El que estamos transitando es un fin de semana ideal para poner a prueba nuestro grado de responsabilidad social ante la pandemia.
La responsabilidad social, esencial e indispensable para poder llevar adelante cualquier planificación (acá y en cualquier parte del planeta) será tema central estos días. El fin de semana que tiene -además- la previa del «Día del Amigo» será una prueba de fuego para saber cómo andamos en este rubro.
Que todos estamos cansados, es cierto. Que a todos nos gustaría reunirnos con amigos, compartir asados, picnics, juntadas o como les llamemos, está claro. Que la necesidad económica de algunos comercios tienta a mirar para otro lado en ciertos casos, no se duda. Que los tiempos nos obligan a contenernos, o al menos a ceñirnos a ciertas normas, también.
«No sé para qué tanto control y tanta prohibición si hace varios meses no hay casos en Alta Gracia». Un análisis simplista, parcial e inútil. Es como decir «¿para qué le ponen pasamanos a las escaleras si no se cae nadie?», sin analizar que precisamente no se cae nadie porque hay pasamanos.
No son tiempos para violar nomas. Ciudades que se relajaron de más y cayeron en este error (Oliva, Marcos Juárez, por poner un par de ejemplos), hoy están pagando con enfermos y más restricciones. Y en ambos casos el origen de los brotes fueron irresponsabilidades de quienes siguen creyendo que esta enfermedad es un invento.
Desde el Estado municipal se advierte que este fin de semana, los controles serán más estrictos. Que se obligará a cumplir las normas. La provincia puso multas altísimas a quienes violen las reglas. Todo bien, pero la última palabra la tendremos nosotros, los vecinos, los ciudadanos.
Cuidémonos. Cuidemos a quienes más queremos y hagamos que los demás se cuiden para protegernos. Es la única salida. Por más controles y multas que implementen, sin responsabilidad social no hay plan ni proyecto que aguante. Y el maldito virus está al acecho.
