Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)
Mucho antes que Martin Socorsese, Jorge Luis Borges nos había traído noticias de «Gangs of New York», el libro que en 1927 publicó el periodista Herbert Asbury. En «Historia universal de la infamia» el escritor argentino hace referencia a Edward «Monk» Eastman, uno de los pandilleros más poderosos de fines del siglo XIX y principios del XX.
El libro de Asbury se refiere a las pandillas que dominaron la zona sur de Manhattan en el período entresiglos, especialmente el sector conocido como «Five points» (algo así como las cinco esquinas). Un sector del Lower Manhattan delimitado por las calles Centre Street al oeste, el Bowery al este, Canal Street al norte y Park Row al sur. Una zona vastamente retratada por Jacob Riis, que documentó la vida en esa parte de Nueva York en aquellos años.

El problema del fuego
En las Cinco Esquinas convergían diversas pandillas que constantemente luchaban por dominar el territorio y los negocios que desarrollaban, desde el combate a los incendios hasta los asesinatos por encargo. Pasando claro, por la prostitución, juegos de azar, boxeo ilegal y otras linduras.
El caso del combate del fuego es interesante. Los incendios eran, por entonces, un grave problema de Nueva York y especialmente en los barrios más pobres. Cada pandilla tenía un grupo de bomberos voluntarios que competían para prestar este «servicio público».
La competencia fue radicalizándose hasta el punto de que, cuando sonaba una alarma de incendio, los distintos cuerpos de bomberos trataban de llegar primeros y, al mismo tiempo, sabotear a sus rivales. Esta situación provocaba numerosas peleas que se desarrollaban al tiempo que el fuego arrasaba sin encontrar ninguna resistencia.
Algunas pandillas
En general, estas pandillas se fueron formando en el seno de las comunidades de inmigrantes que llegaban para, como suele decirse, «hacer la América». Así, inmigrantes italianos e irlandeses dieron origen a la «Five Points Gang», liderada por Paul Kelly (nacido en Italia bajo el nombre de Pablo Antonio Vaccarelli). Un exboxeador dueño de algunos prostíbulos y que en 1912 fue calificado por el New York Times como «quizás el gánster con más éxito y más influyente de la historia de Nueva York».

Los integrantes de la «Eastman Gang» eran acérrimos rivales de la «Five Points» y sus enfrentamientos eran violentísimos. Estaba liderada por Edward «Monk» Eastman y actuaba especialmente en el Lower East Side. Sus integrantes eran de origen judío o irlandés y solían estar al servicio del Partido Demócrata neoyorquino para hacer los trabajos sucios.
«The Whyos» eran extremadamente violentos y fueron los primeros en tener una «lista de precios» para sus trabajos: una paliza costaba dos Dólares, cortar una oreja eran cinco verdes y boletear a alguien significaban 100 Dólares. Danny Lyons fue su líder más importante y después de su ejecución por asesinato, en 1888, la pandilla entró en decadencia.

En la zona conocida como «Hell’s kitchen» tenían su ámbito de acción «The Gopher Boys», liderada por Owney «The Killer» Madden, famoso y temido por su inusitada violencia. Y por pasearse por sus dominios con una metralleta Thompson al hombro, cuando esa arma aun no era común en manos de civiles. Fue dueño del famoso Cotton Club en Harlem, donde se mezclaban mafiosos, políticos y artistas de jazz como Duke Ellington. Se retiró y se mudó a Arkansas, donde murió de viejo, algo poco común en el gremio.
Enemigos irreconciliables
También eran irlandeses los «Dead Rabbits», liderada por John «Old Smoke» Morrisey, un irlandés que comenzó como gánster y terminó como congresista federal. Los Conejos Muertos fueron los protagonistas de una de las más violentas y prolongadas peleas de pandillas, cuando el 4 de julio 1857 se enfrentaron a los Bowery Boys. Participaron unos 800 pandilleros y tuvo un saldo de unos 12 muertos (aunque nunca se supo el número definitivo), unos 100 heridos y decenas de arrestados.
Finalmente, los Bowery Boys fueron una de las bandas más influyentes de Nueva York. Se distinguían por utilizar sombreros de copa alta, camisas rojas, tirantes, y llamativos peinados. Eran «nativistas» protestantes y combatían a inmigrantes, especialmente a irlandeses e italianos. Estaban liderados por William Poole, más conocido como «Bill the butcher» por su oficio de carnicero y su habilidad con los cuchillos. Al igual que Old Smoke Morrisey, Poole incursionó en la política y se presentó como candidato a concejal en 1848. Pero su desempeño electoral fue más bien pobre ya que fue el menos votado en la compulsa electoral. El Carnicero murió en 1855, días después de que un par de sicarios de Morrisey le dispararan en un bar de Broadway. Tenía 33 años.


Tiempos de cambios
Ya entrado el Siglo XX, las pandillas comenzaron a transformarse para dejar de ser grupos de delincuentes y matones sin demasiada organización ni objetivos definidos más allá del día a día. La influencia de inmigrantes italianos, irlandeses y judíos de Europa del Este le fueron dando a las pandillas una estructura piramidal. Con líderes permanentes y mandos medios con roles definidos. Así, comenzaron a controlar actividades ilegales con la fachada de negocios legales.
La Ley Seca, que mantuvo prohibida la venta de alcohol entre 1920 y 1933, fue tal vez el punto de inflexión que terminó de convertir a las pandillas callejeras en lo que se conoce como «crimen organizado». Se desarrollaron una serie de actividades que comenzaron a funcionar sincronizadamente: producción clandestina de bebidas, transporte, contrabando y distribución. Las ganancias aumentaron exponencialmente, el barril de whiskey subió un 500% su valor (háblame de inflación). Sin importar lo que opinara el Estado, la gente quería beber alcohol.

Negocios de matriz diversificadas
Los negocios se diversificaron y las organizaciones mafiosas comenzaron a infiltrarse en estamentos estatales como la policía, la justicia y los gobiernos municipales. De cometer robos y pegar palizas por encargo, pasaron a administrar casinos, inmobiliarias, hoteles y sindicatos, además de incursionar en el narcotráfico y el lavado de dinero. Hasta una ciudad para los juegos de azar fundaron.
De ser un fenómeno barrial extendieron sus actividades a las principales ciudades de Estados Unidos; de ser matones callejeros transmutaron en empresarios. Algunos de los mafiosos más reconocidos, como Al Capone y Lucky Luciano empezaron como pandilleros. Pero tuvieron la visión para convertir una actividad ramplona en una serie de negocios que perseguían un enriquecimiento sostenido que permitían aspirar a un ascenso social y que persiste hasta nuestros días.


