Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)
En 1962 el programa «Viendo a Biondi» que se transmitía por el canal 13 de Buenos Aires, hacía más de 60 puntos de rating en cada emisión. Una hazaña que solamente alcanzaría la serie «Grande pa» treinta años después.
Pero hay una gran diferencia: en tiempos de Biondi, cuando la tele era en blanco y negro, un aparato de televisión era algo poco común y no en muchos hogares podían acceder a ese prodigio de la tecnología. Por el contrario, la serie protagonizada por Arturo Puig y María Leal se emitía a colores en una época en la que pocas familias de clase media tenían menos de dos aparatos.

Infancia pobre de un aprendiz golpeado
José «Pepe» Biondi fue el tercero de los ocho hijos que tuvo el matrimonio compuesto por Giusepe y Ángela Cavalieri. Eran dos inmigrantes napolitanos instalados en el barrio porteño de Barracas, aunque al poco tiempo se mudaron a Remedios de Escalada, en el conurbano bonaerense.
«Mi padre fue un tano macanudo que vino a hacerse la América. Eligió la Argentina porque le dijeron que las calles estaban empedradas de oro. Pero cuando llegó se dio cuenta de tres cosas: 1) que las calles no estaban empedradas de oro; 2) que no estaban empedradas; y 3) que, si quería comer, las tenía que empedrar él» comentaría años después.
De niño se incorporó a un circo como aprendiz de acróbata. Su mentor, el «payaso Chocolate», un afroamericano brasileño, lo entrenó pero también lo sometió a grandes golpizas que alguna vez lo dejaron al borde de la muerte y le provocaron hemorragias urinarias por el resto de su vida. Tras siete años de vida circense, y cansado de los malos tratos, volvió a su hogar.
Pero uego de trabajar un tiempo como canillita, Pepe decidió volver al circo. En ese ámbito formó un dúo con Bernardo Zalman Ber Dvorkin, conocido artísticamente como «Dick», con quien iría incorporando humor picaresco a su rutina. Atrayeron de esta manera al público adulto y noctámbulo. Con Dick trabajó durante más de 20 años.
Éxito internacional y televisión en Cuba
Este cambio les permitió realizar, en la década de 1940, giras por Hispanoamérica y España, donde actuaban en casinos, clubes nocturnos y cabarets. En 1952 llegarían a Cuba, donde el empresario televisivo Goar Mestre les ofreció trabajar en la televisión con un programa semanal.

Si bien les costó adaptar su creatividad a ese ritmo abrumador de guiones e ideas cómicas, el dúo se institucionalizó en la televisión cubana. En julio de 1953 alcanzaron su mayor éxito: «El show de Dick y Biondi», que iba los miércoles en el horario central de las 21.30. Cuba se paraba para ver a los cómicos. Luego de algunos años, Dick y Biondi se separaron y Pepe continuó siendo la principal estrella del canal de Goar Mestre.
El 4 de septiembre de 1958 Pepe Biondi cumplía 49 años y había previsto un festejo íntimo para después del programa. Pero cuando salió de su casa los planes cambiaron dramáticamente. Luis Martínez Bello, un maestro de escuela que pertenecía al Movimiento 26 de Julio, lo encañonó con una pistola 45 y lo «invitó» a acompañarlo. Por toda explicación, el maestro dijo: «Cuba no debe reír hoy».
La noche en que Cuba no rio
Ya en el coche, en el que también viajaban dos cómplices de Martínez Bello, y consciente de que si llamaban la atención de las fuerzas de seguridad correría peligro su vida, Biondi se sacó el peluquín (¿qué edad tenías cuando te enteraste que Pepe Biondi era pelado?). Y se puso unas gafas oscuras para pasar desapercibido.
El secuestro, que no tenía como objetivo pedir un rescate, sino «hacer ruido», duró apenas un par de horas. El objetivo era que el programa mayor rating y que hacía reír a la nación, no saliera esa noche al aire. Es que ese día, también se celebraba un nuevo aniversario de la «Revolución de los Sargentos» que había iniciado el camino de Fulgencio Batista hacia el poder en la isla.

A las 20.30, medio país prendió la tele para ver al cómico, pero –para su sorpresa y decepción– encontraron solamente dibujos animados. En el canal nadie sabía por qué Biondi no había llegado a los estudios y comunicó a la teleaudiencia que había sufrido un cuadro de cólicos.
Martínez Bello y sus cómplices abandonaron la ciudad. Sin saber qué hacer, decidieron dejar al secuestrado en una iglesia. Así llegó a El Cano, en los suburbios de la capital cubana. «Nos fuimos a buscar al cura del Cano –recordaría el terrorista años después–. Yo no lo conocía, ni tenía la más ligera idea de cómo pensaba. Me salió la mamá del sacerdote y le dije que necesitaba ver a su hijo. Cuando apareció el padre Rosas, que así se llamaba, le dije que tenía necesidad de confesión. Me trató con afecto. Me propuso esperar al día siguiente para confesarme en la iglesia. “Es muy urgente, padre, no puedo esperar a mañana”».
Resultó que el cura era colaborador del M26J y aceptó, no sin resignación, alojar a Biondi. Sin embargo protestó exclamando: «Pero, coño, ¿por qué cada vez que hay un lío vienen a verme a mí?» Al otro día, el padre Rosas llevó a Biondi a una estación de policía y el comediante recuperó su libertad.
Volver a casa
Al llegar a su casa, Pepe les dijo a su esposa, su hija y su yerno, que se tenían que marchar de allí. Su mujer le recordó que debía cumplir el contrato, y Biondi acordó: «Lo voy a respetar, pero después, nos vamos». No era la primera vez que los barbudos realizaban un secuestro con fines propagandísticos. Un año antes lo habían hecho con otro argentino, Juan Manuel Fangio en la víspera del Gran Premio de la Habana de Fórmula 1 (https://www.altagracianoticias.com/el-loco-secuestro-del-chueco/).

Poco después, cuando triunfó la revolución liderada por Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara, los secuestradores fueron invitados al programa. Y el 30 de junio de 1960 poco antes que Biondi regresara a Buenos Aires, los artistas cubanos rindieron un homenaje de despedida en el Teatro Nacional a quien durante siete años había sido su cómico favorito.
De regreso en Buenos Aires, Pepe Biondi reanudó su sociedad con Goar Mestre (que se había exiliado en Argentina, perseguido por Fidel) y repitió en nuestro país el tremendo éxito televisivo que había tenido en Cuba. Fue profeta en su tierra y lideró las mediciones de rating hasta que se retiró en 1973. Falleció dos años después.




