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Crónicas al Voleo

El último duelo

Los duelos por el honor tuvieron un importante y llamativo capítulo en la historia argentina.
Por Germán Tinti

Si hablamos de duelos, probablemente la primera imagen que nos vendrá a la mente será a dos cowboys bajo un sol de fuego, uno en cada extremo de una calle vacía y polvorienta mirándose fijamente y con las manos alistadas para desenfundar sus Colt. Uno de ellos será Clint Eastwood, sin dudas.

Pero si cambiamos de hemisferio y nos ubicamos en la interminable llanura pampeana, tal vez los duelistas sean más parecidos a aquellos que describió Borges en “El Sur”:

“Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado. Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura.”

El duelo de honor se comenzó a practicar en Europa en el Siglo XV y se desarrollaba por voluntad de una de las partes —el desafiante— para lavar un insulto u ofensa a su honor. El objetivo no era en general matar al oponente, sino lograr «satisfacción» restaurando el honor propio, cosa que se obtenía al poner en juego la vida para defenderlo. No obstante, había casos en que el duelo solamente terminaba si uno de los oponentes fallecía en el “campo de honor”.

Duelos en Argentina

La prensa argentina comenzó a registrar duelos en la década de 1870, aún cuando estaban prohibidos desde 1814 por un decreto firmado por el Director Supremo Gervasio Antonio Posadas, en el que estipulaba una pena de “irremisible aplicación de la pena de muerte a quienes se desafiaban a un duelo o asistían a duelos en calidad de padrinos”.

¿Pena de muerte para duelistas? ¡Pero si es gente a la que no le importaba morir, Gervasio!

Tal vez por eso luego se cambió la sanción a prisión.

Según la historiadora Sandra Gayol, “el espectacular crecimiento económico y poblacional con el consiguiente trastrocamiento de las jerarquías y prioridades fue la principal condición de posibilidad del duelo. Lejos de ser un hecho aislado, la posibilidad de duelar se convirtió en un rasgo intrínseco de las relaciones mantenidas entre quienes pertenecían y entre quienes aspiraban a pertenecer a las elites”. En 1878 se publicó el primer Manual Argentino de Duelo, las reglas eran estrictas y debían cumplirse

Lisandro y el Peludo

Uno de los duelos más famosos fue el que llevaron adelante Hipólito Yrigoyen y Lisandro De La Torre en 1897. Cuestiones de la interna del partido Radical entre el joven congresista de Santa Fe (de La Torre, que años más tarde fundaría el Partido Demócrata Progesista) y el ya veterano líder (Yrigoyen) hicieron que “el Peludo” lo retara a duelo “con el arma que se le antojara” al ofensor, aunque por él lo hubiera hecho a puño limpio… “quiero romperle la jeta a ese cajetilla perfumado” dijo entonces don Hipólito. El arma elegida por De La Torre fue el sable, ya que tenía conocimiento y prácticas de esgrima y hacía gala de ello en la pedana del Jockey Club. Por su parte Yrigoyen debió contratar un instructor que le enseñara a manejar el arma.

El lance duró aproximadamente media hora. De La Torre sufrió heridas en la cabeza, la mejilla, la nariz y el antebrazo. Yrigoyen estaba exhausto pero sin ningún rasguño. Los Padrinos –el coronel Tomás Vallée y Marcelo Torcuato de Alvear por el lado de don Hipólito, Carlos Rodríguez Larreta y Carlos Gómez por el santafesino– convencieron a los combatientes de que ya era suficiente y el honor del retador había sido salvado convenientemente.

Años más tarde, De la Torre volvería a batirse a duelo. Fue después de los debates en el Senado por las consecuencias del Pacto Roca – Runciman y del asesinato en el recinto de su compañero de bancada Enzo Bordabehere. La misma noche del crimen y ante las acusaciones del líder demócrata progresista, el Ministro de Hacienda Federico Pinedo retó duelo a De la Torre. En este caso el lance fue a pistola. Don Lisandro, desconsolado por la muerte de su amigo, disparó al aire. Pinedo fallo su tiro y el honor quedó salvado.

Los últimos duelistas

El último duelo registrado en Argentina fue mucho más acá en el tiempo. La agitada década de 1960 llegaba a su fin (para dar paso a la agitada década de 1970) y la situación política en el país estaba bastante convulsionada (as always).

