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Rapdolfo, la comunidad del rap que revoluciona realidades

Rapdolfo, encuentro en el rap

Rapdolfo, más que un simple grupo de chicos que se juntan a rapear, es una comunidad. Allí, cada uno es libre de participar desde cualquier lugar, ya sea produciendo, componiendo, escribiendo, escuchando o compartiendo. Como grupo, se unió a mediados de 2017, producto de un proyecto escolar generado a partir de charlas y debates durante la clase sobre el prejuicio hacia los jóvenes y hacia el rap.  Así, organizaron un evento cultural de hip hop, donde iban a asistir distintas bandas. El encuentro se llamó “Rapdolfo, encuentro en el rap”, nombre que quedaría luego para definir al grupo como tal. Actualmente lo integran más de 30 personas, y se encuentran bajo la coordinación de la profesora impulsora del proyecto, Mané.

Lo que Rapdolfo se basa mucho es justamente en la inclusión. Incluir gente. De ver también, por ejemplo, si vos querés expresarte, y no tenés los medios, la idea es que brindemos esos medios para que vos puedas plasmar tu arte”, expresa Lobo, uno de los tantos participantes del grupo de rap.

Los chicos han viajado por muchos lugares de Córdoba y alrededores, haciendo rapear hasta los personajes más insólitos. El año pasado trabajaron en conjunto con la Defensoría de niños, niñas y adolescentes de Córdoba, con el arte como medio de expresión (“ExpresArte”). “A ellos les gustó lo que estábamos haciendo acá. Contactaron a Mané y hablaron. Hubo muchas reuniones antes de que nosotros fuéramos. Fuimos, hicimos muchas capacitaciones que nos brindó la Defensoría”. Se prepararon durante medio año para poder ir a los barrios. Allí les mostraron cómo comunicarse con la gente de los barrios, cómo aprender a escuchar, darles su espacio y todo lo que introducirse en esas zonas.

El lema de la propuesta era “luces, sombras y propuestas”. Ellos iban y preguntaban a los vecinos cuáles eran las luces (qué les gustaba hacer, qué les gustaba del barrio), y las sombras (lo que no les gustaba, lo que les parecía feo, lo que les parecía que no estaba bien en el barrio, lo que faltaba).

Como eran barrios bajos, nos pedían cosas que acá vos salís y las ves. Son realidades muy diferentes lo de acá en Alta Gracia o Córdoba en algunas zonas. Esos barrios están perdidos, por así decirlo. De la parte del gobierno, olvidados”. Tuvieron la oportunidad también de hacer participar a los vecinos en distintas actividades referidas al rap y el hip hop. “Había mucho talento ahí”, comentó uno de ellos.

Algo que me causó mucha intriga, era saber en qué se inspiraban para hacer su música. Si bien cada uno tiene su propio estilo, la mayoría coincide que el asunto de la tristeza es un estado recurrente y necesario para inspirarse y componer. “Suele ser más fácil inspirarse a través de las sombras que de la misma luz”. “Es una travesía el vivir. Ningún día es igual al otro. Ya cuando estás en días iguales, es muy rutinario, y para hacer música y ser creativo, me parece que tenés que poder salir de esa rutina”. “La vida tampoco es todo lo que esperamos, y cuando no es todo lo que esperamos, duele. Ahí es cuando tenemos que saber canalizar el dolor, porque si nos quedamos con ese dolor reprimido, está ahí comiéndote todo el tiempo”. “Si uno escribe con verdadero sentimiento, es ahí cuando llega a la otra persona. (…) Cuando cada uno de nosotros expresa lo que vivimos realmente, ahí es cuando se genera esa sinergia entre el espectador y el artista”. Para ellos, parte de ser artistas es saber expresarse, sentir confianza en poder decir lo que quieren decir, sin importar el público que tengan.

