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Crónicas al Voleo

Hitler no está vivo

Hitler no está vivo
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Adolf Hitler no tiene tumba. Según la historia oficial su cuerpo fue incinerado por sus subordinados para evitar que fuera secuestrado por el ejército soviético, uno de sus mayores temores (en su momento dijo que no quería que su cuerpo terminara en un museo de cera en Moscú).

Con la perestroika se supo que los rusos se habían llevado una parte de la mandíbula en una caja de puros. Y que los habrían destruido en los setenta por orden de Leonid Breznev y las (pocas) cenizas habrían sido arrojadas al río Moskova.

Pero la falta de una autopsia y de una tumba dejó la puerta abierta a una andanada de teorías conspirativas que afirmaban que Adolfo no había muerto, al igual que Elvis y Yabrán, y que su destino había sido –como tantos otros nazis– la Argentina.

Viena – Barcelona – Argentina

En su libro «El exilio de Hitler», el periodista argentino Abel Basti asegura haber entrevistado a personas que estuvieron con el carnicero de Braunau am Inn en nuestro país. Al tiempo que aporta documentación de servicios de inteligencia que coincidirían con estos testimonios.

En una reportaje concedido al diario español ABC, Basti sostuvo que «existen documentos del servicio secreto alemán, que da cuenta de que llegó a Barcelona, procedente de un vuelo de Austria; del FBI, que indica que “el Ejército de los Estados Unidos está gastando la mayor parte de sus esfuerzos en localizar a Hitler en España”, y un tercero del servicio secreto inglés, que habla de un convoy de submarinos con los jerarcas nazi y oro saliendo con rumbo a Argentina, haciendo una escala en las islas Canarias».

Ariel Basti

Para no ser reconocido, aparentemente se habría rapado y afeitado el icónico bigotito, dejando –siempre en palabras de Basti– una cicatriz obtenida en la juventud y completamente desconocida para la mayoría de las personas. Además, según el autor, se mantenía alejado de las multitudes.

Nazis en Argentina

Pero al parecer, y siempre en palabras de Basti, en Argentina lo vio medio mundo y lo reconocieron, pero nadie habló. Y esta es una de las características más notorias de las teorías conspirativas: la necesidad de que muchísima gente conozca el tema y se comprometa a mantener en silencio. En el fondo los teóricos de la conspiración tienen una gran confianza en la humanidad.

Está probado que a Sudamérica en general, y a nuestro país en particular, ingresaron una gran cantidad de nazis, muchos de ellos altos mandos y jerarcas. Muy conocido es el caso Josef Mengele, el gran asesino de Auschwitz que vivió sin sobresaltos en Argentina, Paraguay y Brasil, donde murió en 1979.

También ha sido ampliamente difundido del caso de Adolf Eichmann, que pasaba apaciblemente sus días en la zona norte del Gran Buenos Aires hasta que un día llegó el Mosad y se lo llevó a Israel para que sea juzgado por sus crímenes de guerra.

Erich Priebke

También Erich Priebke, responsable de la masacre de las fosas Aredeatinas, vivió plácidamente en Bariloche durante años. En la ciudad sureña fue considerado un vecino ejemplar. Con los años sus prevenciones se fueron relajando y en 1994 fue entrevistado por la cadena norteamericana ABC en la que reconoció haber llevado a cabo la matanza. La repercusión del reportaje terminó con Priebke extraditado a Italia y condenado a cadena perpetua.

Entonces, para quienes simpatizan con estas teorías no es difícil creer que Hitler se radicó en nuestra Patagonia. El canal «History Channel» solía dedicar buena parte de su programación a docuseries de este tipo, en la que los periodistas siguen pistas indiscutibles que nunca llegan a ninguna parte.

