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Crónicas al Voleo

La cabeza del pintor

La cabeza del pintor

Por Germán Tinti

 

Por lo general, lo que sabemos de Francisco José de Goya y Lucientes es que firmaba como Francisco de Goya, que era pintor y que tal vez su obra más conocida sea la famosa “Maja Desnuda”, que a su vez nos legó la anécdota de que no se sabe a ciencia cierta quién es la dama retratada tanto vestida como desnuda, aunque se cree que era la amante de un hombre fuerte del Rey Carlos IV.

También sabemos que uno de sus cuadros fue tapa de un disco de los Redondos. En “Bang bang, estás liquidado” aparece el cuadro “Los fusilamientos del 3 de mayo” intervenida por Rocambole.

La cabeza del pintor
De la mano de Rocambole, Goya llegó al rock

Considerado por muchos especialistas el “primer artista moderno”, la pintura de Goya reflejó la situación política y social de su tiempo. Y su obra artística era reflejo de la actividad particular que desarrollaba conjuntamente con su carrera artística. Apoyó abiertamente los movimientos independentistas, contrarios a la dominación francesa y al reinado del hermano de Napoleón en España y sus dominios. Paralelamente se involucró con la defensa de la Constitución de 1812, la primera promulgada en el imperio español y que instauraba principios liberales y democráticos, toda vez que establecía la soberanía en la Nación —ya no en el rey—, la monarquía constitucional, la separación de poderes,​ la limitación de los poderes del rey, el sufragio universal masculino indirecto, la libertad de imprenta, la libertad de industria, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos.

Demasiado para una época en la que las monarquías absolutas buscaban recuperar sus fueros ante los movimientos separatistas que se sucedían en América.

La cabeza del pintor
La maja desnuda. ¿Quién fue la modelo?

Esto le valió no pocos enemigos al artista. A punto tal que cuando Fernando VII (el mismo del que hablábamos cuando contestábamos las preguntas de la prueba de Historia Argentina referidas a la Semana de Mayo), con el apoyo de los “Cien mil hijos de San Luis” (una fuerza de militares franceses y voluntarios españoles que buscaba restituir el poder absoluto de los reyes) acabó con el “trienio liberal” y comenzó a mandar a los defensores de la constitución al cadalso, Goya tuvo que poner “los pies en polvorosa”. Primero se escondió en la campiña y posteriormente cruzó los Pirineos y se afincó, ya enfermo, en Burdeos, donde pasó los últimos años de su vida. El régimen de Fernando VII no fue rencoroso con el artista. Le permitió viajar a Madrid a realizar trámites relacionados con su jubilación como pintor de la Casa Real y le concedió una pensión vitalicia.

Finalmente, Francisco de Goya murió la madrugada del 16 de abril de 1828. Pero no descansaría en paz.

La cabeza del poeta

Fue enterrado junto a su buen amigo y consuegro Martín Miguel de Goicoechea, fallecido tres años antes, en el cementerio bordelés de La Chartreuse. Tras un prolongado olvido, en 1869 se efectuaron desde España distintas gestiones para repatriar sus restos, lo que recién sucedió casi 20 años después. En 1888 se hizo una primera exhumación y ante la asombrada mirada del Cónsul español en Burdeos, Joaquín Pereyra, los funcionarios se dieron con que faltaba el cráneo del artista. : «Esqueleto Goya no tiene cráneo», telegrafió a Madrid el representante ibérico en la ciudad francesa; y el Gobierno contestó con otro telegrama: «Envíe Goya con cráneo o sin él».

«En la caja forrada de zinc encontramos los huesos completos de una persona, y en la otra estaban todos los huesos de un cuerpo humano, excepción hecha de la cabeza que faltaba por completo, lo que no dejó de sorprendernos a todos los allí presentes. Y precisamente todo induce a creer que los huesos encerrados en esta última caja son los de Goya, por ser los huesos de las tibias mucho mayores que los contenidos en la caja de zinc» expresó más tarde el Cónsul Pereyra.

Nunca apareció la noble calavera. Nunca existió tampoco una explicación oficial de la extraña desaparición. Entones el terreno quedó disponible para ser colonizado por las hipótesis. Algunas razonables, otras descabelladas. Como corresponde.

La teoría más convincente es que la cabeza de Goya fue retirada para someterla a estudios médicos. En aquellos años estaba en auge la Frenología, una actividad hoy considerada una pseudociencia que afirmaba la posible determinación del carácter y los rasgos de la personalidad, así como las tendencias criminales, basándose en la forma del cráneo, cabeza y facciones. Incluso hay fuentes que sostienen que el propio artista pidió que así se hiciera.

Llama la atención que en la colección pictórica del Museo de Zaragoza figura una obra del pintor asturiano Dionisio Fierros, que representa al supuesto cráneo de Francisco de Goya. La obra, realizada en 1848, es descripta por el museo con las siguientes palabras: «Cráneo humano visto de tres cuartos. Carece de mandíbula. Se apoya en un tapete de color verde. Muestra muchos fallos dentarios. El colorido utilizado es a base de amarillos y tostados. Uso de la parte pictórica para acentuar el relieve».

La cabeza del poeta

Nadie explica cómo llegó la testa del pintor maño a manos de su colega asturiano casi dos décadas después de su sepelio. Lo que si se comenta es que Fierros le dio el cráneo a su hijo, que estudiaba medicina en Salamanca. Al menos es lo que relata la esposa del pintor, que sostiene que la calavera fue utilizada por un hijo suyo –estudiante de la Escuela de Medicina en la Universidad más antigua del mundo hispano– para prácticas de anatomía. Según esta versión, ese hijo y otros compañeros, para comprobar la fuerza expansiva de los gases, usaron el cráneo para poner unos garbanzos en remojo, que al hincharse lo hicieron estallar.

Triste final para uno de los más importantes artistas de la historia (y para los garbanzos, digamos todo).

La cabeza del poeta
Los premios Goya simbolizan al cráneo del pintor.

En 1975 la cabeza del pintor fue protagonista de una edición del popular comic “Fantomas, la amenaza elegante”, pero el regreso definitivo del “cráneo errante” fue en 1985, cuando volvió en forma de uno de los premios cinematográficos más importantes del mundo. Hace poco se realizó una nueva edición de los Premios Goya y, sorprendentemente, Ricardo Darín no ganó ninguno este año. El cráneo perdido hoy se ve multiplicado en las vitrinas de numerosos actores, directores, guionistas, fotógrafos y demás integrantes de la industria cinematográfica.

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