Gobernaba el país Juan Carlos Onganía, que había llegado al poder luego de que hubiera sido derrocado Arturo Illia por el golpe de estado encabezado en 1966 por el teniente general Pascual Ángel Pistarini, el brigadier mayor Adolfo Teodoro Álvarez y el almirante Benigno Varela. La participación de Varela en el golpe había indignado a los radicales, ya que poco antes –cuando el advenimiento del golpe era un secreto a gritos– había jurado lealtad a las autoridades constitucionales y al sistema republicano.

El periodista Yoliván Biglieri, que había permanecido junto a Illia hasta último momento, criticó duramente a Varela desde las páginas de su revista Autonomía. Allí, el 14 de octubre de 1968 trató al militar de “traidor”, afirmando además que Varela era el mismo que juró lealtad a Perón después del 16 de junio de 1955 y el que después del 16 de septiembre quería fusilar peronistas. Era el mismo que mostraba lealtad al almirante Rojas y lo apostrofaba después que el doctor Frondizi asumió el gobierno.»

Cuando Varela envió el telegrama retando a duelo a Biglieri todavía tenía el ejemplar de Autonomía arrugado en su mano Irritado, dijo a sus allegados que todos los radicales eran unos “maricones” y que la única manera de limpiar la ofensa era en el campo de honor.

Madrugada en Monte Chingolo

Para el lance se eligió el sable de filo, contrafilo y punta. Un arma con la que el periodista, ex liceísta y avezado esgrimista, se sentía muy cómodo. Luego de considerar realizar el enfrentamiento en la cubierta de un barco o en el tercer piso del edificio de la CGT, se terminó optando por una quinta de la localidad de Monte Chingolo. El encuentro se fijó para las 6 de la mañana del domingo 3 de noviembre. La policía no pudo averiguar la dirección del duelo, pero la presa sí, y pudo documentar acabadamente el suceso, que incluso llegó a las páginas del New York Times.

Esta cobertura nos ha permitido saber que Varela y Biglieri se dieron con todo. Fue casi media hora en la que los contrincantes desataron toda su furia.

Mariano Hamilton, en su libro “Duelos”, relata la lucha como si de un combate de boxeo se tratara: «En el primer ataque, Biglieri le cortó parte de la oreja derecha a Varela. En la carga siguiente, lo hirió en el brazo derecho. Varela no se quedó atrás y lastimó a Biglieri en la mano. Con un rápido movimiento Varela le hizo saltar los anteojos a Biglieri y lo lastimó en el puente de la nariz. Hhabía tirado un hachazo a fondo que por poco no le partió la cabeza al medio como una sandía. En el segundo round, Varela cortó a Biglieri en el pómulo y en el abdomen, pero tampoco la sacó gratis, ya que Biglieri le metió un puntazo en la cadera izquierda.

«En la tercera vuelta, Biglieri fue a fondo y con la punta del sable hirió a Varela en la tetilla izquierda. Estuvo a nada de atravesarle el corazón. El sable cayó de las manos de Varela y se detuvo el combate para esterilizarlo. Mientras los padrinos limpiaban el arma, los dos se seguían insultando a los gritos y repetían una y otra vez que el duelo todavía no había terminado y que era a muerte.”

Rencor sin fin

Pero lo cierto era que los contendientes apenas podían mantenerse en pie. Por eso entre los médicos, los padrinos y el director del duelo los convencieron para que pararan. Sin embargo no hubo reconciliación. “Me voy a reconciliar el día que Biglieri publique una retractación de las ofensas a las que fui sometido” mandó a decir Varela a través de sus padrinos. “No habrá tal retractación, ni reconciliación”  fue la respuesta de Biglieri.

Cuando se retiraban de la quinta de Monte Chingolo, Biglieri le gritó a Varela: “Esto es para que ustedes, los militares, aprendan que los radicales no somos ningunos maricones”. A ello, el militar respondió: “Reconozco su valentía, pero no puedo decir lo mismo de todos los radicales”.

Como se dijo antes, los duelos estaban prohibidos desde 1814, pero las penas terminaron siendo muy laxas. Recién en 2018 se modificó el Código Penal imponiendo mayor severidad en las sanciones. En los fundamentos del proyecto se expresa que «pretender resguardar el honor bajo un desafío con armas resulta inaceptable en estos tiempos ya que para la defensa del honor de las personas se han creado procedimientos especiales dentro del ámbito jurisdiccional, siendo que hoy se encuentra a disposición de cualquier ciudadano que se sienta ofendido en su honor la promoción de los delitos llamados de acción privada tales como los de Calumnias e Injurias».

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