos por el restaurante. García, Farías, Virginia Sandoval y el hermano entre otros . Y los fines de semana se buscaba personal extra.

Era una locura, entre 14 y 25 chivitos por fin de semana. Las fiestas patrias, locro, empanadas y asado con cuero. El panadero que nos atendía era Don José Alonso, y las medialunas eran de La Francesa. Mi papá, de tanto en tanto, invitaba a los bomberos a cenar».

Año 1978, año del Mundial. «Para todos una fiesta, pero para nosotros… lo peor!! Rompieron el Crucero para hacer la rotonda y no paraba nunca de llover! La obras se hizo interminable. No pasaba nadie por la ruta, en el Sierras estaban los escoceses. La cuestión es que se venía cada vez peor la cosa, pero igual se logró llenar el comedor en varias oportunidades. Organizaba peñas con El Cardito, Bebe Martínez y hasta «Poso» Monqaut tocó la guitarra. No había publicidad que alcanzara». Fue un año para el olvido, pero pasó y el negocio siguió creciendo…

Trabajando para el futuro

Su gestión al frente del restaurante fue mucho más que el papel de un comerciante. Desde su actuación como empresario comenzó una tarea incansable por el engrandecimiento turístico de Alta Gracia y la región.

El planificó caminos, proyectó circuitos y recorridos, pensó promociones… le ido un impulso como pocos lo hicieron a la idea de Alta Gracia como una ciudad turística. José Ferrari fue, entre otras cosas, nada menos que el mentor y propulsor para que a la zona se la comenzara a llamar Paravachasca. Hasta ese momento, nuestra ciudad apenas si era la puerta de ingreso al Valle de Calamuchita.

A partir de su accionar, comenzó a llamarse «Area de Turismo Paravachasca«, tal cual el nombre del organismo que él mismo creó, como algo con identidad propia. Lo dicho, un visionario. Y un enorme emprendedor, porque tenía una personalidad que te llevaba puesto por decisión, por empuje. Por aquello de «diciendo y haciendo» que lo caracterizaba.

…………………………………………………………………………………………………………………………………..

Un día, José Ferrari decidió enviar a su hija menor a comprar telas para manteles. Cuando ella volvió, estaba la policía en el negocio. José había decidido que hasta allí había llegado su vida. Fue un 10 de agosto de 1987. Tenía solo 53 años.

Trágico final para un hombre que dejó un legado inmenso para Alta Gracia y la región. Fue el «inventor» de este Valle de Paravachasca que hoy disfrutamos y aprovechamos. La Escuela Municipal de Turismo de Alta Gracia lleva, con absoluta justicia, su nombre.

nakasone