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Estafa al sentimiento

Por Gustavo Gutiérrez

 

De un lado, mil quinientas personas juran y perjuran que son de la «T». Del otro lado, cuatro mil quinientas que se proclaman fans de la banda roja.

Poco más de cinco mil personas. Récord de inasistencia, casi para el libro de Guinness, para un Talleres-River casi casi entre familiares. Un absurdo, un papelón. Una estafa al sentimiento del hincha.

Solía decir Víctor Brizuela: «a veces los clubes hacen todo lo posible para echar a sus hinchas». Dicen que River compró todas las entradas para distribuirlas entre sus filiales. ¿Y por qué no compró mas? Talleres,  ni eso. Un club que tiene marketing con diez felicitado, quedó aplazado y a marzo.

La otra. Hace rato cobraron la guita del sponsor.  ¿Esto los convirte en rehenes para jugar el partido cuando al que garpa se le cante, y con equipos muuuuy suplentes. Y con algunos como Mora y Scocco ligth, que pareció que vinieron a Córdoba de shopping.

Es cierto; Talleres sacó ventaja mostrando pibes en su vidriera: Juárez un cinco quitador y de entrega precisa; Bustos un calvario por adentro y por afuera para el fondo del Millonario; y Valiente, Mauro Valiente, uno que tiró un túnel en medio de la cancha y después fue pura zancada para pisar el área y definir sin dudar.

Digo esto por encontrar saldo a favor en un Kempes desierto. Lamentable el marco para la historia de Talleres y River. En un país sin un mango, hay que ser inteligente para no correr a la gente de los espacios que recreación que -les recuerdo a todos- son un derecho consagrado.

Hay que mirar, de tanto en tanto, cuando al que paga la cuota de socio sin chistar, a veces le cobran casi casi como si viera la Champion League.

Fue una estafa al sentimiento popular. Ojo! el hincha ya no come vidrio, no lo traten de gil…

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