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Diez notas sobre el Diez

Diez notas sobre el Diez: «Barcelona no fue un paraíso»

Diez notas sobre el Diez: "Cuando Barcelona no fue un paraíso"

Seguimos con esta seguidilla de «Diez notas sobre el «Diez». Hoy hablamos de cómo llegó a España y sobre por qué no terminó de explotar en el club blaugrana. Lo mejor, debería esperar…

El Diez ya era figura consagrada en nuestro país. Sin embargo, la ciclotímica crisis económica de Argentina hizo que 1982 encontrara a los clubes más poderosos prácticamente en la bancarrota. Lo que podría haber sido un gran negocio para Boca, terminó siendo para Argentinos Juniors.

Barcelona quería a Diego (siempre lo quiso, incluso antes de pasar a Boca). Pero el xeneize para venderlo, primero tenía que pagárselo al Bicho de la Paternal. Y como no había plata, Diego volvió a Argentinos, que fue quien terminó haciendo el negocio con los catalanes.

Como dijimos, ya en 1979 el Barca quiso llevarse al crack. Josep María Minguella fue el directivo blaugrana que vino a negociar, y que tenia la operación «casi» cerrada… hasta que entró en escena el poder militar de turno en el país. «Me dijeron que el Almirante Lacoste quería hablar conmigo. Fui a la dirección que me indicaron. Llamé y apareció un soldado con un fusil. Era una calle bastante estrecha. Alguien después me dijo que era un chupadero. Fui con un taxi. Me hicieron pasar a través de un túnel y estaba Lacoste sentado en un sofá, y me dijo que Maradona no iba a salir porque a la junta militar presidida por Videla no le interesaba que Maradona se fuese de Argentina hasta después del Mundial de España en 1982″, contó más tarde Minguella. Barcelona, tuvo que esperar.

En 1982, ya sin la mirada molesta de la dictadura militar, por entonces enfrascada en la guerra de Malvinas, Barcelona cerró la compra de Maradona en una suma irrisoria: 10 millones de dólares, de los cuales ocho cobró Argentinos y dos fueron para Boca. Luego del mal paso de la Selección por el Mundial de España, Diego se incorporó al Barcelona.

Diego casi habló catalán

El diario La Vanguardia, hablando del paso de Diego por el Barca tituló hace unos días: «Maradona en Barcelona: demasiado roto, demasiado pronto». Es que el «Diez» tuvo muchos contratiempos en el club catalán. Pese a ello, dio sobradas muestras de su talento, aunque no terminó de «entrar» en la afición.

El paso de Diego por este club no fue todo lo esperado. Ni por él, ni por los catalanes. Una hepatitis y la lesión que le produjo la criminal patada del vasco Andoni Goikoetxea (le fracturó el tobillo izquierdo) privaron del jugador casi 300 días de los 700 que fue del Barça. No hubo continuidad. No se llegó nunca al paroxismo del éxtasis ni a la comunión con los fanáticos.

“Si Maradona hubiera podido jugar seguido siete u ocho meses –contó el propio Minguella– se hubiera ganado una Liga o una Copa de Europa y Diego se hubiera quedado en el Barça 10 años y la historia sería otra”.

No hubo amor

Lobo Carrasco, quien fue uno de sus compañeros de equipo en su paso por Barcelona, hizo un análisis de por qué Diego no terminó triunfando allí, pese a sus condiciones. El análisis casi que es una pintura hasta de la realidad que acompañó a Diego durante toda su vida. Esto dijo Lobo Carrasco:

«Demasiado barrio, demasiado problemático, demasiado Sur para unos señores de orden con corbata en la directiva, sentimentales de colmillo retorcido y una tribuna patricia obsesionada con parecer europeos, eficaces y civilizados. Diego prefería el barro a los salones de lujo. Y como sucedió en Nápoles, él vino para hacer sentir ricos a los pobres. Nos guste o no había algo de clasismo -ilustra mientras pone un ejemplo-. Maradona quiso comprarse una casa en la urbanización Supermaresme en Sant Vicenç de Montalt, donde también la tenía Udo Lattek. Pues hubo una reunión de propietarios y se decidió no vendérsela a él por ser él”.

La batalla campal entre los jugadores del Barca y los del Athletic de Bilbao, que tuvo a Diego como uno de sus principales protagonistas fue la gota que colmó el vaso en la relación. Tres meses de suspensión, el presidente del club Josep Lluís Núñez que no puso ni las manos para defenderlo en el Tribunal de Disciplina, y Diego que empezó a escuchar mejores ofertas.

La salida fue conflictiva. Llena de interrogantes nunca develados del todo. Luego de dos temporadas en el club «culé», Maradona fue a Nápoles, donde se salió Campeón, se consagró universalmente, le demostró al mundo todo su talento y se diplomó de ídolo.

Pero eso formará parte de otro capítulo de esta historia…

nakasone