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Crónicas al Voleo

El creador del auto de Marty McFly

Marty McFly y John DeLorean. Idas y vueltas en el tiempo... y en la vida.
Por Germán Tinti (para Crónicas al Voleo)

Ya es noche cerrada cuando Martin Seamus McFly llega en patineta (en los 80 era patineta, no jodan) al desierto y silencioso estacionamiento del centro comercial Twin Pines. En el amplio espacio solamente se encuentra un motorhome y un vistoso auto deportivo con aire futurista. En ese momento el Doctor Emmett Lathrop Brown presenta a su amigo y admirador su máquina para viajar en el tiempo, instalada en un poderoso y llamativo DeLorean DMC-12 plateado. Su poderosa imagen y las puertas “alas de gaviota” convirtieron aquella cupé, que fue un fracaso comercial, en un ícono cinematográfico de todos los tiempos.

“¿Quiere decir que usted construyó una máquina del tiempo con un DeLorean?”, preguntó incrédulo, en la pantalla del Cinerama, Marty. Y el Doc respondió, mirando al infinito: “En mi opinión, si vas a construir una máquina del tiempo, ¿por qué no hacerlo con estilo?”

En miles de cines de todo el mundo, y de la mano de la película “Volver al futuro”, aquel sueño truncado de un excéntrico empresario automotriz que tres años antes había comenzado a transitar por el carril veloz de la autopista del olvido, renacía de su destino de chatarra y comenzaba a coquetear con la eternidad de los mitos.

Estudiante meritorio

Hijo de inmigrantes (Zacharias, su padre, era rumano; Kathryn Pribak era austro-húngara), John Zachary DeLorean nació en Detroit en 1925 y fue el mayor de cuatro hermanos. Sin que les sobrara nada, la familia DeLorean atravesó la gran depresión sin grandes sobresaltos, nunca faltó la comida ni la ropa en un hogar que con los años se convirtió en disfuncional en virtud de las desavenencias cada vez más evidentes en el matrimonio; lo que obligaba a Kathryn a refugiarse durante largas temporadas en la casa de su hermana en Los Ángeles. Finalmente se divorciaron cuando John tenía 18 años.

Fue un destacado estudiante del prestigioso Instituto de Tecnología de Lawrence, estudios que completó a pesar de los tres años en los que sirvió al ejército estadounidense durante la Segunda Guerra y el año y medio en que trabajó como empleado de Alumbrado Público para regularizar la situación económico-financiera de su familia, destruida a causa del divorcio de sus padres y el avanzado alcoholismo de Zacharias.

Con su título de Bachiller Universitario en Ingeniería Industrial, y tras un año en que se dedicó (con gran éxito) a la venta de seguros, John DeLorean puso sus pies en la industria automotriz de Detroit, el corazón fierrero de los Estados Unidos –The Motown– y cada vez que dio un paso fue para ascender en esa jungla de metal.

DeLorean junto a Cristina Ferrari e hijos.
Una anomalía en la industria

Sus biógrafos destacan una personalidad que nada tenía que ver con el physique du rol del empresario norteamericano medio de la década de 1950. Pero se trataba ese de un decenio de cambios fundamentales en la sociedad. La irrupción del rock and roll y la progresiva liberación sexual de una juventud que, además, comenzaba a gozar de independencia económica, empezó a modificar usos y costumbres con la inevitable y estéril oposición de las generaciones mayores.

En su obituario publicado en The New York Times, Danny Hakim escribió que “era una anomalía en una industria entonces dominada por ejecutivos de cuello abotonado. Se tiñó el pelo de negro azabache, llevaba camisas abiertas hasta el ombligo, se casó con una joven estrella y, posteriormente, con una supermodelo, y se convirtió en una maravilla de la autopromoción”.

Su ascenso fue meteórico. A los 40 años se convirtió en el manager general más joven de la División Pontiac de General Motor’s, cuatro años después fue el más joven en ocupar el mismo cargo pero en Chevrolet. En 1972 ya era vicepresidente de GM. Para ese entonces, su creación más famosa (hasta entonces) el Pontiac GTO llevaba 8 años de éxito comercial en el mercado de los denominados “muscle cars” (coches deportivos medianos o grandes, de motor muy potente y relativamente económicos).

Tremendo: el Pontiac GTO, su más exitosa creación.
Vida de estrella

A esta altura, DeLoreean llevaba una vida de estrella de Hollywood. Aparecía en las revistas de la farándula con mayor asiduidad que en las noticias de industria o economía. Se tiñó el pelo de negro azabache y se hizo algunos “retoques” en su rostro. En 1969 se divorció de su primera esposa (Elizabeth Higgins) y en el ‘73 de la segunda (Kelly Harmon). Su estilo de vida y sus métodos empresariales empezaron a molestar a quienes miraban su despacho (y su sueldo de 500 lucas verdes anuales) con codicia y en 1974 acordó su salida de General Motors.

Un año antes había fundado la DeLorean Motor Company, popularmente conocida como DMC, y una vez libre de compromisos con GM, comenzó a desarrollar el auto de sus sueños. Así, rodeado de dos grandes figuras de la industria automotriz, el ingeniero Willam Collins y el diseñador italiano Giorgetto Giugiaro, desarrollaron el auto que llegaría al zenit de la fama al mando del personaje interpretado por Michael J. Fox.

El primer prototipo apareció en octubre de 1976 y la producción empezó oficialmente en 1981 en la fábrica que DMC tenía en Dunmurry, en Irlanda del Norte. Si bien la imagen del auto era impactante por su estilo futurista, sus puertas “alas de gaviota” y su carrocería de acero inoxidable, sin pintura; tan solo se vendió la mitad de las 8.500 unidades que se fabricaron en dos años.

A John siempre le gustó posar junto a su auto… y a su chica de turno.
Del fracaso al presidio

El fracaso comercial desesperó a DeLorean que, para salvar su empresa, aceptó el encargo de llevar una valija desde Nueva York a Los Ángeles. El perro que olfateó el equipaje se puso nervioso y la cana le encontró 26 kilos de merca que le significaron 2 años tras las rejas. Sin embargo resultó absuelto (se comprobó que el FBI le había tendido una trampa) y en 1984 fue exonerado. Entonces se divorció de su tercera esposa (Cristina Ferrare) y pudo asistir al estreno de “Back to the future” acompañado de la cuarta, Sally Baldwin.

Si bien la trilogía fílmica tuvo a su creación como un protagonista principal, y a pesar de los reiterados anuncios, la DeLorean Motor Company quedó en la memoria (que, según Borges, es una de las formas del olvido). Muchas veces se intentó reflotar el DMC-12 enancado en la fama obtenida a través de la pantalla grande. La última fue en enero de este año. Pandemia mediante, hasta ahora solamente tenemos el anuncio.

Ni siquiera podemos esperar que el Doc Brown se deje ver por este año desangelado porque, como es bien sabido, el DeLorean fue destruido por la locomotora del tiempo que el propio Emmett construyó en su paso por el siglo XIX. Y, además, por estas latitudes casi no quedan vías férreas.

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