AG Noticias
Crónicas al Voleo

El Principado de Sealand

Por Germán Tinti, para Crónicas al Voleo

El Principado de Sealand. En anteriores ocasiones nos hemos ocupado en esta columna, de pequeños países, reinos o principados fundamentados en entretenidas historias de documentos mal redactados, malos entendidos diplomáticos o rebeliones vecinales para impedir desalojos y demoliciones. En la mayoría de los casos se trata de historias simpáticas que en algunas ocasiones logran imponer un reclamo comunitario y en otras atraer turistas.

Pero el caso de Sealand es distinto a todos, empezando por un detalle particular: es un Principado ubicado a 10 km. de la costa de Felixstowe, fundado el 2 de septiembre de 1967 por Patrick «Paddy» Roy Bates, un locutor, veterano de la 2ª Guerra, que desde hacía algunos años lideraba una movida de radios piratas que difundían música pop y rock durante las 24 horas. Ello, en respuesta a la reticencia de la BBC a pasar en sus emisoras este tipo de manifestación artística.

Ondas desde el mar

La característica de estas emisoras eran que transmitían desde el mar, montadas en buques o, como era el caso de Radio Essex, en una fortaleza marina Maunsell abandonada. Estas estructuras fueron construidas por Inglaterra en la Segunda Guerra para defender la desembocadura de sus ríos más importantes. Luego de la conflagración algunas se transformaron en estaciones meteorológicas y otras directamente abandonadas.

Cuando Inglaterra aprobó, en agosto de 1967, la Ley de Delitos de Radiodifusión Marítima, que prohibía la emisión radial desde plataformas marinas o barcos, «Paddy» Bates, aprovechando que la plataforma que ocupaba, conocida como «Roughs Tower» se encontraba en aguas internacionales, decidió independizarse y fundar el Principado de Sealand.

Turista en un fortín del Mar del Norte

No era la primera vez que Roy Bates pasaba una temporada en ese lugar, lo más parecido a un fortín que se podría encontrar en Unión Europea. «Tenía solo 14 años cuando viajé allí por primera vez durante mis vacaciones escolares de verano para ayudar a mi padre, y pensé que solo sería una aventura de seis semanas. A veces nos quedábamos durante meses, esperando que el bote traiga suministros del continente. Miraba hacia el horizonte y todo lo que podía ver desde la mañana hasta la noche era el Mar del Norte».

Bates instauró una monarquía constitucional y se designó a sí mismo como Su Alteza Real Príncipe Roy de Sealand. Como no podía ser de otra manera, por cierto. Su esposa Joan fue, obviamente, la Princesa consorte.

Su Alteza Real Príncipe Roy de Sealand junto a su esposa Joan

Si bien la cosa parecía un poco en joda, simplemente una excusa para que Bates siga emitiendo con su radio pirata, Sealand sufrió un supuesto intento de invasión por parte de Gran Bretaña y hasta un fallido golpe de estado.

Disparos en el Principado

En 1968 el hijo de Roy, Michael Bates, efectuó disparos en contra de un buque de la Armada Británica que navegaba en las inmediaciones de la plataforma/país. Según la versión oficial del Principado se trataba de un intento de desalojar las instalaciones (técnicamente, una invasión). El gobierno inglés sostuvo que la nave realizaba trabajos de reparación de  una boya de navegación cercana.

Lo cierto es que el Príncipe heredero fue llevado a juicio ante la Corte de Essex; luego de sustanciada la causa declaró, el 25 de noviembre de ese año, que debido a que el incidente ocurrió fuera de las aguas territoriales británicas, no tenía jurisdicción sobre el caso. Inmediatamente se firmó el Tratado Anglo – Silándico. Si esto no es un fáctico reconocimiento de soberanía se le parece mucho. De hecho es un argumento que la realeza silándica ha expuesto en reiteradas ocasiones. Aún cuando la postura oficial es que la pequeña nación no pretende ni necesita la aceptación de la comunidad internacional.

Un quilombo por década

En 1978, Su Majestad y la Princesa Consorte se encontraban de viaje y el Príncipe Heredero, Michael, ejercía provisoriamente el poder. Fue entonces cuando un helicóptero solicitó y obtuvo autorización para aterrizar, aduciendo traer un mensaje de Su Alteza Paddy. Ya en «tierra», los ocupantes de la aeronave, el empresario alemán Alexander Achenbach y un grupo de mercenarios alemanes y holandeses, tomaron el país a punta de fusil. No fue difícil ya que la población estable de Sealand rara vez superaba las 5 personas. Michael y el resto de los habitantes fueron encerrados en una celda durante tres días. Hasta que fueron desterrados (si es que cabe el término) en barco a Holanda.

Roy Bates y la familia real no se quedaron con los brazos cruzados. Consiguieron apoyo militar alternativo (algunos los llaman mercenarios) y una madrugada recuperaron la nación y encarceló a los invasores.

Estas escaramuzas tuvieron dos consecuencias: en primer lugar, Alemania (la Occidental) se preocupó por sus ciudadanos y efectuó un reclamo a Gran Bretaña, que respondió diciendo que ellos no tenían jurisdicción. Entonces Bonn envió un diplomático a Sealand a negociar la liberación de los detenidos. Roy Bates (que también era el Poder Judicial) accedió al pedido teutón y comenzó a tomar ese acuerdo como un reconocimiento de hecho por parte de Alemania, lo cual siempre se negó desde la Cancillería alemana.

La segunda consecuencia es que una vez en su tierra natal, Alexander Achenbach montó un gobierno en el exilio encabezado por él mismo, sin que haya trascendido ninguna consecuencia relevante por este solemne acto.

Michael Bates y la actual familia real.
Con todas las de la ley

Sealand tiene una constitución dictada en 1975; su propia moneda: el dólar silándico –que no tiene ningún valor fuera de la plataforma (y a decir verdad, dentro tampoco); pero los coleccionistan lo aprecian mucho–. «E Mare Libertas» (Desde el mar, la libertad) es el lema del principado y el título de su himno nacional, compuesto por Basil Simonenko y del que se puede disfrutar de una buena versión grabada por la Slovak Radio Symphony Orchestra (corran ya mismo a Spotify).

Durante algún tiempo también emitió pasaportes que si bien no tenían ninguna validez, se vendían como pan caliente entre coleccionistas. Pero dejaron de emitirse cuando algunos de ellos se encontraron entre las pertenecías de terroristas en distintos lugares del mundo. No faltaron rumores de que el gobierno en el exilio de Achenbach los falsificaba, pero todo quedó en la nebulosa del olvido.

Sealand no se rinde

En este nuevo siglo Sealand dejó de tener importancia para la familia real. Que por otra parte, jamás abandonó del todo su residencia en Southend-on-Sea, allí donde el Támesis se funde en el Mar del Norte. Sin embargo, Michael I, hijo de Roy y actual monarca desde que su padre falleciera en 2012,. No piensa renunciar a sus posesiones, e incluso rechazó una millonaria oferta para que venda la vieja estructura.

«Recuerde, la plataforma se construyó ilegalmente fuera de las aguas territoriales británicas durante una época de guerra; pero entonces todo el mundo estaba demasiado ocupado con otras cosas. Los británicos deberían haberla destruido cuando tuvieron la oportunidad, pero nunca lo hicieron. Ahora, décadas después, Sealand todavía está en pie», afirma orgulloso el príncipe Michael.

nakasone