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Crónicas al Voleo

La hija del Reverendo y la reinvención de Otis

Por Germán Tinti

Hubo varios “Reyes del Soul”, así como también en el ámbito del boxeo hubo muchas “peleas del siglo” y a cada rato hay un “romance del año”.

Como se sabe, la monarquía en cuestiones artísticas, deportivas o románticas es un tópico buen discutible.  Pibes como Solomon Burke, Ray Charles, Sam Cooke, James Brown y Otis Redding conforman una especie de dream team indiscutible de este género derivado de “la experiencia afroamericana y la transformación del góspel y el rhythm & blues en una forma de funk secular”. Su masificación, en la década de 1960, está fuertemente ligada a los movimientos por los derechos civiles que se multiplicaron exponencialmente en los Estados Unidos en aquellos años.

La carrera (la vida) de Otis Redding fue breve pero fructífera. Falleció a los 26 años en un accidente aéreo. Su producción musical fue tan importante que se continuaron publicando temas inéditos hasta 10 años después de su muerte.

Aretha cantó desde muy chica, pero su éxito explotó en 1967.

Pocos meses antes de que el avión que trasladaba a Redding y su banda se estrellara contra el suelo de Winsconsin, Atlantic Records publicaba el disco debut de Aretha Franlin en esa discográfica. Aretha venía de un largo derrotero por distintas compañías discográficas en las que había obtenido un discreto éxito, generalmente limitado a la comunidad negra de las grandes urbes. Pero en marzo de 1967 se lanzó al mercado “I never loved a man the way I love you”, un LP que abría su tracklist con una versión de un tema que en 1965 Otis Redding había grabado y que había pasado casi sin pena ni gloria: “Respect” reinventado por Aretha se convertía en un verdadero manifiesto feminista en tiempos en que las tradicionales estructuras sociales eran fuertemente cuestionadas y comenzaban a ser modificadas.

Aretha le cambió el sentido a “Respect”. Otis había escrito el reclamo de un trabajador que al llegar a casa espera, cuando menos, algo de lo que un hombre casado entendía entonces por “respeto” (o sea, casa limpia,  niños bañados y cena caliente), pero la cantante de Memphis decía que “si quieres ser tratado con admiración y respeto, tienes que ganártelo, pero no solo como proveedor, si no como esposo.”

Todo lo que quiero que hagas por mí
es dármelo cuando entres en casa
Sí nene

lánzamelo (respeto, sólo un poquito)
cuando entres en casa, ahora (sólo un poquito)

R-E-S-P-E-T-O
Adivina lo que significa para mí
R-E-S-P-E-T-O
Ten cuidado, TCB [hazte cargo]

Se rumorea que a Otis Redding no le cayó bien esta nueva forma de ver su canción, aunque nunca hizo una declaración contundente en ese sentido. Solamente queda el registro de lo que dijo en el Festival de Monterrey: “Esta próxima canción es una canción que una chica me quitó”, llegó a decir él antes de interpretar la pieza.

Aretha, junto a Clarence, su padre, y a su hermana Carolyn.

Madre por primera vez a los 13 años, Aretha era hija de una celebridad en su Memphs natal, el Reverendo Clarence LeVaughn Franklin, En su casa fue testigo de tertulias en las que participaban personajes como Mahalia Jackson, Lou Rawls y Sam Cooke. A los 14 inició su carrera como cantante de jazz, pero como quedó dicho, el éxito masivo llegó en 1967.

Según el crítico de música Dorian Lynskey, “aunque su repertorio incluyera una versión de «A Change Is Gonna Come» y la omnipresente y multifacética «Respect» y aunque entre sus lanzamientos de 1968 se contaran «People Get Ready» de Curtis Mayfield y la tensa y reprobatoria «Think» («Oooh, freedom!»), la importancia de Aretha no estaba tanto en las palabras que cantaba como en el modo en que lo hacía. Impregnada de la tradición góspel y de una pasión electrizante, la voz de Franklin recorría el trayecto del dolor a la redención con una fuerza y vulnerabilidad con las que todo oyente negro podía identificarse.”

Aretha Franlin fue una de esas mujeres que marcaron historia por su actividad profesional, pero también por actitudes personales que se desmarcaban de los cánones sociales de su época. Tuvo sus dos primeros hijos a los 13 y a los 15, de padres distintos. Decidió no casarse y encarar una carrera profesional en un ámbito conducido y superpoblado por hombres. Se divorció de su primer marido (padre de su tercer hijo) por violencia doméstica en 1969. Volvió a casarse casi diez años después. En el interín tuvo a su cuarto hijo. Con su voz y sus formidables logros en la música y el cine como The Blues Brothers, Aretha a menudo es considerada una de las cantantes más grandes de todos los tiempos. Sin embargo, la mujer que vendió millones de discos, cantó para multitudes, pero también para reyes y presidentes, la que hizo llorar de emoción a Barack Obama, se jactaba de su desempeño como madre: «Soy una madre maravillosa, he sido una madre maravillosa y es lo que más me enorgullece», dijo alguna vez.

La noche que Aretha hizo llorar a Obama.

Se fue Aretha y algo se rompió. Siempre pasa esto cuando personas que han sabido emocionar al mundo nos dejan. Tenemos con ella (con tantos) una deuda de gratitud, por su arte, por su ejemplo, por su historia. Por haber inspirado a cientos de talentosos músicos que recogen su legado y siguen haciendo de este mundo un lugar maravilloso, a pesar de todo.

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