Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)
La isla Santa Catalina forma parte del archipiélago de las islas Santa Bárbara. Posee una extensión de 194 km² y se localiza a 35 km al sur-suroeste de Los Ángeles, California. Es la única isla del archipiélago que cuenta con población permanente. Más de 3000 habitantes viven en la ciudad turística de Avalon. Es parte integrante de los Estados Unidos de América desde 1852. Con anterioridad perteneció a México.
Hasta allí llegan, en temporada cálida, cientos de veleros y pequeños yates de californianos deseosos de disfrutar las cristalinas aguas. De las playas semisalvajes de lugar y de una infraestructura turística poco desarrollada pero suficiente para las pretensiones de los visitantes. Turistas que no reclaman lujo sino tranquilidad.
Llegan los Boinas Cafés
Seguramente en eso estaban los visitantes que poblaban Avalon, el único centro urbano de la isla, el 30 de agosto de 1972. Fue cuando The Catalina Islander, el periódico local, informó sobre la presencia de un grupo de jóvenes que acampaban en lo alto del acantilado que abriga el casino del pueblo, al norte del embarcadero.
Es que, de manera silenciosa y casi furtiva, habían llegado 26 miembros del movimiento chicano de Los Ángeles «Boinas Cafés» comandados por David Sánchez. Los activistas izaron una gran bandera de México y denominaron al lugar «Campo Tecolote».
Los Boinas Cafés o Gorras Cafés (en inglés Brown Berets) es una organización chicana fundada en 1967 por el propio David Sánchez, expresidente del Consejo Juvenil de la Alcaldía de Los Ángeles. Nació durante la época del Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos. En la cima de su popularidad el grupo contó con unos 5000 miembros.
El objetivo principal de la organización era hacer valer su opinión en las políticas de las instituciones que afectaban a los chicanos. Esto es escuelas, policía, seguridad social e inmigración. Para muchos era el equivalente chicano de los Panteras Negras. Luchaban en contra del hostigamiento policial, la falta de representación política, la Guerra de Vietnam, y los planes de educación y escuelas públicas inadecuadas.
Movimiento Chicano
Los Boinas Cafés formaban parte del Movimiento Chicano por los Derechos Civiles, una organización surgida en la década de 1960, en una época en que proliferaron este tipo de movimientos que luchaba por los derechos de las minorías en Estados Unidos.
El Movimiento Chicano daba voz a una amplia variedad de problemas y demandas de la población mexicana en EE. UU., desde la reanudación de las concesiones de tierras, hasta la reivindicación de los derechos de los trabajadores agrarios, el derecho a una educación de calidad y al voto, entre otros derechos ciudadanos.
Los activistas chicanos también llevaban a cabo labores de concientización sobre la historia colectiva de los mexicano-estadounidenses. Desde un punto de vista social, el Movimiento chicano luchó contra los estereotipos negativos de los hispanos y latinoamericanos presentes en la conciencia colectiva y los medios de comunicación estadounidenses.
Los olvidos de un tratado
Según declaraciones públicas posteriores, David Sánchez justificó la acción (que en todo momento fue calificada de «simbólica») en el Tratado de Guadalupe, que puso fin a la intervención estadounidense en México en 1948. Sánchez advirtió que en el texto no se mencionaba ni a la isla Santa Catalina ni a las islas del Canal o archipiélago del Norte, un conjunto de islas frente a la costa de California, a la altura de Los Ángeles. En virtud de esa omisión, los Boinas Cafés sostenían que las mismas pertenecían a México.
Fue la ocupación de la isla de Alcatraz lo que le dio la idea a Sánchez y sus Boinas Cafés. En noviembre de 1969 un grupo de 89 nativos estadounidenses ocuparon la isla donde funcionó hasta 1963 la famosa cárcel. La protesta duró 19 meses y fue encabezada por Richard Oakes, LaNada Means y John Trudell, entre otros. El grupo vivió en la isla hasta que el gobierno de Estados Unidos puso fin a la protesta por la fuerza el 11 de junio de 1971
Campo Tecolote
Aquel 30 de agosto de 1972, 25 hombres y una mujer llegaron a la isla Santa Catalina a la madrugada por vía aérea y se instalaron en el modesto motel Waikiki. Acto seguido alquilaron un jeep y a las 9 de la mañana se habían instalado en la colina que está al norte del puerto y el casino de Avalon, izaron la bandera mexicana (tal vez la primera vez que en California flameaba una bandera extranjera desde el 24 de noviembre de 1818. Cuando Hipólito Bouchard tomó la bahía de Monterey en California, convirtiéndola en parte del territorio argentino durante seis días) y, como ya se dijo, denominaron al lugar Campo Tecolote
Si bien los «rebeldes» no portaban armas, vestían prendas militares y solían permanecer en formación. Los residentes, en un principio, creyeron que la isla había sido invadida por México. Sin embargo, Raymon Rydell, –el alcalde del pueblo– que cuando era funcionario público en Los Angeles había tratado con los Boinas Cafés, instruyó a las autoridades policiales para que no acosaran al grupo. Para que no causaran problemas, alarmaran a la población y le dieran una excusa a la Unión estadounidense por las Libertades Civiles de involucrarse y poner el tema en los diarios de todo el país. Incluso, algunos empresarios locales intentaron hacer buenas migas y enviaron al grupo alimentos y bebidas.
Todo tiene un final
Finalmente las autoridades un poco se hincharon las pel…. se cansaron y el 23 de septiembre les mandaron un ultimátum: los que no abandonaran el campamento terminarían conociendo la pequeña cárcel local. Los Boinas Cafés –que en realidad nunca creyeron que podrían tomar la isla para México– se retiraron. No sin antes prometer que volverían y que tomarían otras islas del archipiélago. Pero lo cierto es que la organización se disolvió apenas embarcaron rumbo al continente.
Finalmente, el esfuerzo de los 26 chicanos fue en vano. En 1978, seis años después de la ocupación, el gobierno de México reconoció explícitamente la soberanía estadounidense sobre Catalina y las Islas del Canal. Fue en un tratado marítimo entre México y Estados Unidos. Ya casi nadie se acordaba de la epopeya de los Boinas Cafés.