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Altagracienses por el Mundo

La historia de Gisela: «El mundo es demasiado grande para quedarnos en un solo sitio»

La historia de Gisela: "El mundo es demasiado grande para quedarnos en un solo sitio"

AG Noticias le da la bienvenida a una nueva sección que buscará contar las historias de aquellos altagracienses viviendo en diferentes partes del mundo. En esta ocasión, dialogamos con Gisela quien vive hace ya seis años en Miraflores, un barrio de Lima, Perú, dedicándose a lo que más le apasiona: la gastronomía.

AG Noticias le abre sus puertas a una nueva sección en nuestro portal informativo bajo el nombre «Altagracienses por el Mundo». Un espacio dónde buscamos acercarles a los lectores historias de vecinos, amigos o familiares que dejaron su ciudad natal y ahora están viviendo diferentes experiencias alrededor del mundo. En esta oportunidad, conocemos más a la altagraciense Gisela Tapia.

Gisela transitó gran parte de su niñez y adolescencia en nuestra ciudad. La joven es cocinera desde los 18 años y siempre tuvo como pasión y profesión principal el mundo de la gastronomía. De hecho, su primer trabajo fue en una reconocida sanguchería de Alta Gracia a cargo de Exequiel, a quien Gisela le agradece por la oportunidad de haber comenzado ahí.

Luego de trabajar por tres años en ese sitio, mientras estudiaba su carrera de gastronomía, se desempeñó durante un periodo corto en Gran Vadori y en Posta Cañitas, ambas del mismo dueño. «Gracias a eso aprendí a correr un poco más en cocina».

«Siempre fui alguien que pensó que el mundo es demasiado pequeño para quedarme en con solo una ciudad de 50 mil habitantes, y felizmente tuve apoyo e incentivo de mi familia y salí. Recuerdo que desde pequeña mi madre me decía que hay trenes que pasan solo una vez en la vida y si no lo tomamos se van y así fue cuando vi mi oportunidad de viajar a otra cultura y salir por primera vez de mi país natal con 20 años«.

Pronto serán seis años los que hace que está viviendo en Perú. Llegó para un día del amigo del año 2017 con 22 años. «Ahí aprendí que las amistades reales terminan siendo la familia (y no solo la sanguínea)».

Viajes previos

Sin embargo, antes de arribar a Perú, la altagraciense ya había viajado viajado en 2015 por medio de un intercambio gracias a la escuela de cocina donde estaba estudiando en ese momento conocida como CELIA. Su intercambio fue con una escuela llamada D’Gallia la cual la enamoró porque tiene una vista al mar increíble.

En esa oportunidad la recibió una familia, en sus propias palabras, «increíblemente maravillosa». Le abrieron las puertas de su casa y no solo en ese viaje sino también la segunda vez que llegó al país. «Hasta el día de hoy seguimos teniendo contacto. Siempre agradeceré a toda la familia Mendoza por ser como mi familia en Perú y recibirme con tanto cariño».

Entonces, ante la pregunta de si ha viajado por otros lugares del mundo, ella contestó que sí solo que ha sido por conocer hasta ahora. «Siempre estoy abierta a la posibilidad de ir a establecerme a otro sitio«.

¿Cómo fue transitar la pandemia?

Gisela rememoró que la pandemia inició un domingo 15 de marzo. Tal y como contábamos, ella es cocinera y donde trabajaba en ese entonces (en un restaurante llamado Osaka) los días domingos era costumbre cerrar temprano. Por lo que los empleados teníamos medio domingo libre.

«Recuerdo estar sentados del otro lado de la calle con mis compañeros. El día había estado muerto porque ya la gente no salía para nada por lo que se rumoreaba. El restaurante cerró más temprano inclusive pero nos quedamos limpiando. En fin, al salir y estar ahí conversando y en un momento alguien comenta que ya estaba lo del toque de queda y todo lo que no se iba a trabajar y el encierro«.

