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El gol, ese examen que hay que aprobar

CONMEBOL lo confirmó: No habrá más "gol de visitante"

Por Gustavo Gutiérrez

El Flaco Menotti, sabio como pocos, definía los sectores de la cancha como «de distracción», que era desde el arco hasta tres cuartos; «de gestación», que era desde ese punto hasta los tres cuartos rivales, y a partir de esos tres cuartos rivales se entraba en zona «de definición». Es decir, la definición incluía el movimiento de un equipo que se organizaba a partir de la tenencia de pelota, gestaba, profundizaba y remataba.

O sea, el remate hacia el arco o hacia el gol forma parte de la definición. ¿A qué vamos? Que si yo tengo en un partido más de tres o cuatro situaciones de conversión y no convierto, será el arquero rival el que se transforme en figura, o mi propia impericia o incapacidad me privará rendir la última materia con una nota satisfactoria.

Bien. Uno es más cuando más gesta; pero termina siendo el mejor cuando logra -a partir de la gestación- la conversión. Algo de eso le pasó a Belgrano contra Central (ejemplo Nº1). Jugó 20-25 minutos con situaciones al menos de peligro, dentro del área de Central. Solo que el remate final careció de la técnica necesaria como para que entrara en los 7,32 x 2,44. Después, Belgrano se equivocó, lo pagó carísimo, pero queda en la memoria del Celeste esos minutos donde gestó más o menos bien, y donde definió más o menos mal.

¿Algo de eso le pasó a Talleres frente a Independiente? Y claro… tuvo más de media docena de situaciones frente a un arquero inspiradísimo, pero… ¿cuánto de pericia tuvo Campaña y cuánto de impericia Talleres a la hora de definir el remate final?  ¿Cuánto hay que adjudicar al arquero en esto de ser la figura del partido y cuánto Talleres tiene que lamentarse de una no buen ejecución técnica del remate final?

El remate final debe contener el análisis final. Uno va gestando, va obteniendo a partir del dominio de la pelota, aproximaciones al área rival hasta que llega un punto, un instante,  hasta que se produce un momento que uno tiene que definir todo lo que trae en ese bagaje futbolístico que aparenta ser más que su rival.

Ese instante final es el remate al arco. Y ahí se acaban las dilaciones, debe ser certero y ejecutado con la mejor técnica. Si uno tiene una o dos situaciones dentro de un partido, el análisis pasa por un lugar; pero si uno tiene más de media docena, hay que empezar a creer que la impericia propia es la causante de no obtener los tres puntos por los que un equipo hizo más que el otro.

Si el otro que hizo menos, tiene una o dos situaciones, y como Independiente o como Central las convierte, ese equipo habrá tenido pericia para convertir; aunque no haya gestado convenientemente.

Vayamos a otro ejemplo. Hoy Godoy Cruz es el segundo del campeonato. La fecha anterior jugó muy mal frente a Colón, pero consiguió la victoria final a partir de la pericia de un delantero. Tuvo capacidad individual; el equipo no tuvo un rendimiento colectivo adecuado, pero sí tuvo o tiene en el Morro García un delantero capaz de olvidarse de lo mal que juega un equipo y en ese instante y en ese momento poner su capacidad o su pericia para desnivelar.

Tanto Talleres como Belgrano (y aquí viene la buena noticia), si logran construir adecuadamente esos veinte o veinticinco minutos de fútbol atildado, en concreción, en remate, en conversión, entonces estarán en capacidad de ganar más partidos de los que pierdan. Aunque ésto, al otro día de las derrotas, suene a consuelo de tontos.

nakasone