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Crónicas al Voleo

Lutz Pfannenstiel, el arquero de las seis confederaciones

Lutz Pfannenstiel, el arquero de las seis confederaciones
Por Germán Tinti (especial para Crónicas al Voleo)

En la historia del fútbol hay casos de jugadores que vistieron durante toda su carrera la misma camiseta. La lista no es demasiado extensa y en ella se destacan Ryan Giggs (Manchester United), Paolo Maldini (Milan), Carles Puyol (Barcelona), Ricardo Bochini (Independiente), Sepp Maier (Bayern Munich) y Reinaldo Carlos Merlo (River Plate).

En el otro extremo de están aquellos que nunca se quedaron demasiado tiempo en un club y es imposible identificarlos con una sola camiseta. En este caso el listado lo lidera con comodidad Sebastián «el Loco» Abreu. El uruguayo jugó en 32 equipos a lo largo de su carrera. Es, junto al brasileño Rivaldo, que jugó en apenas quince, el más conocido.

Como no podía ser de otra manera, en esta nómina también figuran algunos argentinos, entre ellos Adrián «el Pirata» Czornomaz, que jugó en Belgrano y en 19 clubes más, y el bellvillense Silvio «Tweety» Carrario, que jugó en Talleres y otros 16 equipos.

En ese listado figura, en el quinto lugar, Lutz Pfannenstiel, que además tiene la particularidad de ser el único futbolista que ha jugado en las seis confederaciones que hay en los cinco continentes.

No a Beckenbauer

Lutz nació en 1973 en Zwiesel, una ciudad de la entonces Alemania Federal ubicada a pocos pasos de la actual Chequia, y comenzó a jugar al fútbol en el equipo de su pueblo, donde de niño comenzó a destacarse como arquero. En 1991 pasó al 1. FC Bad Kötzting, que juega en la liga regional del Bayern-Mitte.

Sus buenas actuaciones le valieron que el Bayern Munich de Franz Beckenbauer le ofreciera un contrato en 1993, pero Lutz no tenía intención alguna de comer banco esperando que Raimond Aumann, histórico guardameta del club, tuviera algún percance. Entonces decidió ir en busca de la aventura y aceptó una propuesta para jugar en el Penag FA, el equipo más importante de George Town, principal ciudad del estado de Penag, en Malasia.

Tiempo después expresó, con respecto a esta decisión, que «No me estaban saliendo las cosas como yo quería y decidí irme a Malasia, lo que es algo extraño cuando tienes una buena oferta del Bayern y terminas jugando por el Penang FA en el sureste asiático».

Parte de la Pandilla Loca

Luego de esta temporada en el sudeste asiático, Lutz decidió volver a Europa y en 1994 fichó para el Wimbledon de Joe Kinnear, un irlandés de Dublin que había desarrollado casi toda su carrera profesional en el Tottehham Hotspur y que, al igual que el arquero alemán, sus inicios como entrenador habían sido dirigiendo seleccionados de exóticos países, al menos para el fútbol: India y Nepal.

Párrafo aparte para el Wimbledon, que por esos tiempos se había ganado el apodo de «Crazy Gang» (pandilla loca). Futbolísticamente limitados, tenían una actitud agresiva en los encuentros, no mezquinaban pierna fuerte. Dentro del campo de juego estaban liderados por Vinnie Jones, un volante defensivo agresivo e intimidante, cuya función era destruir el circuito de juego del rival… y al rival de ser necesario.

Lutz recordaría su paso por el Wimbledon de esta manera: «No era como ningún otro equipo de la liga, recibías tres codazos en cada entrenamiento. Dos o tres días después de mi llegada, en pleno mes de noviembre, fuimos a correr a un parque. De repente, alguien gritó, me agarraron y me desnudaron. Cogieron mi ropa y mis zapatos y se fueron. Tuve que correr completamente desnudo tres millas delante de un montón de chicas paseando a sus perros. Ahora se ve gracioso, pero entonces no me pareció».

Cuestionado por su estilo de juego físico y agresivo (o sea, pegaban como si no hubiera un mañana), pero respetados por su sentido de pertenencia y su unidad monolítica, el Wimbledon obtuvo en 1988 el logro más importante de su historia cuando se convirtió en un «giant killer» (asesinos de gigantes) al vencer al Liverpool en la final de la FA Cup en el viejo estadio Wembley.

Idolo en Johannesburgo

Finalizada la temporada 1994/95 sin que jugara ningún partido oficial, decidió cambiar de aire, pero se quedó en Inglaterra. Firmó para el Nottingham Forrest (equipo donde juega –a veces– el paraguayo Ramón Sosa, ídolo de Talleres). Pero no tuvo mejor suerte e hizo banco por dos años más.

Había rechazado una propuesta del Bayern Munich cuando aún no tenía 20 años porque no quería ser suplente y se fue al otro extremo del mundo, mirá si no se iba a ir de Inglaterra. Así recaló en Sudáfrica en pleno Apharteid, donde firmó para el Orlando Pirates de Johannesburgo. En la ciudad más importante de del país, pero se convirtió en un ídolo de la afición, a punto tal que una vez un ladrón que asaltó a mano armada una tienda en la que estaba el jugador, le pidió disculpas por cualquier molestia que le hubiera ocasionado.

