Boca Juniors se consagró Campeón una vez más de la Copa Argentina. En una pálida final, derrotó a Talleres por la vía de los penales, luego de igualar 0 a 0.
Una vez más Boca demostró que se hace fuerte y tiene personalidad a la hora de las definiciones. Los penales llegaron luego de noventa minutos donde uno y otro se respetaron demasiado, se cuidaron en demasía y casi no patearon a los arcos.
Es más, el xeneize se quedó con un hombre menos (expulsión de Juan Ramírez) a los 21minutos del segundo tiempo y ni siquiera esa alternativa fue suficiente para que el rival encontrara mayor profundidad.
Fue un partido sin luces, donde el mejor espectáculo, por lejos, estuvo en las tribunas y en la ceremonia previa. Las individualidades de Boca no aparecieron, y el juego colectivo de Talleres tampoco. Así, el partido indefectiblemente finalizó sin goles, casi sin emociones y con todas las expectativas puestas en los remates desde los 11 metros.
Y allí Boca marcó la diferencia. En la precisión de sus ejecutantes y en la intuición de su arquero que -una vez más- terminó siendo la figura.
Boca Juniors festejó a lo grande en Santiago del Estero. Talleres fue digno todo el año, pero a la hora de la definición, se fue con las manos vacías. A todos quienes apostaron a una gran final les terminó quedando la sensación de que tuvo sabor a poco.
El xeneize cerró así un año de camino sinuoso, en el que empezó campeón y terminó de la misma manera, pero en el que tendrá que reacomodarse para intentar volver a los primeros planos nacionales e internacionales.