Así mismo, no todos son compositores. Fabio, por su parte, afirma que él disfruta de escuchar a sus amigos y compañeros, de su arte y sus historias. Mané, profe y coordinadora de Rapdolfo, acotó que a ella le inspira el amor. “Las cosas que se hacen con amor, salen bien, y eso me inspira y me retroalimenta. (…). Esto de transformar la realidad, no desde lo partidario, si no desde el poder unirnos para cambiar la realidad desde el arte”. “Algo importante que tiene el rap, es eso, lo directo que es el mensaje. Como que lo podés re escupir”.

Hablamos un poco del evento de la memoria de la semana anterior, y a partir de allí hicieron algunas declaraciones. “Desde mi punto de vista, me parece bueno recordarlo. Nosotros tenemos mucho manejo de la palabra, y creo que la palabra en ese momento pesa mucho”, dijo Mouzer. Abril, por su lado sumó que “Rapdolfo se trata de no, callar a nadie, de no censurar a nadie”. “En una dictadura eso no podría ser. Estaríamos todos desaparecidos”, concluyó Mané.

Existe un Rapdolfo docente, donde los maestros trabajan el rap en articulación con la escuela. “Un montón que van y que de alguna manera participan y que se sienten parte de lo que significa a nivel proceso, digamos, como expresión de derecho, del arte como medio. Y con posibilidad de todo. No esto del artista y el espectador, sino de generar espacios donde todos nos podamos expresar”.

Gracias al trabajo diario hecho pos los chicos y la profe, hace un tiempo recibieron una invitación al Encuentro Internacional de Jóvenes en Buenos Aires, donde participaron trece países exponiendo todo tipo de arte, y tuvieron la oportunidad de rapear en el Centro Metropolitano de Diseño, allá en Buenos Aires, frente a toda la congregación. Visitaron la villa 31, donde pudieron conocer gente de allí que rapeaba e intercambiaron muchas amistades.

El grupo tiene en su haber, un cortometraje y un documental. El primero, se encuentra subido de forma pública en su canal de YouTube. Fue presentado en un concurso que abrió el Ministerio de Educación de la Provincia, donde ganaron el premio al mejor proyecto educativo que favorece los vínculos saludables. El segundo, será presentado oficialmente en un festival de cortometrajes en el que participan los alumnos de cine que produjeron el tape.

A nivel privado, dicho documental fue expuesto en febrero de este año ante el Congreso Internacional de Pedagogía de La Habana, donde consiguieron becas para algunos de los integrantes de Rapdolfo, para capacitarse en educación popular y trabajo comunitario. “La idea es un poco es, retroalimentar lo que hacemos, con otras experiencias, aprender, intercambiar. Y ver esto, que puede salir de un delirio de una clase, de un aula pensando que la escuela no tiene que quedarse en las lógicas lineales, verticales y de los adultos, sino que tiene que ser un espacio vivo y en donde los jóvenes tienen que estar activos. (…) Pueden proponer, y de esas propuestas (…) surge un movimiento tan fuerte, que hoy no lo pueden tapar, negar”. “Los jóvenes demuestran que, con los espacios ganados, los cuidan, los enriquecen y hay resultados hermosos”. “Las cosas hechas sinceramente con amor, tienen una sinergia propia que parece no tener techo, y que no ha caído en el personalismo de nadie, ni en el exitismo de nadie, sino que el protagonista es el proceso, y lo que se dice, y entre todos se va construyendo, lo que dice cada uno desde su lugar, eso para mí es mágico”. Cabe desatacar que aquí los adultos ocupan “un lugar de gestión, de respaldo institucional, pero el protagonismo es de los chicos”. “Lleva todo un proceso pedagógico y de desarrollo comunitario, esto de pensar críticamente la realidad para participar en ella y transformarla. Tiene una metodología también y una disciplina”.

Aquí tenemos un ejemplo más de que la juventud es, lo que se le permite ser. De que los chicos y chicas son capaces de comprender y apropiarse del contexto que los rodea, y actuar como agentes sociales activos, y no como simples espectadores de la realidad que sólo viven el mundo a través de una pantalla.

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