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José de la Quintana en el recuerdo. Hoy: “Isauro Liendo, una cuestión de Honor”

José de la Quintana en el recuerdo. Hoy: “Una cuestión de Honor”

José de la Quintana, a lo largo de toda su historia se ha nutrido de diversos episodios que marcaron a fuego a su gente. Y entre sus historias, la de Isauro Liendo.

Al momento de contar la historia de José de la Quintana, el nombre de Don Isauro Liendo no puede ni debe quedar afuera del relato. Isauro Liendo fue el comisario a cargo del destacamento del lugar, allá por mediados del siglo pasado.

Pues bien, la anécdota que vamos a contar hace referencia a este destacado vecino, y a los valores y la convicción que fueron unas de sus banderas durante toda la vida.

Cuentan quienes lo conocieron que Isauro era un hombre de fuertes ideales, dedicación y entrega por sus vecinos, y muy querido en el pueblo. Tanto que durante los primeros gobiernos peronistas, fueron los propios vecinos quienes pidieron que fuera él, quien mantuviera la paz e hiciera cumplir las leyes en la zona.

Así de simple, fue nombrado Comisario luego de un «operativo clamor» de sus propios vecinos, muchos de ellos «compañeros» descamisados.

Como toda historia, la de Don Isauro Liendo hay que situarla en el tiempo y las circunstancias. Año 1955. Luego del golpe de estado cívico militar que derrocara al Gral. Juan Domingo Peón de la presidencia de la Nación, todo cambió en el panorama político del país.

Y es en esta coyuntura cuando sucede la anécdota que pinta de cuerpo entero a Don Isauro Liendo. Pero mejor que lo cuente Mecha, una de sus hijas: “Cuando lo derrocaron a Perón en el 55, él era Oficial Subayudante de la policía, y estaba a cargo de la Subcomisaría de La Quintana. Había llegado a ese puesto cuando estaba viviendo en Río I, contratado por el dueño de la Estancia La Isla. Cuando asumió Perón, el Jefe de Estación del Ferrocarril le envió una carta. Le comunicó que los propios vecinos habían pedido que vuelva a La Quintana. Que lo pedían como Comisario del Pueblo”.

Pero esta fue la primera parte de la historia. Lo más importante, por su relevancia ética, tuvo lugar unos años más tarde.

“Cuando ocurrió el golpe del 55, el Juez de Paz Enrique Cuello, que era muy amigo de papá y era radical le dijo que no se fuera, ´que a él nadie lo iba a sacar de acá, que el pueblo lo quiere mucho´. Pero nada. Total que papá se vino hasta casa en el sulky en que siempre andaba, agarró una bolsa, se sacó el uniforme, lo puso en esa bolsa y se volvió a la comisaría. Cuando llegó, dijo: ´Don Enrique, ustedes tienen su gente, y yo tengo mis ideales, acá tiene mi ropa y yo me voy´. Y renunció y se vino a trabajar en la chacra, donde estuvo hasta los ochenta y pico años. Renunció y no quiso jubilarse hasta que volvió Perón en los años setenta”.

Tremenda anécdota protagonizada por un hombre de pueblo, un vecino más que tuvo siempre en claro sus ideas, sus ideales y su fidelidad a una línea. En tiempos en que la clase política y los funcionarios adoptan actitudes poco claras y reñidas con la ética, historias como la de Isauro Liendo terminan convirtiéndose en ejemplo de dignidad, honor y convicción en los valores que defendió hasta su fallecimiento, a los 101 años.

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