La joven expresó que para ella fue como un balde de agua fría, ya que vivía sola en un cuarto en esa época en una residencia junto a otras dos compañeras y un compañero del trabajo. «Los primeros días la pasamos «bien» cocinando juntos, pero luego empezó a ponerse aburrido».

La historia de Gisela: "El mundo es demasiado grande para quedarnos en un solo sitio"

Momentos más tarde, comenzaron a hablar de la suspensión de sueldos. En este sentido, íban a estar contratados pero sin recibir ningún pago. Previo a esto, contó Gisela, habían liberado la CTS (compensación por tiempo de servicio) y gratificación (que es como un aguinaldo). «Me di cuenta que no podía seguir pagando el cuarto donde estaba porque a ese precio me iba a desfalcar muy rápido».

Idas y vueltas hasta regresar a la normalidad

A raíz de esta situación, habló con un amigo quien le comentó que su abuela tenía un cuarto disponible y le iba a alquilar por un tercio de lo que pagaba donde estaba. No lo dudó y se mudó a la otra punta de Lima en Comas, por mayo del 2020. «Yo pensaba no tengo que trabajar y necesito ahorrar asique por ahora está bien».

Vivió allí por tres largos meses. Entre medio los restaurantes fueron abriendo en modo delivery y como ya necesitaba volver cerca de la zona de donde estaba su trabajo, se contactó con una amiga en su misma situación. «Me mudé con ella a un cuarto en la misma cama siendo compañeras de dos chicas desconocidas. Pero era un sitio barato y cerca al trabajo».

Poco a poco, y afortunadamente la gente se fue reincorporando. En su caso no fue hasta septiembre de ese año que se reincorporó. Como el restaurante donde ella estaba pertenece a una corporación, comenzaron a reincorporar a la gente en varios de sus restaurantes. «Así comencé yo en uno que no era el mío originalmente. Hasta que la gente empezó a salir cada vez más y me solicitaron nuevamente en Osaka».

Actualmente, desde octubre aproximadamente del 2022 ya no se solicita ni mascarilla ni carnet sanitario a las personas para ingresar a sitios públicos o transportes.

Primeros meses en Perú y búsqueda laboral

La altagraciense contó como una vez en este país, estuvo los seis primeros meses sin empleo. Aspiraba a no tener cualquier trabajo, sino a crecer en el rubro, y de manera legal. Por ende sin sus papeles no le permitían trabajar en los lugares donde se postulaba.

Una vez con papeles, le ofrecieron un puesto de ayudante en un local que se dedicaba a preparar comida «nikkei». La misma es fusión entre la comida peruana con la japonesa. «Yo no tenía ni idea más que una clase que vi en la escuela. Le anticipé esto al chef y me dijo que no había problema, que me enseñaba si es que podía empezar ese mismo día. Y literal así fue».

La historia de Gisela: "El mundo es demasiado grande para quedarnos en un solo sitio"

Más adelante Gisela trabajó un año en «EDO Sushibar». Aprendió muchas cosas básicas de cocina japonesa y la chef de allí le contaba como había aprendido todo de un restaurante llamado Osaka, en el que eran muy exigentes. A tal punto que día limpiaban tantos kilos de langostinos en su época y muchas cosas más.

«Me emocionaba mucho ese lugar así que decidí en mi semana de vacaciones presentarme a una entrevista en Osaka. Me hicieron hacer un plato y yo asustada porque era otra categoría de restaurante hice un yakimeshi simple. Al día siguiente me llamaron, me dijeron que querían contar conmigo y acepté«.

A la par se había postulado en Astrid y Gastón, restaurante del chef Gastón Acurio. Ellos la llamaron un día después que Osaka. «Soy alguien de palabra y ya había aceptado, así que seguí adelante y no me arrepiento para nada porque aprendí muchísimo en este restaurante. No solo de cocina sino también sobre mí misma, aprendí como tratar a los otros, aprendí lo que es ser líder viendo a mis líderes».

