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Pareciera que ésta es la nueva normalidad.
La Pandemia y la Guerra de Ucrania son hechos que han tenido y tienen un gran impacto en las sociedades. Ambas han transformado nuestras vidas, expectativas, algunas creencias y nuestro bienestar personal.
Tenemos entonces que aprender a vivir con lo inesperado. Todo está cambiando vertiginosamente; el virus del Covid19 muta y aparece una nueva cepa una y otra vez.
La crisis económica, social y política se está viviendo intensamente dejando a su paso, traumas, pobreza, depresiones y mayor inequidad.
¿Podríamos imaginar el desastre climático que nos está dejando a nivel mundial, cada vez con menos posibilidades de ser un mundo sanamente respirable y convertir el planeta en un basurero?
Este es el mundo del presente, difícil ¿no?
Todos queremos saber qué ocurrirá con la meteorología, con el devenir político, con el valor del dólar, o con una nueva pareja.
La incertidumbre forma parte inevitable de la existencia humana. Pero no se trata de vivir con el corazón en la boca todo el tiempo, como si estuviéramos en una montaña rusa existencial.
Los antiguos veían con preocupación el caer del sol tras el horizonte, ¿qué les garantizaba que el sol volvería al día siguiente? Es posible que para no vivir con esa angustia, se dedicaran a mirar los ritmos del cielo y sus astros y así pudieron observar que había movimientos, ritmos confiables y pronosticables.
No hay nada en la vida de cada uno de nosotros que sea totalmente previsible. Podemos tener la certeza por ejemplo, que nuestro hijo será varón pero, ¿tenemos la certeza de que no habrá dificultades en el parto o al momento de nacer?
Planeamos una excursión porque el pronóstico anunciaba “día soleado” y resulta que amanece con lluvia.
Tenemos que acostumbrarnos a lo incierto; nada está asegurado en el devenir de la vida… ¡ni aún la vida misma!. El futuro no está en nuestras manos. El no saber qué depara el futuro se agrava, frente a la situación económica y social.
Hay grupos sociales que viven en tales condiciones de pobreza y abandono que la incertidumbre se transforma en la certeza de que no tienen salida y que nada cambiará. Por el contrario a otros, en que la esperanza supera el miedo, el mundo se les presenta lleno de posibilidades.
En toda esta incertidumbre hay algo cierto… no podemos dominar a la naturaleza; ella sigue su curso y nosotros no vamos a poder repararlo. Pero sí podemos seguir destruyéndola… ¡en eso sí, tenemos poder! Terrible, ¿no?
Incertidumbre… ¿Enemiga o Aliada?
La incertidumbre nos hace sentir vulnerables; nos despoja de la soberbia de que todo lo podemos resolver. Ni siquiera un país poderoso como Estados Unidos pudo evitar la muerte de medio millón de personas.
El exceso de confianza que nos hace poder encontrar solución a todo… es algo que puede llevarnos al caos. En la lucha por el poder, cada político esgrime su plan económico que asegurará bajar el nivel de pobreza, bajar la inflación, etc… pero sabemos que cuando asumen, nada de eso sucederá.
Quizás si aprendemos a gestionar la incertidumbre, sea un beneficio, porque nos desafiará y provocará a pensar otras formas y otras estrategias. Nos ampliará el poder de la mente.
Los científicos opinan que la incertidumbre es muy importante para el pensamiento, lo creativo, el bienestar mental y la resiliencia.
En realidad nos está desafiando a dejar de lado lo previsible, la rutina, el pensamiento automático. Todos los días no tenemos que pensar en cómo hago el café o cómo me calzo las zapatillas, etc…
Cuando aparece algo nuevo, es cuando ponemos en marcha nuestra imaginación y creatividad. Un médico puede decir ante un caso muy complejo “no sé, voy a investigar” y eso es mucho más fiable que aquel que ofrece una respuesta inmediata.
No se puede evitar lo incierto, ni controlar la mayoría de las cosas que nos suceden. Pero sí, podemos aprender a relacionarnos de otra forma con lo que nos ocurre. Para ello es importante descartar los pensamientos negativos que son nuestro mayor boicot a este aprendizaje.
Cuando logramos controlarnos podemos entrar en un estado de calma que nos permitirá un reenfoque y una mirada más neutral hacia lo que no podemos cambiar.
Nada sería peor que quedar paralizados ante las numerosas incertidumbres.
Cuando vivimos la pandemia del Covid 19, tuvimos que buscar en nuestro interior todos los recursos posibles para poder salir adelante.
En el libro “El fin de la historia” de Francis Fukuyama indica que “Ya deberíamos habernos convencido que nada está cantado en el curso de nuestro devenir.”
Asumir la incertidumbre es inteligente. Hacer planes sabiendo que hay contingencias. Inventarse. Basarnos en lo real y no en las ilusiones.
“La incertidumbre es lo que nos cautiva. La bruma hace que las cosas sean maravillosas”
Oscar Wilde
Seguramente no vamos a salir de esta crisis mundial, en donde la realidad es desoladora en varios países, solo con voluntad, sino aceptando lo que pasa y buscando las mejores estrategias.
Actualmente nos enfrentamos a problemas más complejos y globales; y estos niveles de incertidumbre se reflejan en ansiedad, angustia y estrés.
¿Podrá ser éste un momento bisagra en la historia, donde la incertidumbre nos lleve a desafiar la infraestructura social?
Hasta ahora parece que prima más el pensamiento blanco o negro.
¿Qué pasaría si empezamos a probar en cosas pequeñas, algo nuevo… diferente? Podemos ensayar a ser más curiosos, menos rígidos, investigar nuevas maneras de hacer las cosas de siempre. Tal vez así veríamos que lo desconocido no es tan amenazante. Y podríamos estar con mejores y más efectivos recursos para enfrentar lo incierto.
En un cuento de Gabriel García Márquez, describe a uno de sus personajes diciendo: “tenía esa suave eficacia de los que aceptan la realidad”
Hasta la próxima semana
¡¡Disfruten cada día!!
