AG Noticias
Crónicas al Voleo

La Union que hizo la fuerza

La Union que hizo la fuerza
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

Alguna vez el histórico delantero de Inglaterra y actual comentarista de la BBC, Gary Lineker, dijo que «el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania». Casi por carácter transitivo, nos atrevemos a afirmar que el torneo de primera división de Alemania, la Bundesliga, es un certamen en el que participan 20 equipos y que generalmente lo gana el Bayern de Munich. Es que el equipo de la capital de Bavaria ganó 15 de las últimas 20 ediciones, entre ellas las últimas 11.

Se entiende que haya fanáticos del fútbol alemán. En general admiran su orden, su disciplina táctica, su potencia física y su dinámica colectiva. Pero las estadísticas advierten que los torneos son previsibles y, por ende, aburridos. Primero el Bayern y segundo –casi siempre– los pechofrío del Borussia.

Por eso, en la Budnesliga muchas veces es más interesante encontrar las perlitas que se generan allá por mitad de tabla, en donde se produce la verdadera competencia entre quienes buscan subirse al último vagón del tren de las competencias europeas.

Origen popular

Y una de esas perlas la tuvimos en la última edición, porque el humilde Fußballclub Union Berlin, de la capital teutona, clasificó por primera vez en su historia a la Champions League. Una hazaña histórica para una institución con una historia de hazañas.

Fundado en 1906 en Oberschöneweide, un distrito industrial del Este de Berlín, sobre el río Spree. El color de sus primeros uniformes era azul marino, similar al de los trabajadores de la industria metalúrgica (con el tiempo adoptaría los colores rojo y blanco a bastones verticales), por lo que desde el principio se vieron identificados con la clase trabajadora y los sectores populares, a diferencia de las otras instituciones deportivas del sector como el Viktoria 89 Berlin, Blau-Weiß 90 Berlin, BSV 92 Berlin o Tennis Borussia Berlin, todas con origen en la clase media. Por ello siempre fueron conocidos con apodos como «Los de hierro» y «La Union de hierro».

Durante el nazismo participó en una liga denominada Gauliga Berlin-Brandenburg en la que tuvo una discreta actuación, sufrió un par de descensos y alcanzó su mejor actuación al clasificar a los play off de la temporada 1940, siendo eliminado en primera rueda por el Rapid de Viena.

Un ente municipal

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Union quedó –previsiblemente– en el sector soviético. En el reordenamiento de los torneos (cada sector ocupado de Berlín desarrolló sus propias competencias y posteriormente se desarrollaría una ronda final nacional.

El club, devenido por aquella época en una institución municipal por disposición de la autoridad soviética, terminó la temporada 1949-50 en el segundo lugar en Berlín y se clasificó para participar en etapa nacional. Sin embargo, la escalada de tensiones de la Guerra Fría llevó a las autoridades a denegar la autorización al equipo para viajar y participar en el sector occidental. Fue entonces cuando desapareció el ente municipal y renació el Union, dividido en dos. La mayoría de los jugadores y entrenadores huyeron hacia el Oeste para formar el Sportclub Union 06 Berlin, en tanto que los que quedaron en el Este continuaron como Union Oberschöneweide.

Los años del muro

Durante la era soviética el club transitó varios nombres: Union Oberschöneweide (1950), BSG Motor Oberschöneweide (1951), SC Motor Berlin (1955), TSC Oberschöneweide (1957), TSC Berlin (1963). Recién en 1966 adoptaría su –hasta ahora– nombre definitivo: 1.FC Union Berlin.

Mientras existió el muro, Union estuvo casi siempre en categorías del ascenso y pocas veces sus descensos tenían que ver solamente con malas campañas deportivas. Sucede que la Stasi, el departamento de inteligencia de la República Democrática Alemana, apoyaba a Dynamo Berlin (que salió campeón 10 veces consecutivas) y perjudicaba a los clubes civiles como Union.

Plata es lo que siempre falta

La reunificación alemana encontró al club entre algodones. La complicada situación deportiva era directamente proporcional a la muy preocupante situación financiera, que en alguna ocasión le impidieron llegar a la máxima categoría cuando los resultados en la cancha fueron favorables. En medio de un panorama desolador alcanzaron, en la temporada 2000/01, llegar a la Copa UEFA por ser finalistas de la Coipa de Alemania, aun cuando jugaban en la segunda división. Pero los malos tiempos se prolongarían.

En 2004 quedaron al borde del abismo. Bajaron a tercera y quedaron al borde de la quiebra. Cuando todo parecía perdido apareció la afición. Los hinchas generaron la campaña «Bluten für Union» (Sangrar por Union). Miles de hinchas concurrieron a los bancos de sangre de Berlín para donar sangre (que en Alemania es remunerada) y donar ese dinero al club. También salieron a la venta miles de camisetas conmemorativas y también era posible hacer donaciones directas.

De esta manera, a través de una campaña masiva que obtuvo el apoyo del propio alcalde de Berlin, lograron reunir un millón y medio de Euros para evitar la bandera de remate (hacete de abajo Maratea). Sin embargo la buena campaña de donaciones contrastó con la mala campaña deportiva, que los depositó en la cuarta división.

La casa del guardabosques

Pero está claro que, en general, cualquier hincha de cualquier equipo del mundo está más acostumbrado a las amargas que a las dulces y se anima a afrontar desafíos ciclópeos, como en 2008, cuando Union militaba en la tercera y su estadio, «An der Alten Fortsterei» («La vieja casa del guardabosques») necesitaba reformas indispensables.

Como de costumbre, lo que abundaba en el FC Union era la falta de plata, pero también la voluntad de sus hinchas, que no dudaron en proponerse como mano de obra, dejando en manos del club aquellas tareas de mayor complejidad. Unas dos mil trecientas personas trabajaron gratis para modernizar el estadio y adecuarlo a las exigencias actuales, donando decenas de miles de horas para mejorar lo que consideran su casa. Las reformas, además, requirieron la inversión de 15 millones de Euros. Diez fueron pagados por patrocinadores, dos por el club y otros tres por la propia afición.

Villancicos, vino caliente y Nina Hagen

En 2002, en el partido previo al receso de invierno, la hinchada empezó a cantar villancicos. Al año siguiente sus hinchas comenzaron a reunirse en el estadio durante la víspera de Navidad. Beben vino caliente, encienden velas o las linternas de sus teléfonos y durante 90 minutos entonan cánticos de fútbol y villancicos. La tradición comenzó con 89 aficionados y el último año concurrieron 25.000.

Una historia atravesada por algunas buenas y muchas malas llega ahora a su momento más glorioso, al menos en lo deportivo, con esta clasificación a la Champions. Pero indudablemente la gloria está en sus aficionados, que supieron afrontar las tormentas y mantener a flote la institución que aman, entonando las estrofas de su himno al compás de la versión grabada por Nina Hagen: «Los tiempos dorados están por delante de ti, / ¡Unión de hierro! te acompañaremos / ¡Unión de hierro! Equipo de poder rojo y blanco / ¡Unión de hierro! / Bajo el sol de Berlín».

nakasone