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«Todo el mundo en Alta Gracia…»

Columna por Belén Montoya

«Todo el mundo en Alta Gracia…». Que frase tan significativa para los Altagracienses. Año tras año, nuestro hogar es el punto de encuentro para un choque cultural de gastronomía, bailes y música de países de todo el mundo. Se trata de 7 días de alegría, aunque siempre con alguna lluvia imprevista.

Quienes vivimos acá desde hace años, tenemos algún recuerdo de esta hermosa festividad. Desde pequeñas anécdotas familiares hasta recuerdos que forman parte de nuestra memoria de altagracienses.

También tenemos nuestros propios mitos, por supuesto. ¿Quién no escuchó decir ‘hoy toca Jorge Rojas. Hoy se cae el cielo’? ¿O quién no escuchó hablar del riquísimo locro que se realiza en la carpa de argentina? Son muchos mitos que todos conocemos, todos entendemos. Que todos extrañaremos este año.

1988: Inicia la tradición

No es ninguna novedad que en 1988, el país seguía levantando sus cimientos luego de una larga dictadura. Hasta las ciudades más pequeñas – como era en ese entonces Alta Gracia – necesitaban alegría, fiesta, color.

Además, ese era un año muy especial para la ciudad: el 8 de abril, se cumplían 400 años de la fundación de la ciudad por Don Juan Nieto. Sin duda alguna, el festejo debía ser inmenso, debía colmar de alegría los corazones de los vecinos de Alta Gracia.

Alta Gracia empezó a resonar, resonar y resonar. Hasta que el nombre de nuestra ciudad llegó a los oídos de Mirtha Legrand, quién invitó a quién era intendente en ese momento: Audino Vagni. Se habló con tanto impetú de los 400 años de Alta Gracia, que el presidente Raúl Alfonsín dio el presente a los festejos.

Motivados, inició la organización. Estaba naciendo el festival que nos identificaría ante el país y el mundo. El festival que mostraba la belleza de nuestra Alta Gracia, que tiene un corazón inmenso como para albergar a todo el mundo. Bailes típicos, comidas, música, pero sobre todo, diversidad. Sí, las colectividades son eso. La belleza de la diversidad.

La fiesta, por supuesto, ha cambiado año tras año. Esa primera edición en el 88 se hizo en el tajamar, cerca del reloj público. La simplicidad de aquella fiesta era notoria. Coca- cola, en un acto de solidaridad, cedió los kioscos para armar los stands. Las comidas no faltaron, y tampoco el espectáculo: se armó un pequeño escenario para exponer danzas y cantos. Los asistentes de aquel evento coincidieron en que fue una fiesta hermosa.

Esa primer fiesta, fue sencilla. Fue calificada como artesanal y familiera. Pero el evento creció y creció, hasta llegar a lo que conocemos hoy en día.

«Hay que repetirlo» pensaron en el 88. Y aquí estamos, 33 años después. Sí que se repitió. Nos caló como ciudad. Fuimos felices ahí. Y considero que siempre va a ser parte de nuestra historia. Este año no se realizará, pero el año que entra volverá con más fiesta que nunca. porque siempre va a haber una semana en la cual Alta Gracia será el mundo entero.

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