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El juego, materia pendiente

Por Gustavo Gutiérrez

Al final, no dieron la categoría. Les faltó juego, les faltó fútbol. Les faltó desarrollo; les faltó convicción y personalidad. Es cierto que Talleres clasificó a la Libertadores por lo cual habrá que hacerle una especie de monumento a Colón. Y es un gran logro, porque ya estaba clasificado a la Sudamericana, pero… se fue desinflando, si hablamos de fútbol.

Empezó a perder aire después de Boca. Jugó realmente muy mal ante Newell´s, Unión… debió tener algo más ante Independiente y terminó casi lastimosamente al borde del papelón ante un Olimpo descendido conformado por un grupo de jóvenes entusiastas que no hicieron más que correr. Y así, corriendo, fueron más que un albiazul que sólo salvó la ropa con el penal de Herrera.

Las idas de jugadores determinantes como Reynoso, Palacios, Ménendez, entre otros, antes el Colo Gil, no tuvieron el reemplazo futbolero de la misma calidad. Talleres jugó siempre al ritmo de Guiñazú: pelotas para los centrales o a los costados, sin que Fernando Godoy -desordenado- ni Juan Ramírez -intermitente- le dieran casi nunca la cuota de ofensividad necesaria.

Este Talleres, a diferencia de aquel, tuvo menos potencia, fue menos directo. Quiso elaborar más, pero se quedó en los amagues de Joao Rojas, displicente, y Araujo, una apuesta que va creciendo pero que no pudo solo. Silva no cumplió ni mínimamente todos los estándares que traía. Torres, Pisano, Messidoro, Sosa… ¿a qué vinieron? ¿Qué fueron? ¿Qué serán? ¿Será el fin de Kudelka y un ciclo exitosísimo que lo deja en el cuadro de honor albiazul junto a Roberto Marcos Saporitti y al flaco Gareca?

Belgrano tuvo la frescura que le imprimió un técnico como Lavallén. Probó y probó con lo que le dejó Méndez, más Guevgeozián, más Jonás Aguirre, más Lugo. El armenio no funcionó; a Lugo no lo dejaron sus continuas lesiones aunque entero, mostró su capacidad. Aguirre terminó dueño de una banda entre algunas de cal y otras de arena. Quizás Sequeira fue la mejor realidad que mostró el equipo, Lértora fue el más regular, Ortíz lejísimo de aquel jugador desequilibrante; Lema garantía y líder; Guidara en rendimiento creciente.

¿Qué le faltó? Le faltó juego, le faltó creación. Le faltó un arquero fiable que de puro pibe cometió errores que en Primera División no te perdonan. No tuvo un «nueve» que jugara dentro del área; Suárez hizo lo que pudo, aunque debió ser más, aún habiendo mejorado en relación a la primera parte de la historia.

La apuesta de su técnico convenció a la popu, que llenó Alberdi siempre; pero Lavallén eligió la peor manera: se fue por la ventana dando razones que suenan a excusas impresentables. La principal: «la presión de la gente». Pero ¿cómo? si el equipo aún perdiendo ante Temperley se fue ovacionado… ¿Por qué no dijo la verdad? ¿Por qué no expresó las razones reales por las cuales deja Belgrano?

Talleres clasificado de Copa Libertadores, Belgrano fuera de todo aunque sea el segundo suplente pensando en la utopía de la Sudamericana. Si los dos se miran en el espejo, Talleres sacará pecho y se dirá «yo estoy en la Libertadores y Belgrano no consiguió nada». Pero si bajan un poco los decibles, si paran la pelotita, los dos se darán cuenta que los unió un denominador común: no tuvieron juego, no tuvieron creatividad, no tuvieron contundencia.

A los dos les pasó lo mismo: a la hora de los bifes se desinflaron por igual.

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