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¿Vos cómo lo ves?

¿Vos cómo lo ves? Hoy: «Surfeando las emociones (Parte II)»

¿Vos cómo lo ves? Hoy: "Surfeando las emociones (Parte II)"
Lic. Patricia Orofino (*) Psicopedagoda Psicoterapeuta Familiar Mat. 5108-76

Retomando el tema planteado en el artículo del domingo pasado, me gustaría compartir algunas reflexiones acerca de este baile apasionante de las emociones.

Siento que lo que más me impacta de ellas es lo cambiante, dominantes e imprevisibles que son. En un momento están calmas, alegres y al instante estallan en un arrebato tormentoso, pasando veleidosamente de un estado emocional a otro.

Una experiencia personal

Recuerdo una de las veces que fui al lugar donde pasé mi infancia y adolescencia. Recorrí la calle donde está la casa donde vivíamos y una emoción anticipada se precipitó dentro de mí, sintiendo un alocado palpitar en el corazón ante la expectativa de ver si todo seguía igual que entonces.

¡Me sentí feliz y a la vez nostálgica al observar que estaba tal cual!. De repente, me sorprendí al ver el árbol al que me trepaba de niña y me acerqué a la tranquera que en su momento, había chocado con el auto de mi papá… y un tumulto de esas evocaciones tan lejanas en el tiempo, me llenó los ojos de lágrimas. Y sin pensar me invadió una angustia que me obligó a alejarme del lugar. ¡¡Vorágine de sentimientos!!!

¿Tuviste alguna experiencia parecida?

Si sintieron estos vaivenes a los que nos llevan las emociones, entonces hay que darse cuenta que ellas nos dirigen y gobiernan. Por eso, es tan importante que aprendamos a gestionarlas… no suprimirlas.

Obviamente, como todos los procesos importantes de la vida, llevará tiempo.

Hasta hace poco, se suponía que nuestro cerebro era una estructura rígida inmutable a partir de cierta edad. Gracias a los nuevos estudios sobre la plasticidad del cerebro, tenemos la oportunidad de aprender a manejar las emociones a cualquier edad.

Se sabe que no poder poner en palabras lo que se siente es algo que puede revertirse. Cada vez que se tiene la oportunidad de comunicar lo que se va sintiendo y se deja pasar, las palabras se enquistan en el cuerpo y se pierde la ocasión de que las emociones se liberen y encuentren su cauce.

Un ejemplo

Susi llega del colegio contenta porque se sacó un diez, le muestra la nota a su papá. A él se le hace un nudo en la garganta. ¿“Te sentís bien papá?”. ¿“Estás mal?

El padre con los ojos colorados dice: “Hija, no es eso, la nota es genial, lo que pasa es que tengo alergia en los ojos”

Aquí se ve claramente la dificultad del padre para reconocer y expresar los sentimientos ocultándolos y eso… ¡¡enferma!!

Cómo se van desarrollando las emociones

Ya desde el nacimiento existe una especial sintonía entre la madre y el bebé mediante la cual le transmite que sabe lo que él está sintiendo. Cuando por ejemplo, el bebé grita de alegría, ella lo confirma arrullándolo. Estas pequeñas sintonías le dan la tranquilizadora sensación de que están emocionalmente comunicados.

Cuando los padres dejan de mostrar empatía cuando el niño llora o necesita mimos o está alegre… el hijo empieza a dejar paulatinamente de expresar sus sentimientos.

A partir de los seis meses empieza a desarrollar su rabia, gritando o pegando. Hasta el año necesita la contención de los padres lo que le da la seguridad para explorar y adaptarse al medio. Entre los dos y los tres años experimenta el descubrimiento de sí mismos como personas únicas y la relación con los demás.

En esta etapa y hasta los cinco años lo más importante son las emociones de la culpa y el orgullo. A los cuatro años una impertinencia del niño puede ocasionar una reprimenda de los padres; pero a los cinco, hay que enseñarles a entender su conducta y darse cuenta del éxito o fracaso de sus acciones.

El mayor dominio del lenguaje que va adquiriendo influye mucho en el desarrollo de sus emociones y del poder expresar sus sentimientos. De esa manera se va consolidando el conocimiento delos mismos.

La importancia de la Inteligencia Emocional

Nos permite el ser capaces de motivarnos y persistir frente a las decepciones; controlar los impulsos y demorar la gratificación; regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensamiento; mostrar empatía y abrigar esperanzas.

Todo ello hace que se cuente con ventajas en cualquier aspecto de la vida. Y lo más importante es que nos enseña cómo ser dueños y no rehenes de nuestras emociones.

Cómo lograr este aprendizaje

Para aprender a manejarlas lo primero es enseñar a los niños a conocerse por dentro; poner nombre a sus emociones; identificar un sentimiento con la expresión facial que le corresponde y explicar cómo hacer para decir que esa persona tiene esos sentimientos. Por ejemplo, con la expresión del enojo enseñarles que detrás de esa emoción existe un dolor, una tristeza que lo provoca. Otra clave de este aprendizaje es comprender el sentimiento del otro y respetar las diferencias entre lo que cada uno siente respecto a las mismas cosas.

Cuando se le dice “Basta” a un niño que golpea a otro, seguramente interrumpimos los golpes, pero no la rabia que lo provocó. El pensamiento del niño queda fijado en lo que disparó su ira: ”me quitó el juguete”.

Quien hizo un aporte muy importante acerca de estos aprendizajes en Estados Unidos, fue la experta en aprendizaje emocional Linda Lantieri, creadora del “Programa de Resiliencia Emocional”.  Lantieri dice que lo ideal es comenzar desde la primera edad porque es en ese momento en el cual se van conformando las emociones. Afirma que es en las aulas el ámbito más apropiado para poner en práctica el aprendizaje de estas habilidades.

Educar el corazón y Educar la mente

En mi experiencia de realizar ”talleres de las emociones” siguiendo las pautas que marcaron el camino hacia este aprendizaje, observé un resultado significativo al trabajar con herramientas. Herramientas tales como por ejemplo el armado de un semáforo para lograr el control de los impulsos; juegos para identificar cada emoción con su expresión facial y un punto muy importante para lograr avances, fue en algunos momentos, el trabajo en forma conjunta entre padres y niños.

Realizar el aprendizaje de las habilidades emocionales en las aulas, es seguramente un largo camino, pero que finalmente llevará a una convivencia más amigable entre todos.

Queridos lectores, esperando que estos conceptos y reflexiones hayan sido de utilidad, me despido hasta el próximo domingo.

¡¡Que tengan una excelente semana!!

(*) Para comunicarse con la Lic. Patricia Orofino, pueden hacerlo llamando al 3547 508887 o bien enviando mail a [email protected]

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