Hoy por hoy, es jefa de cocina de una pequeño restaurante llamado Barra Botánica, ubicado en Miraflores, el cual tiene temática vivero y cuenta con algunos platos y postres veganos y orgánicos.

Entre tierras peruanas y el recuerdo de Argentina

Explicó que de Perú le encantó la diversidad de frutas, verduras y valora mucho su clima. Seguido de esto, recordó que en su primera vez en el país, su amigo Manuel la llevó a un mercado llamando Minka.

«Había visto otros mercados, pero eran desorganizados y no dejaban lucir sus productos. Pero en este observé la sección de papas y vi papas de colores y formas que no conocía. Igual que con los plátanos, había hasta rojos, o tipos de piñas. Así con muchas frutas y ver sus pescados expuestos enteros fue hermoso e increíble».

No obstante, vivir en Perú al principio fue un poco duro. «En el idioma fue como actualizar tu español porque acá usan jergas, o sea lunfardos, propios como en cada país y tenés que aprender cosas nuevas para entender y hacerte entender».

En relación al idioma, al comienzo se topó con algunas personas que tenían cierto rechazo hacia su forma de hablar por lo que actualmente no habla con tono tan argentino. «Ya es costumbre y no me doy cuenta hasta se me han pegado palabras comunes del habla diaria peruana».

La comida, dice la joven, es increíble ya que hay muchísimas opciones que también se pueden adaptar a los gustos de uno. «Si no te adaptás es porque sos muy cuadrado, así de simple. Sería imposible que algo no te guste o puedas adaptarlo a tu gusto. Si bien comen picante no es como en otro país que he visitado, aquí puedes pedir sin picante».

Con respecto al trato de la gente peruana hacia ella como argentina, sostuvo que son personas muy hospitalarias que están dispuestos a apoyarte y recibirte en sus casas. «Te van a dar lo mejor que tengan y te harán sentir muy bien atendidos. Si bien aquí hay cosas negativas como el tráfico o zonas contaminadas yo trato de conocer o traerme en lo que embellece a este país».

Por otro lado, de Argentina lo que más extraña es la carne, el clima y obviamente a su familia. «Acá una buena carne está carita. Además de eso extraño la lluvia y tormentas Así suene raro, acá en lima no llueve y lo que los limeños llaman lluvia es apenas llovizna o gotitas. Y bueno, a la hora de extrañar, de más está decir que tener a la familia cerca».

«Migrar no es fácil. La aventura de hacerlo es hermosa, pero siempre hay que ser realistas»

Gisela dejó muy en claro que migrar no es fácil pero tampoco imposible. La altagraciense manifestó que se trata de una decisión muy importante la que hay que tomar y a pesar de lo hermoso de la aventura, debemos ser realistas.

«Muchas veces puedes toparte con cosas que no planeaste, un mal compañero, un mal agente de migraciones, un mal empleador, un mal arrendatario. Aquí en Perú cuando yo llegue coincidió con la llegada masiva de otros migrantes latinos y debido a eso empezaron a restringir los alquileres a extranjeros. Eso puede jugar en contra«.

Desde su experiencia, declaró que siempre alentará a la juventud a que migre porque considera que el mundo es demasiado grande para solo quedarse en un sitio. «Si otro pudo hacerlo por qué yo no. Solo es cuestión de perseverancia y fe en que todo sucederá».

Finalmente concluyó que por ahora piensa volver a Argentina pero sólo de visita y no durante el verano. «La verdad es que había olvidado lo seco y extremo que es el verano comparado con temperaturas media de aquí que puede ser 20°/23°o algunos días muy calurosos lo máximo aquí es 30°».

«De igual manera, me gustaría además de estar en Córdoba con la familia también poder recorrer y conocer lugares que aún no conozco y mostrarle un poco de mi país a mi novio«.

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