Permanente ave de paso, después de la experiencia sudafricana, Pfannenstiel pasó por Singapur (Sembawang Rangers), Finlandia (TPV Tampere y Haka) y Alemania (SV Wacker Burghausen). Para la temporada 1999/2000 regresó a Singapur, esta vez para jugar en el Geylang United. Allí pasó una de las peores experiencias de su vida.

Acusado y detenido

En su segundo paso por Singapur, Lutz fue acusado de arreglar partidos y aceptar sobornos para ir para atrás. Lo imputaron de recibir pagos de entre cinco y siete mil Dólares para hacer perder a su equipo. Si bien no pudieron probarse fehacientemente que los partidos habían sido arreglados y que Pfannenstiel hubiera recibido dinero, fue condenado a cinco meses de prisión, pero fue liberado después de 101 días por buena conducta.

Luego de su liberación, Lutz continuó afirmando su inocencia, además de denunciar violencia física y sicológica en su detención. La experiencia lo marcó para siempre. «Estaba viviendo cómodo, pero de repente me desperté en una celda de hormigón y el mundo se me vino encima. Lo que tuve que vivir en aquella puta prisión fue realmente desastroso. No había nada… solo bloques de cemento. La gente estaba dispuesta a hacer lo que fuera para quitarte la comida, así que tuve que aprender a luchar. Tuve que sobrevivir en ese circo. Fueron 101 días, pero parecieron 25 años», expresó en una entrevista concedida a la prensa inglesa.

«Salí convertido en una persona mejor –agregaba Pfannenstiel– No sabía lo que significaba la libertad. Yo era un futbolista mimado y consentido que solo pensaba en dónde ir los fines de semana o qué coche comprarme. Allí me di cuenta de que la libertad es poder levantarte cuando quieras, prepararte una taza de té y hacer lo que te apetezca. Aquello me dio una perspectiva diferente de lo que es la vida».

La liga de Singapur lo suspendió de por vida, pero la FIFA la redujo a un año. Después de ese año sabático, Lutz volvió al fútbol y a su costumbre de viajar de país en país. Así, vistió las camisetas de Dunedin Technical de Nueva Zelanda, el ASV Cham alemán para regresar a Inglaterra para jugar primero en el Huddersfield Town y luego en el Bradford Park Avenue.

Todos los continentes

Fue justamente en la ciudad del centro del país británico donde la vida lo volvió a poner a prueba. El 26 de diciembre de 2002, en un partido de la liga regional contra el Harrogate Town, el arquero tuvo un violento choque contra un rival y cayó desvanecido. Despertó tres horas después en el hospital y allí los médicos le informaron que en el campo de juego fue declarado muerto en tres oportunidades. «Todo era en blanco y negro. Había diamantes negros y blancos y todo estaba muy silencioso. En el fondo veía figuras, pero no podía distinguir quiénes eran. No sentí frío, sentí calidez. Sentí que estaba flotando y que no era algo atemorizante, para nada», recordaría años después.

Cualquiera pensaría que después de esta traumática situación el alemán colgaría los botines, pero no fue así. Entre 2003 y 2008, después de recuperarse de sus tres muertes, volvió a Nueva Zelanda para jugar en el Otago United, luego fichó para el Bærum noruego, jugó en Canadá (Calgary Mustangs y Vancouver Whitecaps), firmó para el Vllaznia Shkodër de Albania luego de negociar su contrato con un dirigente que tenía una pistola sobre el escritorio, más tarde vistió los colores del Bentonit Ijevan armenio y después se alistó en el Clube Atlético Hermann Aichinger, de la pequeña ciudad brasileña de Ibirama, en el estado de Santa Catarina.

«Cuando recibí la oferta de Brasil era consciente de que podía acabar jugando en todos los continentes. En Canadá cobraba más y mi familia era feliz allí, pero al final pudo más el reto de lograr algo único», declaró a la revista española Panenka.

Activista del medio ambiente

Antes de decidir retirarse tuvo tiempo de volver a Noruega para jugar en el Flekkerøy Idrettslag y luego en el Manglerud Star, para terminar su recorrido como futbolista en Namibia, como arquero del Ramblers. En la actualidad trabaja como reclutador del TSG 1899 Hoffenheim de la Bundesliga y trabaja por la defensa del medio ambiente.

Con ese objetivo fundó, en 2009, el Global United Football, una organización que pretende concienciar sobre la problemática del cambio climático y que cuenta con el respaldo de más de 400 jugadores. Entre ellos Ronaldinho, Zinedine Zidane, George Weah, Lothar Matthäus y Cafú. «Quiero usar el fútbol como un motor para luchar contra el calentamiento global. Los futbolistas tienen un gran impacto en el mundo, así que si hay personas que pueden lograr penetrar en la cabeza de la gente son ellos».

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