Un millón de hectáreas

Según Abel Basit, en su estadía argentina Hitler se instaló en una estancia que tenía «aproximadamente un millón de hectáreas… una superficie similar a países como Chipre, Líbano o Jamaica. Se extendía desde Bariloche hasta San Martín de los Andes, Santa Mónica, el Cóndor, Fortín Chacabuco, las propiedades de Villa Traful y Villa La Angostura, Lago Hermoso, Meliquina, Collón Curá… Es una franja de norte a sur, de este a oeste, que incluye parte de áreas fiscales de los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapí».

Por cuestiones de seguridad, Hitler habría seguido de domicilio en la zona andina, pero también se había trasladado a Paraguay y Colombia, pero siempre volvía a las orillas del Nahuel Huapi. El paisaje andino le habría recordado a Braunau am Inn.

Todas las muertes, todas

Cada tanto, estas historias toman nuevo impulso. La de Hitler en Argentina adquirió nuevos bríos en 1987. El diario ABC titulaba que «Aseguran que Hitler murió en Argentina hace cuatro meses». El desarrollo de la noticia sostenía: «Un acaudalado hombre de negocios argentino aseguró que Adolf Hitler falleció al norte del país y que su mujer, Eva Braun, aún vive con los hijos adoptivos del matrimonio. Las pruebas fueron ofrecidas por Max Gregorcic. Un empresario de Mendoza, 1.097 kilómetros al oeste de Buenos Aires, y consideradas como un ‘paquete comercial’, ya que se han puesto a la venta por 500 millones de dólares».

Sin embargo, esta no es la única noticia de que la muerte de Hitler ocurrió después de su suicidio. Una versión sostiene que la quedó en un monasterio tibetano en 1947. Otra hipótesis afirma que la última etapa de su vida la pasó en una base ultrasecreta en la Antártida, falleciendo a finales de los años 60. El Matto Grosso brasileño y Colombia serían también escenario de los últimos días de Hitler.

China y Carlitos

Si hasta China Zorrilla y Carlos Perciavalle dijeron alguna vez haber visto a Adolf en Bariloche. El comediante, en un programa televisivo de 2011. relató su experiencia: «China y yo vimos a Adolfo Hitler y Eva Braun en Bariloche en 1970. Estábamos haciendo ‘Canciones para mirar’ de María Elena Walsh y fuimos a un hotel que se llama El Casco. El mozo del hotel nos anuncia que el dueño nos reconoció y nos quería saludar.

«Nos llevaron afuera y nos enfrentamos a un muro de 25 metros de altura. Se abrió el portón y aparecieron doce perros doberman que nos dejaron petrificados. Entramos a una casa gigantesca que estaba llena de alemanes y sentados en el centro estaban Hitler y Eva Braun.

«China Zorrilla y yo nos quedamos mudos. Hitler seguía teniendo los bigotes como siempre, nos miramos con pánico y decidimos huir rápidamente. Ni nos sentamos, porque sentimos terror ante la sola presencia de ese diabólico ser.

«Nunca hablamos de esto. Nunca dijimos nada a nadie del terror. Hitler vivía 6 meses en Argentina y 6 meses en Chile. Yo no le di la mano ni se la hubiera dado, por supuesto. Lo vi de lejos, pero China se quedó pálida, me miró y le dijo al dueño del lugar que estaba muy linda la fiesta».

Todo bien, pero…

Pero más allá de las teorías conspirativas, la ciencia ha sido implacable. En 2018, un estudio realizado por un equipo de investigadores franceses publicado por la revista «European Journal of Internal Medicine» concluía que Hitler murió como consecuencia de una bala y de ingerir cianuro al final de la Segunda Guerra Mundial.

Para su investigación tuvieron acceso a varios fragmentos de los dientes del dictador celosamente guardados en Moscú (que finalmente no habrían sido destruidos por Bresnev). Según Philippe Charlier, coautor de la investigación «Los dientes son auténticos. No hay duda posible. Nuestro estudio prueba que murió en 1945. Ahora podemos poner freno a todas las teorías de la conspiración sobre él. No huyó a Argentina en un submarino, no está en una base oculta en la Antártida ni en el lado oscuro de la Luna».

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