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Crónicas al Voleo

El elefante más grande del mundo

El elefante más grande del mundo
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Apenas tenía un año cuando unos cazadores árabes lo encontraron en medio de la selva de Abisinia. No tuvieron gran dificultad para atraparlo y trasladarlo al campamento. Pocas semanas después se lo vendieron a Herr Johann Schmidt, un alemán especializado en cazar animales exóticos para entregarlos a zoológicos europeos. Este muchacho, de origen noble, se llenó de guita con este negocio. Cuentan que mataba las largas esperas que implicaba acechar a sus presas en los atardeceres africanos cantando arias de Mozart y Gluck con educada voz de barítono.

En 1862, Schmidt vendió el –entonces– pequeño elefante que ya había cumplido dos años, al Jardín des Plants de París. Pero su estadía en el monumental parque botánico a orillas del río Sena no fue demasiado prolongada. Al parecer no se adaptó a la «Ciudad Luz» (algo de eso parece que le ocurre a Messi). A los pocos años fue adquirido por el zoológico de Londres a cambio de un rinoceronte. En la capital británica nuestro elefantito recibió su nombre: Jumbo; comenzó a crecer descontroladamente (llegó a medir 4 metros de alto y fue denominado el elefante más grande del mundo); y desarrolló una enorme atracción en los niños londinenses porque permitía mansamente que se subieran a su lomo para realizar pequeños paseos. El Príncipe de Gales de entonces, Winston Churchill, Theodore Roosevelt y buena parte de los pequeños retoños de la nobleza europea apoyaron sus reales nalgas en la espalda de Jumbo. La reina Victoria pasaba a saludarlo cada vez que visitaba el zoo.

El elefante más grande del mundo
Fenómeno internacional

Con respecto al origen del nombre, las versiones son muchas y las certezas nulas. Algunas fuentes afirman que así se solía denominar al comenzó del siglo XIX a las personas grandes y torpes; otros sostienen que proviene de un personaje de la mitología africana llamado «Mumbo Jumbo». Algunos estudiosos aseguran que en idioma zulú significa «paquete grande» mientras que otros estudiosos defienden la hipótesis de que en lengua swahili quiere decir «hola». Con relación a quién bautizó al paquidermo las opiniones se dividen entre el director del zoológico, Dee Barlet, y su cuidador, Matthew Scott.

Lo cierto es que Jumbo se convirtió en un suceso que trascendió la isla. Y atrajo a turistas de todo el mundo deseosos de montarse en el ya gigantesco elefante. De este modo se convirtió en una de las más lucrativas atracciones del parque ubicado en el extremo norte de Regent’s Park, el tercero más antiguo del mundo. La cuenta es bastante simple: cuatro paseos diarios con doce pasajeros en el lomo, seis días a la semana, a un penique por jinete. Sin embargo, lo recaudado no alcanzaba para pagar la comida de Jumbo, que siendo adulto devoraba diariamente unos 100 kilos de alfalfa, 50 kg. de papas, otro tanto de cebollas y una buena cantidad de pan, además de algunos baldes de whisky y ginebra, toda vez que su cuidador entendía que eso favorecía su buena salud y su crecimiento (en esto último tal vez haya tenido razón, porque alcanzó –como ya se dijo– los cuatro metros de altura y las seis toneladas de peso).

¿Alguien vio un elefante enojado?

Sin embargo el carácter de Jumbo fue variando hasta convertirse en imprevisible. Había días en que tenía un humor de perros, lo cual en un bicho de 6 toneladas no es ni agradable ni recomendable. Estos momentos de irascibilidad del elefante se debían al musht, un período en que al paquidermo macho le sube el nivel de testosterona y se pone como loco (a quién no le ha pasado). Asimismo, no hay que descartar que el escabio haya contribuido en sus malas maneras («pa’ que me invitan si saben cómo me pongo» podría haber dicho Jumbo).

Andaba preocupado el director Barlett con este cambio en la personalidad de su animal estrella cuando apareció en escena Phineas Taylor Barnum, dueño del principal circo itinerante de fenómenos de los Estados Unidos (https://www.altagracianoticias.com/p-t-barnum-y-su-circo-de-los-horrores/)  que había llegado a Londres atraído por la fama del paquidermo y decidido a llevárselo al otro lado del charco. Barlett no dudó cuando Barnum le puso diez lucas verdes arriba de su escritorio y cerró trato inmediatamente.

