Los irresponsables están a la orden del día en nuestra ciudad. Es grave que haya gente que en plena situación de pandemia no entienda que debe guardar un comportamiento social adecuado.
Más grave todavía es si esta persona cumple regularmente funciones de cuidado de los demás. Y que encima, cuando es encontrado en falta, amenace a un periodista, es el colmo.
Entramos en detalles. En Villa Oviedo, más precisamente en Cervantes y Constantinopla se estaba llevando a cabo este mediodía una fiesta. Una familia celebraba, como si nada sucediera en el mundo, los 15 años de su hija, junto a alrededor de unas cien personas reunidas en el lugar.
El dueño de la casa, Maximiliano Lucero no solo era el padre de la señorita, sino que es miembro de Defensa Civil de Alta Gracia. Una persona que mejor que nadie conoce las restricciones y las prohibiciones que rigen por estos días en el país y en buena parte del mundo.
Vecinos de esta casa alertaron a la policía y a Seguridad Ciudadana de lo que estaba sucediendo en la casa de calle Constantinopla. Fue así como personal uniformado y de la Municipalidad concurrieron al lugar para desbaratar la fiesta.
Cobertura y amenazas
Elías Molina, cronista de AGNoticias, enterado del procedimiento que se estaba llevando adelante en el lugar, fue designado para ir y cumplir su trabajo de informar a la gente. Fue entonces cuando Maximiliano Lucero, al notar su presencia, lo atacó verbalmente, lo amenazó e increíblemente lo señaló como el responsable de haber llamado a las fuerzas de la ley.
«Vení maricón, mirá como le cagaste la fiesta a mi hija. Ojalá que nunca vayas a necesitar de Defensa Civil alguna vez», fueron algunos de los improperios recibidos por nuestro periodista. Un trabajador que simplemente estaba allí cumpliendo con su trabajo.
Es de esperar que se tomen cartas en el asunto en forma urgente con respecto a este señor Maximiliano Lucero. Seguramente ya el titular de Defensa Civil Roberto Peralta, o que el propio Intendente Marcos Torres, (Defensa Civil es municipal) estarán decidiendo qué hacer con este voluntario de su Cuerpo. No abogamos ni abogaremos nunca porque alguien se quede sin su trabajo, no es el objetivo de estas líneas ni de quien la escribe. Pero sí un severo llamado al orden para alguien que, desconociendo el esfuerzo que lleva adelante toda una sociedad, hizo lo que se le vino en gana; y encima al verse sorprendido en falta, no encontró mejor salida que buscar culpables en quienes no lo son.
Esta persona no sólo agredió a un periodista que lo único que hacía allí era su trabajo, sino que -y esto es lo más grave- infringió la ley siendo servidor público.
Importante: en la foto de tapa figura el cartel del merendero que funciona al lado del lugar donde ocurrieron los hechos. Es necesario aclarar que nada tuvo que ver ni el merendero ni la gente que allí trabaja, con los hechos relatados en esta crónica.