Todos en contra de la venta

Cuando la noticia se conoció en Londres fue un escándalo. La popularidad de Jumbo era inconmensurable y todo el mundo se opuso a la transacción. Miles de niños hicieron colectas para devolverle el dinero al magnate norteamericano y retener al querido elefante. Se dijo que hasta la propia reina había ofrecido pagar los costos que generara una hipotética ruptura del contrato,  pero no hubo caso.

La venta tuvo también consecuencias políticas. La imagen del primer ministro William Gladstone se derrumbó y el ingenio popular le dedicó algunos versos un tanto denigrantes: «El imperio británico ha sucumbido / Bajo el peso de dos grandes objetos / Uno es el primer ministro de gobierno, / El otro es Jumbo, el amado paquidermo. / ¿Por qué no puede el Sr. Barnum / dejarnos la bestia bien querida / y llevarse para siempre / a este ministro de porquería?».

Jumbo cruza el océano

No fue fácil embarcar a Jumbo. El bicho se ponía nervioso con tanto alboroto (una multitud lo acompañó en el trayecto del zoo al puerto); y no hubo forma de que subiera a la rampa para subir a bordo. Cada vez que se intentaban hacerlo subir, el elefante se sentaba y la multitud arrancaba a cantar «Porque es un buen compañero». Finalmente, el cuidador Mathew Scott logró que el animal subiera a cubierta y entrara en la jaula construida especialmente para él. Los londinenses, no del todo resignados, dejaron miles de regalos y provisiones para el viaje (chocolates, tortas, caramelos, budines, sándwiches, scons e incluso una pata de cordero). Como así también cientos de litros de cerveza, vino, champagne, gin y un gran barril de whisky. Luego de muchos problemas, el 24 de marzo de 1882 el buque Assyrian Monarch zarpó del puerto de Londres para llegar a Nueva York el 9 de abril. De los muelles, Jumbo fue conducido al Madison Square Garden, donde fue presentado a una multitud.

Sin embargo, Barnum sufrió una gran decepción cuando le avisaron que los elefantes africanos no pueden ser amaestrados. Además, ya sabemos que su carácter podrido no permitía que los niños se subieran alegremente en su lomo. Pero la sola presencia del animal atraía al público que gustoso pagaba entradas solamente para verlo bolud… hacer nada. En tres años de gira ininterrumpida, unos 9 millones de personas dejaron en las arcas de Barnum algo más de medio millón de Dólares, una fortuna inconmensurable para aquella época.

De gira hasta la muerte

Durante su estancia americana Jumbo solamente socializó con un elefante enano llamado Tom Thumb de quien, según dicen, se convirtió en una especie de figura paterna. El grandote cuidaba del pequeño y así transitaron los caminos de los Estados Unidos hasta el 15 de septiembre de 1885. Ese día, en un confuso episodio en St. Thomas, Ontario, Jumbo fue atropellado por una locomotora. El elefante y el maquinista murieron en el accidente.

Algunas versiones afirman que el jefe de estación, asombrado por el tamaño del animal, se confundió al hacer el cambio de vías y provocó la tragedia; pero otros insisten que Jumbo vio que Tom Thumb, su pequeño protegido, estaba a punto de ser arrollado por la formación y en el esfuerzo por sacarlo de las vías quedó él mismo a merced del tren.

Sin embargo, ha quedado un legado del animalote. En la ciudad en que murió se construyó una estatua en su memoria, su esqueleto fue donado al American Museum of Natural History de Nueva York. El escritor alemán Walter Höllerer dijo que con Jumbo, Estados Unidos había encontrado, por fin, un animal lo suficientemente grande para ese país. La empresa Boeing sacó su modelo 747, bautizado Jumbo por ser el más grande de su época, el empresario Horst Paulmann creó en Chile una cadena de supermercados e hipermercados con el nombre de nuestro elefante y Walt Disney le cambió una letra, deformó su historia y se llenó de plata con Dumbo.

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